El discurso 208 de la obra Nahyul Balagha relata cuando una batalla que se estaba ganando se convirtió en una desastrosa derrota por la falta de fe de algunos, la necedad de otros, la frustración de muchos y la impotencia de los pocos fieles compañeros del Honorable Imam Alí (P) y cuando los árbitros se mostraron como auténticos traidores a la causa del Islam, y fallaron contra los iraquíes -cuando todo esto había ocurrido- algunos de los compañeros del Imam Alí (P) comenzaron a quejarse por haber aceptado el arbitraje. En esta y en varias ocasiones similares, el Imam Alí (P) les hizo ver que fue su necedad la que les había llevado a ese callejón sin salida, les dijo:
¡Oh gente! Hasta que la guerra no os cansó, estuvisteis obedeciendo y siguiendo mis órdenes, pero cuando agotó a alguno de vosotros, apareció vuestra debilidad moral y física, y no tuvisteis los nervios de ver y daros cuenta de que vuestro enemigo estaba a punto de una derrota aplastante. Si hubierais continuado el combate por algún tiempo más, el enemigo había sido arrastrado a una desastrosa derrota, pero os pusisteis nerviosos, vacilasteis, perdisteis vuestra fe en Dios y Su Palabra, aceptasteis la astucia del enemigo y perdisteis la guerra.
¿Qué puede hacer yo? Mientras os mantuvisteis obedeciendo mis órdenes, yo me mantuve conduciéndoos de victoria en victoria, pero me obligasteis a aceptar vuestras decisiones. Prefiriendo este vicioso mundo a la Gloria del próximo. Aceptasteis la humillación y la desgracia y no estuvo en mis manos ayudaros. No pude forzaros a continuar una guerra que no os gustaba.