Imam Ali ibn al-Hussayn (P) el cuarto Imam Shiíta y el hijo mayor de Imam Hussayn (P), famoso como Zainul Abidin y Sayyid-i Sayyad, fue martirizado por el envenenamiento el 25 de Muharram en Medina al Munawwarah y está enterrado en el cementerio de Baqi' cerca de su tío el Imam Hassan al-Muytaba (P). En esta ocasión trágica y triste extendemos nuestro más sentido pésame a los millones de miembros de la Ummah Islámica y a los amantes de la Inmaculada Gente de la Casa [del Profeta] (Ahlul Bait -P-) en todo el mundo.
Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) – Biografía del Imam Zainul Abidin (la paz sea con él)
Nombre: ‘Ali
Título: Zainul ‘Abidin (el ornato de los siervos) – As Sayyad (el que se prosterna con frecuencia – Saiied As Sayidin (el señor de los que se prosternan) o Abu Muhammad.
Nació: El 5 del mes de Sha’ban del año 38 d.H..
Su padre: Husain Ibn ‘Ali (P)
Su madre: Shahr Banu
Murió: El día 25 del mes de Muharram, del año 95 d.H. (712 d.C).
SU NACIMIENTO, INFANCIA Y JUVENTUD
El Imam ‘Ali Ibn Al Husain (P) nació en Medina. Su madre fue Shahr Banu (Yahzanán), una princesa de la corte persa, nieta de Cosroe, la cual junto con su hermana habían sido enviadas hacia el Imam ‘Alí (P), quien la casó con su hijo el Husain (P) y la hermana con Muhammad ibn Abu Bakr, el hijo del primer califa que tras la muerte de éste había quedado al cuidado del Imam ‘Alí (P).
El Imam ‘Alí Ibn Al Husain (P) vivió dos años bajo el Imamato de su abuelo, Amir Al Mu’minin (P), diez años durante el Imamato de su tío al Hasan (P) y otros once años durante el Imamato de su padre el Husain (P). De ellos aprendió todas las ciencias del Islam. Su Imamato había sido confirmado por el Profeta y los otros Imames. Su padre había dejado a Umm Salama, una de las esposas del Profeta (BP), su designación por escrito.
Además fue el único hijo del Imam Husain (P) que sobrevivió, pues sus otros hermanos –‘Ali Akbar (25 años), Ya’far (5 años) y ‘Ali Asgar que era un niño de pecho– fueron martirizados durante a la masacre de Karbala, por lo que no quedan dudas de su Imamato. Sin embargo, algunos reclamaron el Imamato para Muhammad ibn al Hanafiyah, el hijo de Amir al Mu’minin (P), aunque no había ninguna designación respecto a él, quien ni siquiera había efectuado reclamo alguno.
El Imam Zainul ‘Abidin (P) que acompañaba también a su padre en el viaje que terminó fatalmente en Karbala, pero a causa de una grave enfermedad que le incapacitó para participar en la lucha, fue preservado de tomar parte en la guerra santa y ser martirizado. Así, fue enviado con el grupo de mujeres a Damasco. Después de pasar un período en prisión, fue enviado con honores a Medina, ya que Yazid deseaba conciliarse con la opinión pública. Pero una segunda vez por orden del Califa Omeya Abd ul Malik, fue encadenado y enviado de Medina a Damasco y otra vez devuelto a Medina.
El cuarto de los Inmaculados Imames tras su regreso a Medina, se apartó completamente de la vida pública, cerrando la puerta de su casa a los extraños y dedicándose enteramente a la adoración. El sólo mantenía contacto con algunos grandes de los shiítas tales como: Abu Hamzah Thimali, Abu Jalid Kabuli y otros semejantes. Ellos difundieron entre los Shi’ah las ciencias religiosas que aprendían del Imam. De esta manera el shiísmo se extendió considerablemente y mostró sus efectos durante el Imamato del quinto Imam. Entre los trabajos que el Imam Zainul ‘Abidin (P) realizó se encuentra un libro titulado “Zafia Sayyadiah” que consiste en cincuenta y siete súplicas relativas a las más sublimes ciencias Divinas y es conocido como “Los Salmos de la Casa de Muhammad (BP)”.
EL IMAMATO DE ‘ALÍ IBN HUSAIN (P)
Al Imam ‘Alí Ibn Al Husain (P) le tocó vivir una época muy dura para los Shi’as. Fue durante el reinado Omeya, tras la masacre de Karbala. Puso en marcha el movimiento “Husaini” el cual resguardaría al Islam de la corrupción reinante, misión que compartió en gran parte con su tía Zainab (P). Pero las duras condiciones que lo rodeaban, le impusieron encerrarse y limitarse, sin poder difundir las enseñanzas islámicas. Sin embargo esto no le impidió la formación de cierto número de sabios, quienes luego se encargarían de la difusión y atraerían a mucha gente hacia los Imames de la Gente de la Casa.
Su trabajo limitado permitió que su hijo, Muhammad al Baquir (P), tuviera un gran número de discípulos, y que su nieto, Ya’far As Sadiq (P) organizara luego toda la doctrina de la escuela Shiita (también conocida como “Imamita” o “Ya’farita”), con más de cuatro mil discípulos.
Entonces el Imamato de ‘Alí ibn Husain (P) asumió dos formas: una de abierta difusión para esclarecer la verdad de lo acontecido en Karbala, lugar en el cual sus discursos en público impactaban a la gente haciéndole comprender la gravedad de lo ocurrido. La otra forma fue cerrada, limitada a la preparación de ciertos sabios y a la enseñanza por medio de súplicas, las cuales se han reunido en una obra llamada “Sahifatus Sayyadiiah” (traducida al castellano), conocida con el nombre de “Los Salmos de la Casa del Profeta”. Estas súplicas diseminaron sus enseñanzas entre los musulmanes, siendo un tesoro inagotable de sabiduría y piedad.
El Imam falleció envenenado el 25 del mes de Muharram del año 95 del calendario musulmán, a los cincuenta y siete años de edad, y fue enterrado en al Baqui’ junto a su tío, el Imam Hasan (P). Ejerció su Imamato durante treinta y cuatro años aproximadamente, bajo el gobierno de distintos califas Omeyas.
PRIMERA ETAPA DE SU IMAMATO, DESPUÉS DE LA MASACRE DE KARBALA
Ya hemos visto en el capítulo anterior cómo había sido tomado prisionero junto a las mujeres, y había sido llevado en primer lugar a Kufa ante Ibn Ziyad, y luego a Damasco, ante Yazid.
Sin duda la aprehensión de la familia de Imam Husain (P) jugó un papel muy importante para que el levantamiento de éste obtuviese el fin propuesto; ya que, durante el viaje de su captura, si no hubiesen contado a la gente, con toda valentía, la tragedia de Karbala, y también si la gente no los hubiese visto de cerca, el martirio de Imam Husain(P) nunca hubiese encontrado el eco que obtuvo, y los Omeyas, especialmente Yazid, no hubiesen sido desenmascarados.
La familia de Imam Husain(P), contrariamente a la reacción de cualquier otro prisionero y contrario a lo que imaginaba la mayoría de la gente de esa época que los consideraba derrotados, a cualquier lugar que llegaban declaraban su victoria y la derrota del enemigo, presentándose como victoriosos y triunfantes y al ejército de Yazid como los vencidos y desgraciados.
Entre los supervivientes de la tragedia de Karbala, se encontraban el Imam Zain ul `Abidin y su tía, la hermana de su padre, Zainab Kubra (P), quienes jugaron el papel de portavoces para despertar la conciencia de la gente.
Imam Zainul ‘Abidín (P), a pesar de que en el momento del martirio de su padre se hallaba enfermo (y es natural que hasta un tiempo después los síntomas de la enfermedad permanecían en su cuerpo) y a pesar de que se encontraba inmensamente acongojado por el martirio de su padre, hermanos y compañeros, esto no fue un impedimento para que llevase a cabo su tarea, y aprovechó cualquier oportunidad para concientizar a la gente.
Las gentes de Kufa al escuchar los sermones, ardientes como el fuego, de Zainab, de su hermana Umm Kulzum y de Fatimah Sughra, se sintieron avergonzados; lloraron y se lamentaron; entonces Imam Zainul ‘Abidín (P) hizo una señal y todos guardaron silencio. Después de alabar a Dios, Glorificado sea, y saludar al Mensajero de Dios dijo:
“¡Oh gente!... yo soy ‘Ali Ibn Al Husain, hijo de `Ali Ibn Abi Talib. Yo soy hijo de aquel hombre justo a quien saquearon sus pertenencias y tomaron prisionera a su familia. Yo soy hijo de aquel hombre que fue asesinado sediento, en las orillas del río Eúfrates, sin que hubiese derramado sangre o tuviese culpa alguna.
¡Oh gente! ¡Juro por Dios!, ¿es que acaso no fuisteis vosotros quienes con vuestras cartas invitasteis a mi padre a que viniese a Kufa y luego lo matasteis?
¡Oh gente! ¿Con qué cara vais a presentaros frente a Muhammad(BP) el Día de la Resurrección, y qué contestaréis cuando os diga: -Vosotros matasteis a mi familia y no me respetasteis pues vosotros no sois de mi comunidad.”
Las palabras del Imam, al igual que una tormenta disturbaron y agitaron a la gente de Kufa. Repentinamente se escucharon gritos y lamentos aquí y allá. La gente lloraba, unos a otros se reprochaban: “que despreciables y desafortunados sois y no lo comprendéis”.
Así fue como el Imam despertó sus conciencias adormecidas, haciéndolos conscientes de sus actos, personificando para ellos la inmensidad de la tragedia.
Llevaron a la familia de Imam Husain (P) al castillo de Ibn Ziyad. Cuando Ibn Ziyad vio al Imam Zainul ‘Abidín (P) preguntó: “¿Quién es éste?”
“‘Ali Ibn Al Husain” -contestó uno de sus oficiales.
“¡Es que ¿Dios no mató a ‘Ali Ibn Al Husain?!” interrogó Ziyad sorprendido
Esta vez el Imam respondió: “Tuve un hermano de nombre `Ali, a quien tu gente mató”.
“¡No, Dios lo mató!” -exclamó Ibn Ziyad.
Entonces el Imam pronunció la siguiente aleya:
“Dios llama a las almas cuando mueren y...” (Az-Zumar 39:42)
Ibn Ziyad enfureció y gritó: “¡Como te atreves a contradecirme!” -y con altivez y engreimiento ordenó a sus oficiales que mataran al Imam.
Zainab Kubra (P) se levantó para protestar: “Tú no dejaste vivo a nadie de nosotros, si decidiste matar a ‘Ali Ibn Al Husain (P), pues matadme a mí también”.
El Imam pidió a Zainab que guardase silencio, entonces dijo:
“¡Oh, hijo de Ziyad! ¡Tratas de amenazarme? Es que no sabes que ya estamos acostumbrados a que nos maten y el martirio es un honor para nosotros...”.
IMAM ZAINUL ‘ABEDÍN (P) EN SHAM (SIRIA)
Los prisioneros, atados con sogas, fueron trasladados a la ciudad de Sham, actualmente conocida como Damasco, y llevados al castillo de Yazid. Imam Zainul ‘Abidín (P), con valentía y magnanimidad, se volvió hacia Yazid y dijo: “¡Oh Yazid! ¿Qué piensas que diría el Mensajero de Dios (BP) si nos viese con las manos así atadas?”
Esta sencilla frase, plena de sentido pronunciada por el Imam, provocó que los ojos de los presentes se llenasen de lágrimas.
Cuenta uno de los musulmanes que ese día se encontraba presente en Sham cuando llevaron a los presos: “Estaba yo en el bazar de Sham, frente a la puerta de la mezquita, exactamente donde, por lo general, solían detener a los prisioneros. La caravana se detuvo y un anciano sirio se les acercó y dijo: -Adorado sea Dios que terminó con vosotros y apagó esta conspiración-, añadiendo muchas otras insolentes palabras.
Cuando terminó de hablar, el Imam Zain ul `Abidin(P) le dijo: “He escuchado lo que habéis dicho. Expresasteis toda aquella enemistad y odio que guardabais en vuestro corazón. Ahora al igual que yo escuché vuestras palabras, escuchad las mías”.
“¡Habla!” -replicó el anciano.
El Imam le preguntó: “¿Acaso habéis leído el Sagrado Corán?”
“Lo he leído” -afirmó el viejo.
“Habéis leído la aleya que dice: “Di (Muhammad): Yo no os pido recompensa a cambio, salvo el afecto a mis parientes” (Ash-Shura 42:23)”.
“Sí, la he leído” -declaró el anciano.
“Los parientes del Profeta (BP) somos nosotros. Dime ¿habéis leído esta otra aleya? “Da a tus parientes lo que es su derecho”. (Al-Asra’ 17:26).
El Imam continuó diciendo: -Nosotros somos los parientes a los que se refiere el Todopoderoso cuando dice a su Enviado (BP) dales lo que es su derecho”.
“¿Es que realmente son ustedes los parientes?” -preguntó sorprendido el anciano.
“¡Así es! -afirmó el Imam; entonces le preguntó si había leído la siguiente aleya que habla del quinto (jums):“Sabed que, si obtenéis algún botín, un quinto corresponde a Dios, al Enviado y a sus parientes”. (Al-Infal 8:41)”.
“¡Sí, la he leído!” -exclamó agitado el anciano.
“Nosotros somos los parientes... ¿habéis leído en la Sura La Coalición donde Dios Todopoderoso dice?: “Dios sólo quiere libraros de la mancha, gente de la casa y purificaras por completo”. (Al-A’hzab 33:33)”.
El anciano levantando sus manos al cielo exclamó: “¡Dios mío, estoy arrepentido! ¡Dios mío, me arrepiento de haber enemistado con la familia del Profeta (BP) y aborrezco a aquellos que los asesinaron! Anteriormente ya había yo leído estas aleyas, pero no entendía su verdadero significado”.
IMAM ZAIN UL `ABIDIN EN LA MEZQUITA DE SHAM.
Un día que Yazid se encontraba en la mezquita principal de la ciudad de Sham, ordenó a uno de los oradores que subiese al púlpito y recordase -groseramente- a Imam `Ali Ibn Abi Talib y a Imam Husain(P). El orador se sentó en el púlpito e inició su sermón elogiando a Yazid y Mu’awiyah, e insultando a estos dos Imames.
Imam Zainul ‘Abidín (P) que se encontraba presente, silenció las palabras del orador diciendo: “¡Oh, pobre de ti! ¿Cambiaste la satisfacción de tu Dios por la de alguien que fue creado por Él, preparándote de esta forma un lugar en el infierno?” -El Imam volvió su luminoso rostro hacia Yazid y exclamó: “¡Permite que suba al púlpito y diga unas palabras que le agraden a Dios, las cuales sean premio y recompensa para los presentes!”
Yazid se opuso, pero la muchedumbre insistía que aceptara, y sin tener otra alternativa, declaró: “Si él sube al púlpito sólo bajará cuando nos haya deshonrado a mi y a la familia de Abu-Sufian.”
Le preguntaban: “¿Que puede decir?”
“Él es de esa familia de aquellos que les fue transmitida la sabiduría por medio de la leche, cuando era un lactante” -contestó Yazid.
La gente insistió aún más. Yazid se vio obligado a aceptar, por ello Imam Zainul ‘Abidín (P) subió al púlpito y después de alabar a Dios, Todopoderoso, continuó diciendo:
“..., Él, que no tiene inicio y que su esencia es eterna e inmortal, el Primero y sin principio, el Último y sin final, y después de que se haya extinguido toda la creación Él permanecerá y quedará infinitamente.
¡Oh, gente!...el Todopoderoso nos dio sabiduría, paciencia, generosidad, elocuencia, valentía, llenando los corazones de nuestros creyentes de amor hacia nosotros... El Mensajero de Dios (BP) es de los nuestros y amigo sincero de esta gente; el Príncipe de los Creyentes, `Ali Ibn Abi Talib(P) es de los nuestros; Ya`far Taiiar es de los nuestros; Hamzah, Señor de los Mártires es de los nuestros; Imam Hasan e Imam Husain, que son dos de los grandiosos nietos del Profeta(BP), son de los nuestros...
...yo soy hijo de La Meca y Mina, hijo del manantial de Zam-Zam y el monte de Safa, yo soy hijo de aquel magnificente que levantó la Piedra Negra -Hayarul Asuad- con su capa.
Yo soy hijo del mejor peregrino, de aquél que realizó los ritos del hayy (peregrinación) en la mejor forma debida.
Yo soy hijo de aquel que en una noche fue llevado de la Mezquita Al-Haram a la Mezquita Al-Aqsa (en Jerusalén.
Yo soy hijo de aquél que Dios le hizo revelaciones.
Yo soy hijo de Husain que fue martirizado en Karbala.
Yo soy hijo de Muhammad Mustafa (el elegido).
Yo soy hijo de Fatimah Zahra’(P).
Yo soy hijo de Jadiyah Kubra (P).
Yo soy hijo de aquél que fue ahogado en su propia sangre.”
La muchedumbre miraba a Imam ‘Ali Ibn Al Husain (P) con excitación, evidenciando cada una de sus frases más y más para la gente la grandeza de su linaje y profundidad del martirio de Husain (P). Poco a poco los ojos de los presentes se llenaron de lágrimas y se dejaron escuchar leves sollozos ahogados en sus gargantas. Repentinamente se levantó, de todos los rincones, un bullicioso llanto, Yazid se atemorizó y para calmar a la gente y evitar que el Imam continuase hablando, ordenó al muecín que convocara a la oración.
Se levantó la voz del almuédano: “Allahu Akbar, Allahu Akbar, ... Allahu Akbar, Allahu Akbar,… Dios es el más Grande” -repitió cuatro veces. El Imam que aún se encontraba sobre el púlpito exclamó: “Así es, Dios es el más Grande y más Magnificente y más Glorioso y más Honorable que cualquier otro a quien yo tema.
Ash-hadu an la ilaha illal-lah
Testifico que no hay Dios sino Dios.
El Imam cortando una vez más las palabras del almuédano dijo: -Así es, juro por lo más eminente, que no existe Providencia ni Adorado más que Él.
Ash-hadu anna Muhammad ar Rasulul-lah
Testifico que Muhammad es el Enviado de Dios”.
Todos se encontraban con la cabeza inclinada hacia abajo, escuchando con atención la llamada a la oración y lo que decía el Imam. Cuando el almuédano pronunció “Muhammadar Rasulul-lah”, los presentes levantaron sus cabezas dirigiendo sus miradas hacia el Imam. Una cortina de lágrimas nublaba sus miradas; era como si observaran en el rostro del Imam al propio Profeta (BP).
El Imam quitó el turbante de su cabeza y entonces exclamó: “¡Oh, muecín! Por ese Muhammad que acabas de pronunciar, silencia un momento.” El almuédano calló, y la gente mucho más. Yazid, que había empalidecido, se encontraba muy preocupado ya que ni siquiera la llamada a la oración pudo sosegar al Imam.
El Imam volvió su brillante rostro hacia Yazid y dijo: “¡Oh, Yazid! ¿Este querido y grandioso Mensajero de Dios (BP) es tu antepasado o el mío? Si afirmas que es tuyo, todos saben perfectamente que mientes, y si dices que es mi, entonces ¡contesta!, ¿por qué mataste a mi padre y lo despojaste de sus pertenencias y tomaste prisionera a su familia?
¡Oh, Yazid!, ¿con este proceder, consideras a Muhammad, Mensajero de Dios (BP) y vuelves tu rostro en dirección hacia La Meca para llevar a cabo tu oración? ¡Pobre de ti! si mi padre y mis antecesores repudian tu comportamiento el Día del Juicio.”
Yazid ordenó al muecín que recitara el Iqamah para la oración, pero la gente había enfurecido tanto que algunos de ellos sin haber realizado ésta, salieron de la mezquita.
La historia es el mejor testigo del efecto que causaron las palabras y sermones de Imam Zainul `Abidin (P) ese día en la mezquita de Sham. Yazid que había planeado asesinar al Imam (P) se vio obligado a tratarlo con respeto, tanto a él (P) como a su familia y, sin molestarlos, enviarlos a Medina. Después de lo sucedido, no tardaron mucho en izarse las banderas de la revolución en oposición al régimen Omeya tanto en Irak como en Hiyaz (la antigua Arabia). Miles de musulmanes se sublevaron para vengar la sangre de Husain(P), Señor de los Mártires, y no hay duda que fue el apresamiento de la familia de este Imam, los discursos y diálogos que sostuvieron estos con la gente, y los eficaces sermones de Imam Sayyad (P) los que complementaron el mensaje del martirio de Husain Ibn `Ali(P).
SEGUNDA ETAPA DEL IMAMATO DEL IMAM ‘ALÍ IBN HUSAIN (P)
Durante estos incidentes, el Imam ‘Alí ibn Husain (P) se mantuvo al margen. Se aisló de la gente permaneciendo en su casa y se dedicó a formar un grupo de sabios, los cuales esparcirían las enseñanzas islámicas por todo el territorio. Luego de treinta y cuatro años de su Imamato fue envenenado por instigación de Walid ibn Abdul Malik ibn Marwan, y falleció el 25 del mes de Muharram del nonagésimo año del calendario musulmán.
Sus virtudes eran numerosas y reconocidas por todos. Era considerado el mejor Hashimita de su época y el más parecido a Amir al Mu’minin ‘Alí (P) en su carácter y devoción.
Tuvo quince hijos, once varones y cuatro mujeres. Su hijo mayor, Muhammad, pasaría a ser el quinto Imam (P).
Con respecto al resto de los hijos, se destaca Zaid, quien se levantó contra el gobierno Omeya y fue martirizado en la época del Imam Sadiq (P).
Zaid murió luchando contra la tiranía y la opresión. Nunca se autoproclamó Imam ni pretendió el liderazgo. Sin embargo, luego de su muerte, algunos comenzaron a considerarlo como Imam y fundaron una rama dentro del Islam llamada Zaiditas. Ellos consideran que después del Imam Husain (P) el Imamato le correspondía a cualquier hijo de Fátimah (P) que se haya revelado contra la corrupción. Es por eso que ellos rechazan a los demás Imames, tomando en cuenta sólo a Zaid ibn ‘Alí, a su hijo llamado Iahia, que se rebeló después de su padre, y a otros que se sublevaron durante el gobierno Abbasida. Los zaiditas siguen la jurisprudencia de la escuela de Abu Hanifah. Aún hoy existen, aunque en forma reducida.
SUS CUALIDADES MORALES
1. Dijo Ibn Hayyar: “Zain al ‘Abidin (P) es quien sucedió a su padre a través de su conocimiento, desapego de todo aquello que se relacione con lo mundano, y su devoción. Al realizar la ablución para rezar, empalidecía, y cuando se le preguntó acerca de esto, contestó: “¿Acaso no saben a Quién me voy a dirigir?’”
2. En una ocasión que Imam Zainul ‘Abidín (P) se encontraba entre la gente, se le acercó uno de sus familiares para insultarlo, y luego se fue. El Imam llamó a los presentes y les preguntó: “¿Habéis escuchado lo que me ha dicho? ahora deseo que me acompañéis y escuchéis mi respuesta”.
“¡Te acompañaremos! -clamaron estos, y continuaron diciendo- qué mejor hubiese sido que cuando os insultaba, le hubiésemos dado su merecido”.
El Imam, en el camino, pronunció la siguiente aleya que describe los atributos de algunos creyentes y devotos: “...reprimen la ira, perdonan a los hombres y Dios ama a los benevolentes...” (An-Nisa’ 4:134)
Cuando sus seguidores escucharon esta aleya, comprendieron que él no tenía la intención de tomar venganza. Llegaron a casa del hombre. Imam Zainul ‘Abidín (P) llamó a la puerta y anunció: “Decidle que `Ali Ibn ul-Husain ha venido”. El hombre, creyendo que el Imam se había presentado para vengarse, salió dispuesto a pelear. Entonces Imam con tono delicado dijo: “¡Hermano mío! hace unos minutos antes, te presentaste ante mi y me ofendiste. Si aquello que dijiste está en mí, le pido a Dios que me perdone... y si no lo está, Le ruego que te perdone”.
Al oír la suavidad con que el Imam le hablaba, se sintió avergonzado por su actuación, entonces besó la frente de éste y dijo: “Aquello que dije no está en usted y confieso que soy más merecedor de ello.”
3.Ibn Shar Ashub relata: “ Ibadul Basri encontró a ‘Ali Ibn Al Husain (P) en el camino a La Meca, y le dijo: “¡Oh, ‘Alí hijo de Husain! ¿Abandonaste el combate y su dificultad, para encaminarte hacia la Peregrinación y su facilidad? (Considerándolo una contraposición con respecto a la actitud tomada por su padre). Dios, Poderoso y Majestuoso, dice en el Corán: “Dios compró de los creyentes sus almas y sus bienes otorgándoles a cambio el Paraíso. Combaten en el Camino de Dios. Matan y son muertos...” Hasta Su dicho: “...Y albiricia a los creyentes...”. Entonces el Imam le respondió: “Cuando vemos a quienes poseen estas cualidades, entonces el combate es mejor que la Peregrinación. De lo contrario, no lo es.”
4. Imam As-Sadiq (P) –el sexto de los Inmaculados Imames– narra: “En Medina había un bufón que con sus gracias y burlas hacía reír a la gente y él mismo decía: “Hasta hoy no he podido hacer reír a `Ali Ibn Al Husain”. Un día que pasaba cerca del Imam, le arrebató la capa que llevaba sobre sus hombros, desapareciendo en seguida. El Imam no reaccionó ante el mal comportamiento de este hombre, teniendo que ser sus compañeros los que rescataron la prenda y la devolvieron al Imam, quién preguntó: “¿Quién es ese hombre?”
Dijeron: “Es un bufón que hace reír a la gente”.
Entonces el Imam dijo: “Díganle que Dios Todopoderoso tiene un día en que los burlones, absurdos e injuriosos se darán cuenta del mal que hicieron”.
5.Así también este mismo Imam (P) dijo: “Ninguno de los descendientes de ‘Alí (P) se le parecía tanto físicamente, en la forma de vestir, y en su inteligencia, como ‘Alí ibn Al Husain (P). Un día, su hijo Abu Ya’far (Muhammad al Baquir -P-) se dirigió hacia él mientras realizaba sus devociones. El Imam ‘Alí Zainul ‘Abidín (P) estaba pálido por haber pasado la noche llorando. Sus ojos habían consumido todas sus lágrimas después de haber permanecido despierto toda la noche. Su frente estaba magullada y plana de tanto prosternarse. Sus piernas y pies estaban entumecidos por haber estado rezando durante un largo tiempo. Abu Ya’far (P) –el quinto de los Inmaculados Imames– reportó: “Al verlo en ese estado, no pude contener mi llanto y lloré, que Dios tenga misericordia de él. Lo vi meditando un rato y luego él me dijo: “¡Oh, hijo mío! Tráeme los manuscritos en los que figura la devoción de ‘Alí ibn Abi Talib (P)”. Se los llevé y estuvo leyéndolas por un rato. Luego los dejó con exasperación y dijo: ¿Quién es lo suficientemente fuerte como para realizar la devoción de ‘Alí ibn Abi Talib (P)?”
6. Se reporta que ‘Alí ibn Husain (P) llamó a su sirviente dos veces, y éste no le contestó. La tercera vez, él le preguntó: “¿Es que no oyes mi voz?” “Sí”, le contestó el sirviente. El inquirió: “¿Qué pasaba por tu mente que no me respondías?” El sirviente le explicó: “Es que yo estoy seguro que no me castigarás”. El Imam exclamó: “Alabado sea Dios, Quien Ha hecho que mi sirviente esté seguro de mí”.
7.Cuando Zaid Ibn Usamah se encontraba agonizando en su lecho, Imam Zainul ‘Abidín (P) fue a visitarlo. El Imam lo encontró llorando, por lo cual le preguntó la causa y Zaid contestó: “Tengo una deuda de quince mil dinares y mis pertenencias valen menos que mi deuda”. El Imam le aseguró hacerse cargo de su deuda, y así lo hizo.
8. Una noche fría y lluviosa Azzuhri vio al Imam ‘Alí ibn Husain (P) cargando harina y leña. Le preguntó: “¡Oh hijo del Mensajero de Dios! ¿Qué estás haciendo?” Le contestó: “Deseo viajar, y entonces preparo las provisiones y las transporto hacia un lugar seguro”.Azzuhri le dijo: “Este es mi esclavo, lo cargará por ti”. El lo rechazó: Azzuhri continuó: “Yo mismo lo cargaré por ti y te libraré de hacerlo”. ‘Alí ibn Husain (P) contestó: “Pero yo no quiero librar a mi alma de aquello que me salva durante mi viaje y hace bendita mi entrada al lugar que ingresaré. Te ruego por Dios que vuelvas a tus asuntos y me dejes”. Entonces se marchó. Después de varios días, Azzuhri le dijo al Imam: “Oh, hijo del Mensajero de Dios, no he visto ningún rastro del viaje que has mencionado”. El Imam le respondió (P): “Sí, ¡oh Zuhri!, ¿cómo no? No es lo que crees, sino que se trata de la muerte, y para ella me estaba proveyendo. La preparación para la muerte, sólo consiste en abstenerse de lo ilícito, otorgar la riqueza y hacer el bien”.
Imam Zainul ‘Abidín (P) por las noches de incógnito repartía pan entre los indigentes y necesitados de Medina, y les ayudaba económicamente. Cuando falleció todos entendieron que el desconocido repartidor de pan y otros alimentos era ‘Ali Ibn Al Husain, Imam Sayyad (P), y también fue evidente para todos que él era el sustentador de cien familias necesitadas de Medina, sin que ellos lo supiesen.
9. Uno de sus sobrinos, de parte de su hermana, contó: “Mi madre siempre me recomendó que mantuviese trato con mi tío, ‘Ali Ibn Al Husain (P) y no transcurrió día que no fuese a visitarlo y saliese sin provecho de su casa. A veces al ver el temor y la humildad que mostraba cuando se encontraba orando frente al Supremo, me hacía sentir temor y sumisión en mi corazón, y otras veces disfrutaba de su inmensa sabiduría”.
10. El quinto de los Inmaculados Imames, Imam Al Baqir (P) cuenta: “Cuando mi padre realizaba su oración era como un sumiso esclavo frente a un gran rey; temblaba, empalidecía por temor a Dios y efectuaba su oración tan perfectamente como si fuese la última que realizaría en su vida”.
GRANDEZA DEL IMAM ZAINUL ‘ABIDÍN (P).
Hisham, hijo de `Abdul Malik Omeya (de la dinastía Omeya), viajó a La Meca en la época de la Peregrinación. Cuando realizaba el tauaf (circunvalación) había tal cantidad de gente que le fue imposible tocar la Piedra Negra -Hayarul Asuad-, no quedándole más remedio que alejarse de la muchedumbre y esperar a que se retirasen algunos.
En ese momento entró el cuarto de los purificados Imames, Imam Zainul `Abidin (P), a la mezquita del Haram y comenzó a realizar el tauaf. Cuando la gente advirtió la presencia del Imam, le abrieron camino y pudo sin dificultad acercarse y acariciar la Piedra Negra. Hisham enfureció al ver la grandeza del Imam y el respeto que la gente mostraba hacia él. Entonces uno de los peregrinos sirios preguntó a Hisham: “¿Quién es ese hombre a quien consideran tan eminente?” Hisham, por miedo a que los sirios se interesasen en contactar con el Imam, negó conocerlo.
Farazdaq, un conocido, célebre y valiente poeta, que en esos momentos se encontraba presente, se levantó y exclamó: “¡Yo lo conozco!”, pronunciando a continuación una extensa composición elogiando al Imam.
El poema de Farazdaq hablaba tan encantadora y panegíricamente respecto al Imam, que dejo perturbado a Hisham por lo cual, inmediatamente, ordenó su detención.
Cuando Imam Zainul ‘Abidín (P) se enteró de lo sucedido y de que habían encarcelado al poeta, decidió enviarle una gratificación. Farazdaq con sinceridad devolvió los dirhames y mandó un recado al Imam que decía: “Estos poemas los pronuncié por Dios y su Enviado (BP)”. El Imam aceptó la honestidad e integridad de Farazdaq y nuevamente le envió el dinero, rogándole que lo aceptara y le aseguró que la recompensa en su futuro estaba asegurada, y declaró: “Decidle que soy de la familia de los generosos y bondadosos, y aquello que obsequiamos nunca lo volvemos a tomar...” Farazdaq complacido aceptó el galardón.
`ALI IBN UL-HUSAIN (P) ¡ESTÁ ENFERMO!
Mucha gente cuando pronunciaba el nombre del cuarto Imam (P), sin pretenderlo le llamaba el enfermo. Tal vez imaginaba que éste se encontraba siempre afligido y doliente y, por ello, representaban en sus mentes a este honorable con cara pálida, amarillenta y triste espíritu.
Pero la verdad es otra. Aquéllos que conocen la historia de la vida de este Imam saben que a lo largo de ella, nunca estuvo enfermo, a excepción de un corto período que coincidió con el martirio de su padre en Karbala, y en verdad que fue Dios quien por medio de esta indisposición protegió su vida, ya que los partidarios de Yazid al verlo tan enfermo lo dejaron tranquilo, y fue por medio de él que continuó la cadena del Imamato, asegurando de esta forma el futuro del Islam.
A continuación mencionamos algunas narraciones acerca de su enfermedad:
En el Al Irshad, del Shaij ul Mufid esta registrado: “Shimr, acompañado de algunos soldados se aceró a las tiendas de campaña, y encontró a ‘Ali Ibn Al Husain enfermo e indispuesto”.
En la obra Tadhkirat ul Jauas encontramos: “No mataron a ‘Ali Ibn Al Husain ya que se encontraba aquejado”.
Y en la obra Tabaqat leemos: “Después del martirio de Imam Husain (P), Shimr se dirigió hacia donde se encontraba ‘Ali Ibn Al Husain y ordenó a sus acompañantes que lo asesinaran, a él (P), también. Entonces uno de sus compañeros exclamó: -¡Glorificado sea Dios! ¿Es que mataremos a este joven estando enfermo y sin que haya participado en la batalla? En ese momento llegó `Umar Ibn Sa`d y exclamó: “¡Dejad en paz a las mujeres y al enfermo!”
Algunos otros también escribieron: “La enfermedad de ‘Ali Ibn Al Husain o sus indicios, continuaron hasta que llegó a la ciudad de Kufa”.
En toda la historia, fuera de esta excepción, no podemos encontrar otra ocasión en la que el Imam Zainul ‘Abidín (P) hubiese estado enfermo, por lo tanto podemos afirmar que éste, al igual que los demás Imames, fuera de las contadas ocasiones que durante corto tiempo estuvo indispuesto, siempre gozó de completa salud, cumpliendo perfectamente con sus deberes de Imam.
EL CUARTO IMAM FRENTE A LAS AUTORIDADES OPRESORAS DE ESA ÉPOCA.
Imam Zainul ‘Abidín (P) durante el período de su Imamato tuvo que enfrentarse con diferentes gobiernos opresivos como el de Yazid, `Abdul.lah Ibn Zubair, Maruan Hakam, `Abdul Malik Ibn Maruan y Ualid Ibn `Abdul Malik, gobernando cada uno de estos durante un tiempo al pueblo musulmán. Para rememorar la situación de esa época, a continuación recordamos algunas de las agresiones que realizaron estos opresores:
Después del martirio del “Señor de los Mártires”, Imam Husain (P), en el año 62 d.H., un grupo de medinenses se dirigieron hacia Sham y observaron de cerca que Yazid era un alcohólico y jugador, que pasaba la noche festejando, bebiendo, y cometiendo otros pecados. Esta delegación regresó a Medina e informaron a la gente de lo que fueron testigos. Los musulmanes, que ya se encontraban enojados por la muerte de Imam Husain (P) y sus seguidores, declararon su oposición. Yazid organizó un ejército dirigido por un hombre perverso llamado Muslim Ibn `Aqabah y lo envió a Medina, que en tres días saqueó la ciudad llevando a cabo una masacre general, en la cual fueron asesinados de la forma más salvaje diez mil hombres, mujeres, viejos y niños.
En el año 64 d.H., muere Yazid y su hijo Mu’awiyah toma el poder. Cuarenta días (o tal vez tres meses después, según otras versiones existentes de los diferentes historiadores), Mu’awiyah Ibn Yazid fue a la mezquita, subió al púlpito e hizo pública su renuncia al califato.
Después de la muerte de Yazid, `Abdul.lah Ibn Zubair que durante años esperó la oportunidad para tomar el califato, provocó una revuelta en la ciudad de La Meca y la gente del Hiyaz (Arabia), Yemen, Irak y Jurasan, hicieron el juramento de fidelidad con él.
En Sham, Maruan Ibn Hakam, después de la renuncia de Mu’awiyah Ibn Yazid y por medio de una conspiración, tomó el poder en sus manos oponiéndose al gobierno de `Abdul.lah Ibn Zubair. Posteriormente conquistó Sham y luego Egipto pero su gobierno no duró mucho tiempo, y después de su fallecimiento, el año 65 d.H., su hijo `Abdul Malik tomó el poder. `Abdul Malik fortaleció el Estado y en el año 73 d.H. cuando tuvo bajo su dominio a Sham y a Egipto, sitió -en La Meca- a `Abdul.lah Ibn Zubair y luego lo asesinó.
`Abdul Malik era un hombre cruel, envidioso y opresor. En una ocasión dijo a Sa`id Ibn Musaiieb: “Yo soy así que cuando realizo una buena obra, no me complace, y cuando realizo una mala obra, no me molesta”. Sa`id le contestó: “Es evidente que tu corazón está totalmente muerto”.
Después de que asesinó a `Abdul.lah Ibn Zubair, en uno de sus discursos dijo a la gente: “Aquél que me invite a la abstinencia y a la castidad, será degollado”.
Uno de los grandes crímenes de `Abdul Malik fue nombrar a Hayyay Ibn Iusif Zaqafi, gobernador de las ciudad de Basra y Kufa. Hayyay fue uno de los más sangrientos e indignos gobernadores que tuvo el gobierno Omeya. Era un hombre sádico que le gustaba verter sangre cruelmente. Se dedicó a molestar, torturar y matar a la gente, principalmente a los Shi’ah de `Ali Ibn Abi Talib(P). Está registrado que durante su gobierno mató aproximadamente a ciento veinte mil personas.
Imam Zainul ‘Abidín (P) era vigilado muy de cerca por los seguidores de `Abdul Malik, que buscaba encontrar un pretexto para ser más severo e insultar al Imam.
El Imam se casó con una de sus siervas a quien con anterioridad había puesto en libertad-, los espías informaron a `Abdul Malik de lo sucedido, quien de inmediato envió una carta insultante al Imam en la que decía: “Me han informado que tomasteis como esposa a una liberada, mientras que el Quraish tiene mujeres destacadas que sería un honor para vos casaros con alguna de las cuales, además os daría hijos dignos. Con este enlace no os considerasteis a vos mismo ni a la dignidad de vuestra descendencia. Wa Salam.”
El Imam le respondió: “Recibí tu carta en la cual me reprochas haberme casado con mi esclava liberada, y supones que entre las mujeres del Quraish hay alguna, con la que casarme con ella sería un gran honor para mi y me daría nobles hijos, mientras que nadie es superior a la grandeza del Mensajero de Dios (BP) pues nosotros somos del linaje del Profeta (BP) y no existe linaje superior al nuestro que pueda engrandecernos con un matrimonio... para aquél que sea honesto en cuanto a la religión de Dios, no existe nada que pueda destruir su forma de ser.
Dios por medio del Islam terminó con la inferioridad o superioridad de las razas (el Islam considera a todos igual ya sea pobre o esclavo, y casarse con uno de ellos no es un deshonor...)”.
En una ocasión `Abdul Malik quiso insultar al Imam y al mismo tiempo provocar miedo en la gente, para lo cual envió escoltado al Imam a Sham y nuevamente lo devolvió a Medina.
El año 86 d.H. `Abdul Malik muere y su hijo Ualid toma el poder en sus manos. Ualid era cruel y opresor al igual que su padre. Yalulid-Din Siuti escribió acerca de él: “Ualid fue un vil tirano”.
Ualid en el primer discurso que pronunció dijo: “Aquél que se rebele hacia mí, lo mato; y aquél que calle, el mismo silencio lo matará”.
Ualid, al igual que los demás gobernantes de esa época, estaba alarmado por la fama y popularidad de Imam Zainul `Abidin (P) y se encontraba inquieto por la personalidad intelectual y espiritual de éste. Además temía que sus seguidores se rebelasen a su gobierno, y fue por ello que no pudo soportar la presencia del Imam en la sociedad musulmana y con intrigas lo envenenó.
Al analizar la situación que sufría el Imam Zainul ‘Abidín (P) en su época, en la que se simultaneaban revueltas y diferentes crisis sociales, y tomando en cuenta a los gobiernos opresores y el rígido control al que se encontraba sometido el Imam y, añadiendo a esto que no contaba con seguidores creyentes, audaces y fieles, llegamos a la conclusión que éste no tuvo otro camino a seguir, mas que realizar enfrentamientos infructuosos, educar a estudiantes privilegiados y dejar obras científicas y éticas.
En el camino hacia La Meca un hombre se le acercó y con tono de reproche le dijo: “¿Habéis dejado a un lado el yihad -la guerra santa- y sus dificultades y os vais al hayy -peregrinación a La Meca- ¡qué sencillo! -El Imam le contestó: Si contase con seguidores devotos y creyentes, daría preferencia al yihad sobre el hayy”.
Abu `Umar Nahdi narra que Imam Zainul ‘Abidín (P) en una ocasión dijo: “En Medina y La Meca no cuento con veinte seguidores verdaderos y devotos”
EL IMAM, EDUCA E INSTRUYE A LOS MUSULMANES
Después de lo sucedido en Karbala y después de su regreso a Medina, Imam Zainul ‘Abidín (P) se apartó completamente de la vida pública, cerrando la puerta de su casa a los extraños y dedicándose enteramente a la adoración. El sólo mantenía contacto con la elite de los Sihítas, Abu Hamzah Thimmali, Abu Jalid Kabuli y otros semejantes. Ellos difundieron entre la Shi’ah las ciencias religiosas que aprendían del Imam. De esta manera el shiísmo se extendió considerablemente y mostró sus efectos durante el Imamato del quinto Imam. Entre los trabajos del cuarto Imam se encuentra un libro titulado “Sahifatus Sayyadiah” que consiste en cincuenta y siete súplicas relativas a las más sublimes ciencias Divinas y es conocido como “Los Salmos de la Casa de Muhammad”.
El Shaij at-Tusi nombra a ciento setenta de los seguidores del Imam que se dedicaron a propagar los dichos y narraciones de este Inmaculado Imam.
A continuación recordamos a tres de sus fieles compañeros:
1. Sa`id Ibn Musaiieb. El cuarto Imam acerca de Sa`id Ibn Musaiieb manifiesta: “Sa`id es uno de los hombres más sabios en cuanto a historia y el más entendido de su época.”
2. Abu Hamzah Az-Zumali. El octavo Imam (P) declaró sobre él: “Abu Hamzah en su época fue como Salman en la suya.”
3. Sa`id Ibn Yubair. Había llegado a un supremo grado en la ciencia que incluso decían: “Sobre la tierra no existe persona alguna que no requiera de la sabiduría de Ibn Yubair.”
En una ocasión que tomaron preso a Sa`id Ibn Yubair y lo llevaron ante Hayyay Zaqafi, éste le dijo: “Tú eres Shaqi Ibn Kasir no Sa`id Ibn Yubair”.
Sa`id le contestó: “Mi madre era más conocedora de por qué me nombró Sa`id”.
Hayyay, buscando un pretexto para matarlo, le preguntó: “¿Qué opinas acerca de `Umar y Abu Bakr, se encuentran en el cielo o en el infierno?”
“Si cuando muera me mandan al Paraíso, entonces podré ver quienes se encuentran ahí. Y si me mandan al Infierno, cuando vea a los pecadores los reconoceré” -le respondió Sa`id.
Hayyay volvió a preguntarle: “¿Qué opinas acerca de los Califas?”
– “Yo no soy su abogado”.
– “Cuál de los Califas es más de tu agrado?”
– “Aquél que haya complacido más a Dios, Glorificado sea”.
– “¿Cuál de ellos agradó más al Todopoderoso?”
– “Sólo Dios es sabedor de todo lo visible e invisible”.
– “¿Por qué no sonríes?”
– “¿Como puede sonreír una creación hecha de tierra que en cualquier momento puede ser destruida por el fuego?”
– “Pues, ¿por qué estamos nosotros alegres y reímos?”
– “Los corazones de las gentes son diferentes” -le contestó Sa`id.
Hayyay ordenó que trajeran unas joyas y las colocaran cerca de Sa`id. Entonces Sa`id le dijo: “Si acumulaste estos tesoros para obtener el perdón el Día del Juicio, entonces no tendrás problema alguno; pero si fuese lo contrario, el Día del Juicio es tan espantoso que incluso las madres olvidan a sus hijos lactantes. El acumular riquezas no da provecho alguno, fuera de la cantidad lícita y pura”.
Hayyay ordenó que trajeran los instrumentos musicales. Sa`id lloró. Entonces Hayyay volvió a preguntarle: “¡¿Cómo quieres que te mate?!”
“Sa`id contestó: Como quieras, juro por Dios que el Día del Juicio, Él te matará tal y como tú me mates”.
“¿Quieres que te perdone?”-le preguntó Hayyay.
“Sólo espero el perdón de Dios, puedes estar seguro que a ti nunca te lo pediré” -le contestó firmemente Sa`id.
Hayyay ordenó que se preparasen para matar a Sa`id, quien en ese momento bajo sus labios pronunció la siguiente aleya: “Vuelvo mi rostro como hanif -musulman-, hacia Quien ha creado los cielos y la tierra, y no soy asociador” (Al-An’am 6:79).
Hayyay encolerizado dijo: “¡Volved su rostro hacia otra dirección fuera de la qiblah -dirección hacia La Meca-!”
Sa`id murmuró: “De Dios son el Oriente y el Occidente. A donde quiera que os volváis, allí está la faz de Dios. Dios es inmenso, omnisciente” (Al-Baqarah 2:115).
Hayyay exclamó: “¡Volved su rostro hacia la tierra!”
Nuevamente se dejó oír la voz de Sa`id pronunciando la aleya: “Os hemos creado de ella y a ella os devolveremos, para sacaras otra vez de ella” (Ta Ha 20:55).
Hayyay encolerizado ordenó: “¡Degollado!”
Entonces Sa`id claramente testificó:
“Ash-hadu an la ilaha illal-lah wahdahu-la sharik Dios
Wa anna Muhammadan a’bduhu wa rasuluhu
Testifico que no hay más Dios que Dios, Único sin asociados y que Muhammad es Su siervo y enviado.
Y continuó diciendo: ¡Dios mío! después de mi muerte no dejes que predomine sobre nadie”.
En ese momento la sangre de Sa`id Ibn Yubair enrojeció el suelo.”
Sa`id Ibn Yubair fue uno de los verdaderos seguidores de Imam Zainul `Abidin(P), quien lo consideraba un hombre ejemplar, siendo, su relación con el Imam(P), la causa principal por la cual Hayyay ordenó su muerte.
* * *
SAHIFATUS-SAYYADIAH
Esta obra contiene súplicas y ruegos, a Dios, Glorificado sea, para que nos ayude a resolver nuestros problemas y satisfacer nuestras necesidades. Por ello, cuando el hombre siente que sus dificultades no tienen solución, cuando se siente en un callejón sin salida, espontáneamente extiende sus manos al cielo y pide e implora a Dios -un poder superior y misericordioso- Su ayuda. Y realmente que este hecho proporciona a nuestra alma tranquilidad, disminuyendo el miedo y la preocupación, y fortaleciendo nuestro espíritu.
Los psicólogos eruditos y todos aquéllos que están relacionados con los problemas del alma, aceptan las súplicas como el mejor alimento y medicina del espíritu humano, como el mejor medio para encontrar la paz interior y disminuir las presiones.
El Islam utiliza esta percepción natural para dirigir y educar a la humanidad. Los Inmaculados Imames, por medio de las súplicas y los ruegos que dejaron como recuerdo, educan a sus seguidores en las creencias correctas, igualmente muestran el medio para la curación de las enfermedades y misteriosos complejos del alma humana.
Uno de los eruditos, referente a este tema nos dice: “Uno de los grandes tesoros de la ciencia y educación islámica son las súplicas que nos legaron el Mensajero de Dios(BP) y los Inmaculados Imames(P), ya que aluden a diferentes temas tales como son el monoteísmo y la teología, la profecía, el Imamato, el sistema de gobierno y la práctica de gobernar, la ética, los derechos civiles, las leyes prácticas y las diferentes modalidades, de manera que puede decirse que todos ellos (los temas claro) son un legado de la escuela que influye en gran medida en el desarrollo de la mente, y en el progreso espiritual y social de los musulmanes, y mientras que los musulmanes no la tomen como referente no podrán llegar a la perfección en el Islam”.
Entre las súplicas y ruegos que dejaron como recuerdo nuestros guías, se encuentra la luminosa obra del cuarto de nuestros queridos Imames, Zainul `Abidin (P), el Sahifatus Sayyadiah.
Uno de los eruditos de la Escuela Sunnah, autor de la obra Tafsir ay-Yauahir, cuando la Universidad de Teología de Qum le envió una copia del Sahifatus Sayyadiah, después de estudiarla les escribió diciendo: “Tome con honor la obra entre mis manos la cual encontré única ya que consta de ciencias, estudios y conocimientos que no pueden encontrarse en ninguna otra obra. Realmente es una pena que nosotros, hasta hoy, no nos hayamos familiarizado con esta gran obra literaria, que considero es eterna en cuanto a lo que el Mensajero de Dios(P) nos legó, y aseguro que sus palabras son superiores a la palabra de cualquier hombre e inferiores a la de Dios. Ciertamente que es una obra espléndida, que Dios les otorgue lo mejor en la otra vida por este precioso obsequio que me han enviado, que les favorezca y coloque el triunfo en sus manos”.
Han sido escritas muchas explicaciones tanto en árabe como en farsi respecto al Sahifatus Sayyadiah. El difunto `Ulamah Shaij Aqa Buzurg Tehrani en su preciada obra Adh-Dhariah nombra aproximadamente setenta interpretaciones respecto al Sahifatus Sayyadiah.
A continuación mencionamos algunas de las súplicas que se encuentran en el Sahifatus Sayyadiah. En la octava súplica leemos lo siguiente:
“¡Oh Dios!, te suplico me des Tu Protección contra la ambición exagerada,
y contra la impetuosidad de la ira,
y la fuerza de la envidia,
la falta de paciencia,
la escasez de conformidad,
la depravación inmoral,
la pasión inoportuna,
el exceso de celo,
la entrega de los deseos,
la oposición a lo correcto,
la negligencia y su sopor,
el meterme en problemas,
la preferencia del mal sobre el bien,
la persistencia en el pecado,
la subestimación de la culpa,
la sobreestimación de mis (buenas) acciones,
la competencia con los adinerados,
el desprecio a los pobres,
el abuso de poder sobre aquéllos que dependen de mí,
la ingratitud hacia quienes me trataron con bondad,
el ayudar a los opresores,
el abandonar a los oprimidos,
el desear lo que no es mío,
y el hablar de cosas importantes sin tener conocimiento.
Imploramos Tu Protección contra tener la intención de traicionar a alguien, y contra el sentirnos orgullosos de nuestras buenas obras, y de tener ilusiones lejanas.
¡Oh Señor!, corremos hacia Ti buscando protección contra el mal interior (los malos pensamientos),
contra la subestimación de los pecados veniales,
el dominio de Satanás sobre nosotros,
la caída en calamidades provocadas por el curso de los eventos,
y la opresión de un tirano.
Corremos hacia Ti buscando protección contra el derroche y contra la falta de sustento.
Pedimos Tu Protección para que evites que seamos ridiculizados por nuestros enemigos,
y el rogar a nuestros semejantes,
pasar privaciones,
y morir sin preparación.
Solicitamos Tu Protección contra el gran lamento (el Día del Juicio Final),
la desgracia terrible,
el mal destino,
la privación de la buena recompensa
y la llegada del castigo.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes, y protégeme de todo esto a mí y a todos los verdaderos creyentes y las verdaderas creyentes. ¡Por Tu Misericordia, oh más Misericordioso de quienes muestran misericordia!”
Y en la vigésima súplica leemos:
“¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Haz que mi fe llegue a obtener el grado de la perfección y que mi certeza sea la mejor de las certezas y mis intensiones sean las mejores intensiones y mi conducta la mejor de las acciones.
¡Oh Señor!, aumenta mis buenas resoluciones; establece firmemente mi fe en Ti (confirma mi fe en Tu Poder Ilimitado para recompensar al justo y castigar al malvado en este mundo y en el Más Allá); reforma con tu Poder lo que se haya corrompido en mí.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Soluciona aquellos asuntos de mi vida que quitan mi oportunidad para hablar contigo. Haz que ocupe mi tiempo en obras que mañana Tú me pedirás cuentas. Y que pase mis días cumpliendo el objetivo para lo que me creaste (adorarte y servirte). Hazme independiente y bendíceme con Tu Providencia abundantemente. No dejes que la arrogancia (que es causada por la riqueza) me tiente. Dame honor pero no me dejes caer presa del orgullo. Haz que yo te adore pero no dejes que mi adoración sea echada a perder por la vanidad. Haz que de mis manos salgan obras buenas, y no dejes que éstas sean anuladas por los reproches. Dame moralidad excelente y líbrame de alardear.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. No me exaltes ni siquiera un grado entre la gente, a menos que Tú me hayas degradado en igual proporción en mi propio ego (a ese grado que llegó mi fama, en esa misma medida sienta humildad en mí mismo).
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Favoréceme con una guía correcta que yo no pueda cambiar por otra, un cambio recto del que no me pueda descarriar y un motivo bien guiado que yo no pueda dudar. Déjame vivir en tanto que mi vida sea útil para servirte. Cuando mi vida se vuelva pasto para el Demonio, complácete en llamarme de regreso hacia Ti antes de que Tu Ira avance hacia mí o Tu Enojo se fije en mí.
¡Oh Señor!, no dejes sin reformar ninguno de mis hábitos culpables; no dejes sin corregir ninguno de mis defectos reprochables; no dejes sin perfeccionar ninguna excelencia que yo tenga.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Substituye para mí el amor en vez de la enemistad de las gentes hostiles; amistad en vez de la envidia de los rebeldes; la confianza de los virtuosos en vez de la desconfianza; bondad en vez de odio de las gentes que están cerca de mí; benevolencia y afecto en vez de desobediencia; la ayuda de los parientes en vez de su abandono; sinceridad y consideración en vez del amor de los zalameros; buen comportamiento en vez del rechazo de las gentes con quienes trato; y la dulzura de la paz en vez de la amargura del temor a los tiranos.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Dame poder sobre el que discuta conmigo y la victoria contra el que me tenga mala voluntad. Dame un recurso contra el que me engañe y dominio sobre el que me trate de oprimir. Pon al descubierto la falsedad de quien me calumnie y libérame del que me amenace. Dame la gracia de obedecer a quien me dirija hacia el Camino Recto y de seguir al que me conduzca hacia éste.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Dame la gracia de poder comportarme con buena voluntad sincera con el que fue falso conmigo. Recompense con amabilidad a aquél que me traicionó; compense con la reconciliación a quien se separó de mí. Hazme diferente del que habla de mí a mi espalda, y enséñame a dar gracias por el bien que me hagan y a pasar por alto lo malo.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Adórame con las cualidades de los devotos. Vísteme con la belleza de los que se guardan del pecado extendiendo la justicia, controlando su ira, apagando el fuego de la mala voluntad, reuniendo a los que se han dispersado, haciendo las paces entre las gentes, divulgando las buenas obras de los demás y escondiendo los defectos de ellos, mejorando el buen carácter, la humildad y el trato con respeto.
La bella conducta, la disposición calmada, el trato agradable, avanzando hacia la excelencia, adoptando la generosidad, soportando los reproches, mostrando bondad incluso a quienes no la merezcan, hablando con la verdad aunque sea difícil, subestimando las buenas obras propias por grandes que sean y sobrestimando el mal personal, tomando la delantera en los buenos actos...”
* * *
RISALAT UL HUQUQ
(Tratado Sobre los Derechos)
El “Tratado sobre los Derechos”, ha sido escrito por el Imam `Ali Zainul `Abidin (P), parece ser que a pedido de uno de sus discípulos, pues en una de sus dos versiones tiene como prefacio: “Éste es el tratado de ‘Ali Ibn Al Husain para uno de sus compañeros”.
Si bien en el presente contexto la mejor manera de traducir la palabra árabe Haqq es el sentido de “derecho”, también tiene una serie de significados estrechamente relacionados entre sí y que deberían ser considerados, tales como: justicia, verdad, realidad, corrección, adecuación, necesidad, incumbencia, obligación, decoro, aptitud, acatamiento y legitimidad.
Una ojeada al “Tratado sobre los Derechos” mostrará rápidamente que la palabra “derechos” podría haber sido traducida mejor como deberes, obligaciones o responsabilidades, dado que el tratado no concierne directamente a los derechos del individuo sino a los derechos de otros individuos, que se deben observar. De todos modos, es importante preservar el término derechos, aunque más no sea para mostrar que, principalmente en términos de responsabilidades respecto a los derechos humanos, el Islam diverge profundamente de los más modernos puntos de vista occidentales, aunque tiene un profundo parentesco con otras tradiciones religiosas orientales y occidentales.
El Islam ve al individuo en todo su contexto, lo cual significa que considera primero su relación con Dios y luego su relación con las criaturas de Dios. Lo importante para el individuo en su relación con Dios es que alcanza la salvación, o en otras palabras, que sigue la guía de Dios, la cual se basa en la Misericordia y se orienta hacia lo mejor de los intereses humanos. En resumen, el Islam le quita valor a la perspectiva individual dado que los seres humanos por sí mismos y mientras viven no pueden ver nada aparte de sus propios intereses inmediatos. Pero esta desvalorización del individualismo no es una devaluación del individuo, sino que, por el contrario, le da la máxima importancia dado que apunta a su felicidad en el otro mundo.
El camino de la salvación es obedecer a Dios, y he aquí que el derecho del alma tiene que ser empleado en Su obediencia. Por su misma naturaleza y dado que “Su Misericordia precede a Su Cólera”, Dios exhibe Compasión y Guía, y el siervo al obedecerle, se hace acreedor de todo el ámbito de Su Compasión. En otras palabras, participar de la Misericordia y Compasión de Dios depende de seguir Su Guía, lo cual significa seguir la Shari'ah (la ley islámica) como fue revelada a través del Corán y la sunnah o tradición del Profeta (BP). De aquí que el Imam habla de “ocuparse en la obediencia” como el derecho clave del ego, dado que solamente así puede realizar su liberación.
El “Tratado” ha sido transmitido en dos versiones, una por el Shaij As-Saduq en sus Libros Al-Jisal y Al-Faqih, con algunas diferencias respecto de la presente versión, la cual se remonta a Abu Hamzah Az-Zumali que fue un gran discípulo del Imam Zainul `Abidin(P) quien dice: : “Éste es el tratado de ‘Ali Ibn Al Husain(P) para uno de sus compañeros”. La presente versión está en Tuhaf ul-'Uqul de Ibn Shu'bah el cual está narrado de la misma manera que en Ar-Rasa'il de Muhammad Ibn Ia'qub Al Kulaini.
Introducción:
Debes saber -Dios sea Misericordioso contigo- que Dios tiene derechos frente a ti, que te abarcan y se te aplican en todo movimiento que realices, o que dejes de hacer, en cada situación en que te encuentres, en cada miembro (corporal) que emplees y en cada instrumento que utilices. Algunos de estos derechos son mayores que otros.
A: (1) El mayor de los derechos de Dios que debes observar es aquel que Él se ha adjudicado para Sí mismo y que es la raíz de todos los derechos de la cual se ramifican. (2) Luego lo dispuso frente a ti en ti mismo, desde la cabeza hasta los pies, pasando por tus diferentes extremidades. Dios ha dado (3)a tu vista un derecho que debes observar, (4)a tu oído un derecho que debes observar, (5)a tu lengua un derecho que debes observar, (6)a tu mano un derecho que debes observar, (7)a tu pierna un derecho que debes observar, (8)a tu estómago un derecho que debes observar, y (9) a tu sexo un derecho que debes observar. Estas siete partes del cuerpo son por medio de las cuales se llevan a cabo las acciones (af'al).
* B: Después Él, Poderoso e Imponente, dispuso para tus acciones derechos que debes observar: dio (10)a tus oraciones rituales un derecho que debes observar, (11)a tu ayuno un derecho que debes observar, (12)a tu caridad un derecho que debes observar, (13)a tu ofrenda un derecho que debes observar y, a tus acciones (en general) derechos que debes observar.
* C: Después esos derechos se extienden hacia otros, quienes tienen derechos que te es obligatorio que tú observes. Lo que para ti resulta una mayor obligación es que observes los derechos de los que tienen predominio sobre ti (a'immah), después los derechos de tus subordinados (ra'iiah), luego los derechos de tus parientes (rahim).
De estos derechos se desprenden otros derechos.
* C1: Los derechos de tus líderes son tres: el que te es más obligatorio es (14)el derecho de quien te rige por medio de la autoridad, después (15) el de quien te rige por medio del conocimiento, luego (16) el derecho de quien te rige por medio de los bienes.
Esto es así ya que, todo aquel que dirige (de alguna forma) se constituye dotado de autoridad.
* C2: Los derechos de tus subordinados son tres: el más obligatorio para ti es (17)el derecho de aquellos que te son subordinados por medio de la autoridad, después (18)el derecho de los que son tus subordinados por medio del conocimiento, ya que el (ser humano) ignorante está subordinado al (ser humano) que tiene conocimiento. Después el derecho de quienes son tus subordinados por medio de los bienes, como ser (19) las esposas y (20)aquellos (esclavos) que poseas.
* C3: Los derechos de tus parientes son muchos. Están relacionados (contigo) según el grado de cercanía en el parentesco. El que te es más obligatorio para ti es (21)el derecho de tu madre, luego (22)el derecho de tu padre, luego (23)el derecho de tu hijo, luego (24)el derecho de tu hermano, luego el pariente más cercano, luego el que le sigue en proximidad, y así sucesivamente.
*D: Después viene (25)el derecho de tu amo que te favoreció (al liberarte de la esclavitud), después (26)el derecho del esclavo a quien le alcanza tu favor (al liberarlo), luego (27)el derecho de quien tiene contigo una acción bondadosa, luego (28)el derecho del Muecín que te llama al rezo ritual, luego (29)el derecho del Imam que conduce el rezo, luego (30)el derecho de quien se sienta a tu lado, luego (31)el derecho de tu vecino, luego (32)el derecho de tu compañero, luego (33)el derecho de tu socio, luego (34)el derecho de tus bienes, luego (35)el derecho de tu deudor, luego (36)el derecho de tu acreedor, luego (37)el derecho de (todo) aquel con quien relacionas, luego el (38)derecho de tu adversario que tiene una queja contra ti, luego (39)el derecho de tu adversario contra quien tú tienes una queja, luego (40)el derecho de aquel a quien guías, luego (41)el derecho de aquel a quien pides guía, luego (42)el derecho de aquel que te pide un consejo, luego (43)el derecho de quien te da consejo, luego (44)el derecho de quien es mayor que tu, luego (45)el derecho de quien es menor que tu, luego (46)el derecho de quien te pide, luego (47)el derecho de aquel a quien le pides, luego (48)el derecho de quien te ocasiona un mal por medio de la palabra o la acción, con o sin intención, luego (49)el derecho de quien te hace feliz por medio de la palabra o la acción, con o sin intención, luego (50)el derecho de la gente de tu religión en general, luego (51)el derecho de la gente del Libro que vive bajo protección (ahludh dhimmah), luego todos los derechos que rigen en la medida de las causas y tendencias de los acontecimientos.
Por lo tanto, ¡bienaventurado sea a quien Dios ayuda a cumplir lo que le prescribió de observar los derechos, aquel a quien Él concede el éxito y le pone en la dirección correcta!
A: Los Derechos de Dios
1- En cuanto al mayor de los derechos de Dios, es que le adores sin asociarle nada. Cuando haces eso con sinceridad (ijlas), Él se auto-prescribe darte suficiencia en los asuntos de este y del otro mundo y reserva para ti lo que desees del primero.
2- El derecho de tu “yo” (nafs) que debes observar, es que te empeñes en obedecer a Dios. Después das a tu lengua su derecho, a tu oído su derecho, a tu vista su derecho, a tu mano su derecho, a tu pierna su derecho, a tu estómago su derecho, a tu sexo su derecho, y buscas la ayuda de Dios en todo esto.
3- En cuanto al derecho de tu lengua, consiste en que la consideres demasiado noble para la obscenidad, la habitúes a lo bueno, le impongas educación así como reposo, salvo que sea necesario y beneficioso para la religión o la vida mundanal, la refrenes de cualquier injerencia o intromisión denigrante en la que no hay sino muy poco beneficio y de la que no se está a salvo de su perjuicio ni aún con su infrecuencia. Que los fundamentos e indicios lógicos sean considerados, ya que cuando el inteligente se engalana con su intelecto, ello resulta en un buen proceder de su lengua. No hay Fuerza sino en Dios, Altísimo y Majestuoso.
4- En cuanto al derecho del oído es que lo mantengas exento de ser convertido en un medio de lo que llega al corazón, a menos que sea una noble conversación sobre un ausente, que inspire lo bueno en tu corazón y produzca una noble virtud. Esta es la puerta que tienen las palabras hacia el corazón, que le brinda las diferentes cualidades, buenas o malas. No hay fuerza sino en Dios.
5- En cuanto al derecho de tu vista es que bajes la mirada frente a cualquier cosa que te sea ilícita, que no abuses de ella sino en aquello que dé lugar a una enseñanza tal que adquieras perspicacia o aproveches un conocimiento, ya que ciertamente que la vista es la puerta para la reflexión.
6- En cuanto al derecho de tus piernas es que no las uses para caminar hacia lo que te está vedado, que no las conviertas en tu montura para el camino que, para la gente que marcha por éste, es inestable, ya que ellas son las que te transportan y (sólo) por tu medio marchan por el sendero de la religión, y tú eres quien decide. No hay fuerza sino en Dios.
7- En cuanto al derecho de tu mano es que no la tiendas hacia lo que es ilícito para ti, no sea cosa que al extenderla tomes lo que te asegure a la larga el castigo de Dios, y a la corta la reprobación de la gente, que no la alejes de aquello que Dios prescribió, sino que debes honrarla absteniéndote (incluso) de la mayoría de lo que le es lícito y tendiéndola hacia la mayoría de lo que no le afecte. Si la mano es refrenada y ennoblecida a la corta, se hace acreedora a la larga de la mejor de las recompensas.
8- En cuanto al derecho de tu estómago es que no lo hagas un recipiente de lo que para ti es ilícito, ya sea en mucha o poca cantidad; que le procures lo lícito y que aún así no te sobrepases del límite del (consumo para el) fortalecimiento llegando a la indolencia y la pérdida de la dignidad; que lo controles cuando sienta el hambre y la sed. Ciertamente que el saciarse de una forma que lleva a la persona hasta el hartazgo es en realidad holgazanería, torpeza y un obstáculo para la bondad y la nobleza. Beber hasta hartarse de una forma que lleva a la persona hasta la saturación, es en realidad causa de estupidez, ignorancia y perdida de la dignidad .
9- En cuanto al derecho de tu sexo es que lo resguardes de lo que es ilícito y que lo ayudes mediante el recato en la mirada, y en verdad que ésta es la mejor de las ayudas. También mediante el incremento del recuerdo de la muerte, del compromiso de tu alma para con Dios e infundiéndole el temor a Él. A Dios corresponde la impecabilidad y la protección. No hay poder ni fuerza sino en Él.
B: Los Derechos de las Acciones
10- En cuanto al derecho del rezo (salat) es que sepas que es un llegar ante Dios y que a través del mismo estás frente a Él. Si supieras esto serías digno de realizarlo en la situación de quien sabe que es bajo, anhelante, trémulo, temeroso, esperanzado, humillado, despreciable, suplicante; que engrandece a quien se está dirigiendo estando calmo, cabizbajo, con sus miembros en estado de sometimiento, relajado, realizándole en su interior las mejores confidencias de su corazón, pidiéndole la liberación de su alma la cual esta asediada por sus errores y consumida por sus pecados. No hay fuerza sino en Dios.
11- En cuanto al derecho del ayuno (saum) es que sepas que se trata de un velo que Dios ha puesto sobre tu lengua, tu oído, tu vista, tu sexo y tu estómago para protegerte del Fuego. En relación a esto está el hadiz que dice "El ayuno es protección contra el Fuego". Si aplacas (el fervor de) tus miembros bajo este velo, tendrás esperanza de que estén cubiertos y protegidos (en el más allá), y si tú las dejas a un lado, te desesperaras por cubrirlos y levantarás los costados del velo descubriendo lo que no corresponde, como por ejemplo, la mirada que estimula la sensualidad y la fuerza que sobrepasa el límite del temor a Dios, y no estarás a salvo de rasgar el velo y salirte de Él. No hay fuerza sino en Dios.
12- En cuanto al derecho de la caridad (sadaqah) es que sepas que es tu provisión ante tu Señor y un depósito para el cual no necesitarás testigo. Si supieras esto, lo depositarías en secreto y estarías más seguro del mismo que si lo depositaras manifiestamente, ya que eres más digno cuando lo realizas como algo secreto que si lo realizas en forma manifiesta. Que el asunto quede en cualquier caso en secreto entre este (depósito) y tú. No busques manifestar lo que depositas procurando quien testimonie haber oído y visto (eso), como si de esa forma fuera más seguro para tu alma, y como si no confiaras que la misma caridad te devolverá lo que depositaste. No eches en cara a nadie el haberla realizado, que si lo haces no estarás a salvo de que por su causa parezcas despreciable para quien se lo hayas echado en cara. Eso sería un indicio de que tú no procurabas tu alma mediante la caridad, ya que si lo hubieras hecho así, no se lo habrías echado en cara a nadie. No hay fuerza sino en Dios.
13- En cuanto al derecho de la ofrenda (hadii – es decir el animal sacrificado durante la peregrinación) es que por su medio sinceres tu deseo hacia Dios y tu procura de Su Misericordia y Aceptación, y no busques (que se te dirijan) las miradas de la gente en lugar de la de tu Señor. Si logras esto, no serás un falso ni un simulador. Debes saber que Dios es procurado mediante lo fácil y no mediante lo difícil, ya que es eso precisamente lo que Dios pide, lo fácil y no lo dificultoso. De la misma forma, el estado de humildad o sumisión es para ti prioritario por sobre el de la arrogancia y el señorío, ya que tanto la pena como la fatiga afectan a los que alcanzan alguna jefatura. En cuanto a la humildad y al servilismo, estos no presentan pena alguna ni fatiga, ya que son innatas y están presentes en la naturaleza. No hay fuerza sino en Dios.
C1: Los Derechos de los Dotados de Autoridad.
14- En cuanto al derecho de quien te rige por medio de la autoridad (sa'isika bis sultán), es que sepas que fuiste dispuesto como una prueba para él, que él es probado en tu persona por medio de la autoridad que Dios le dispuso sobre ti, que le aconsejes sinceramente y no le enfrentes en forma que levante su mano contra ti y eso sea la causa de tu ruina y la suya propia. Que muestres humildad y amabilidad mostrando satisfacción por aquello que te impide realizar y no te perjudica en tu religión, y que le pidas socorro a Dios contra él. No le desafíes ni te le opongas. Haciendo eso le desobedecerías, te dañarías a ti mismo, ya que te expondrías a su desagrado y le expondrías a aniquilarte, y te convertirías en su ayudante contra ti mismo y en su socio en el mal que te acarrea. No hay fuerza sino en Dios.
15- En cuanto al derecho de quien te rige por medio del conocimiento (sa'isika bil 'ilm) es que le honres y le respetes en su presencia, le prestes total atención, le atiendas con real interés y le ayudes en relación a ti mismo en aquel conocimiento para el cual te es imprescindible, de forma tal que le dediques enteramente tu intelecto y le dispongas tu comprensión. Que purifiques tu corazón y hagas brillar tus ojos para él, abandonando los placeres mundanales y controlando tus pasiones. Debes saber que tú representas aquello que su enviado hace llegar a aquel que te encuentre de entre los ignorantes, ante quienes no debes dejar de representarle de la mejor manera, sin traicionarlo al hacer llegar su mensaje y de actuar según él lo haría. No hay poder ni fuerza sino en Dios.
16- En cuanto al derecho de quien te rige por medio de los bienes (sa'isika bil mulk), es semejante al de quien te rige por medio de la autoridad, sólo que éste posee lo que aquel no, por lo que es necesario que le obedezcas tanto en lo que te parezca insignificante como importante, salvo en el caso que sea algo que implique que abandones la prescripción de observar los derechos de Dios, ya que entonces estos se interpondrían entre tú y sus derechos y los de toda la Creación. Cuando ya se haya cumplimentado (el derecho de Dios), vuelve bajo su autoridad ocupándote de sus derechos. No hay fuerza sino en Dios.
C2: Los Derechos de los Subordinados
17- En cuanto a los derechos de quienes te son subordinados por medio de la autoridad (ra'iatuka bis sultán), consisten en que sepas que tu asumiste su control en virtud de tu poder sobre ellos, ya que lo que los ha colocado en posición de subordinado ante ti es su debilidad y sumisión. Lo más conveniente para aquel a quien su propia debilidad y sumisión te han hecho (indispensable y) suficiente para él, hasta llegar a convertirlo en tu subordinado y a tornar efectivo tu mandato sobre él, es que no se te resista mediante algún poder o fuerza y que no pida amparo en aquello que considere mayor que tú, salvo en Dios por medio de Su Misericordia, Protección e Indulgencia. Lo más conveniente para ti es que cuando reconozcas la virtud de ese poder y fuerza que Dios te concedió, seas agradecido con Dios, que quien agradece a Dios, El le otorga Sus bendiciones. No hay fuerza sino en Dios.
18- En cuanto al derecho de quien es tu subordinado por medio del conocimiento, (ra'iatuka bil 'ilm), es que sepas que Dios te ha dispuesto como depositario para ellos (o sea, "te ha dispuesto para ellos como depositario o responsable". Es probable que alguna de estas expresiones se haya omitido durante las transcripciones del manuscrito) en relación al conocimiento que te ha otorgado y a la sabiduría que te ha conferido. Si actúas en buena forma en aquello que Dios te ha conferido y te desempeñas como un depositario benevolente, que aconseja con desinterés a su siervo en su servilismo, que es paciente, reflexivo, que cuando ve a alguien necesitado le ayuda con los bienes que tiene, estarás bien encaminado, esperanzado y afianzado. Esto siempre que no traiciones a Dios, no seas opresor con Su creación, ni objetes Su Grandeza y Derecho a privar (de las cosas).
19- En cuanto al derecho de quien está subordinado a ti por medio del contrato matrimonial (milkun nikah), es que sepas que Dios la ha dispuesto como sosiego, tranquilidad, alegría y protección. De esa forma, ambos deben agradecer a Dios por su respectivo compañero y saber que es una bendición de Su parte. Se debe tratar de la mejor forma a esa compañía que Dios ha dado en gracia, honrarla y tratarla con ternura. Si bien tu derecho sobre ella es (de tono) más áspero e indefectible su obediencia a ti, debes saber que ella posee el derecho a la indulgencia y al cariño. Sentirse a gusto con ella está en consumar el placer, lo cual necesariamente debe ser acatado. Y eso, en verdad que es algo magnífico. No hay Fuerza sino en Dios.
20- En cuanto al derecho de quien está subordinado a ti por medio de tu posesión de él (como tu esclavo) (milkul iamin), es que sepas que es la criatura de tu Señor, tu carne y tu sangre (o sea igual que tú eres de carne y sangre), que tú lo posee y no lo creaste sino que fue Dios el que lo hizo. No creaste su oído, ni su vista, ni tampoco dispusiste los medios para su subsistencia, sino que Dios te ha abastecido con todo eso. Luego Él lo sometió a ti y te lo confió depositándolo (en tus manos) para que le protejas y procedas con él de la forma en que Él dispuso. Que le alimentes con aquello que tú mismo comes y le vistas con aquello que tú mismo vistes, no le impongas aquello que no pueda realizar. Si le aborreces, aléjale dejándole en manos de Dios y reemplázale, pero no atormentes a una criatura de Dios. No hay fuerza sino en Dios
C3: Los derechos de los Parientes
21- El derecho de tu madre es que tú seas consciente que te llevó donde nadie lleva a nadie, te dio el fruto de su corazón que nadie da a nadie, y te protegió con su oído, su vista, sus manos, sus pies, su pelo, su alegría, y con todos los miembros de su cuerpo, sintiéndose jubilosa y alegre por ello, poniendo total atención y cuidado, y tolerando molestias, sufrimientos, incomodidad y aflicción hasta que tu fuerza la apartó de ti y te dispuso sobre la tierra. Ella se sentía complacida si estabas saciado (de comida) aun teniendo ella hambre, si estabas vestido aunque ella estuviera desnuda, si estabas ahíto de bebida aún teniendo ella sed, si estabas a la sombra aún estando ella expuesta al sol. Te infundía bienestar aún en su desgracia. Te deleitaba procurándote un buen sueño aún en su desvelo. Sus entrañas fueron para ti un recipiente y su regazo un cobertor. Sus pechos fueron tu abrevadero, y todo su ser una protección para ti. Soportó y te protegió del calor y frío de este mundo. Debes agradecerle por todo eso, pero no serás capaz de hacerlo sino a través de la ayuda de Dios.
22- En cuanto al derecho de tu padre, es que sepas que es tu origen y tú su ramificación, y que si no fuera por él no estarías. Siempre que veas algo en ti que te agrade, sabe que tu padre es la raíz de esas bendiciones. Por lo tanto, alaba a Dios y agradécele en esa medida. No hay fuerza sino en Dios.
23- En cuanto al derecho de tu hijo, es que sepas que proviene de ti, y que te será añadido el bien o mal que realice en esta vida pasajera. Tu eres responsable por eso que se te ha confiado, respecto a su buena educación, la orientación hacia su Señor, y a ayudarle a obedecer a Dios, tanto por ti como por él mismo, ya que será tanto recompensado como castigado. Haz a su respecto como quien quiere engalanarse mediante su buena influencia sobre él en (el período de) esta vida pasajera, y como quien tiene la disculpa ante su Señor por el trato que con él tuviste al detenerle y sujetarle con buena forma y propósito. No hay fuerza sino en Dios.
24- En cuanto al derecho de tu hermano, es que sepas que él es tu mano la cual extiendes, tu espalda en la cual te refugias y confías, tu fuerza en la cual te apoyas, tu poder con el cual atacas. No lo tomes como un arma con la cual desobedecer a Dios, ni como un elemento con el cual oprimir a las criaturas de Dios. No dejes de auxiliarle aún contra si mismo, ni de ayudarle contra su enemigo, ni de interponerte entre él y sus demonios, ni de aconsejarle, ni de interesarte en su persona en el camino de Dios. Y esto, si obedece a su Señor, y le responde en buena forma, en caso contrario, ten en cuenta que es Dios a quien debes considerar más noble y a quien debes honrar más que a él.
D: Los derechos de las demás Personas
25- En cuanto al derecho de quien te ha favorecido con la libertad, es que sepas que él ha gastado en ti de sus bienes, y te ha sacado, de la humillación de la servidumbre y su crueldad, hacia la grandeza de la libertad y su humanidad. Te liberó del cautiverio de estar bajo posesión. Te saco de los círculos de la esclavitud. Te hizo percibir el aroma de la grandeza. Te sacó de la prisión de la coerción. Alejó de ti la dificultad. Te hizo permisible el mundo en su totalidad. Te hizo dueño de ti mismo. Desató la correa que te sujetaba. Te dejó dedicado a la adoración de tu Señor. Hizo todo eso tolerando la disminución de su riqueza. Así que debes saber que él es para ti, en tu vida y en tu muerte, el que tiene prioridad entre las criaturas después de tus parientes, y más derecho a tu auxilio, ayuda y protección en el sendero de Dios. Así que no te prefieras a ti mismo en aquello que él necesite.
26- El derecho de tu siervo sobre quien ha recaído tu favor, es que sepas que Dios te ha dispuesto como su protector, guardián, auxiliador y fortaleza, y que lo ha dispuesto a él como un medio y un vínculo entre tú y Él. Entonces, lo más apropiado es que te proteja del fuego y ello resulte a la larga una recompensa para él (en el más allá). Dios ha decretado para ti su herencia, en el caso de que no tenga parientes, como retribución por aquello que gastaste en él y por haber observado sus derechos después de ello. Así que en el caso de que no hayas observado sus derechos, será de temer que te sea conveniente su herencia. No hay fuerza sino en Dios.
27- En cuanto al derecho de quien tiene un acto amable (dhul ma'ruf) para contigo, es que le agradezcas y hagas mención de su amabilidad, que divulgues a su favor bellas palabras, que suplique sinceramente por él en eso que está entre tú y Dios, Glorificado Sea. Si tú procedes así, le habrás agradecido tanto en secreto como abiertamente. Luego, si te es posible retribuirle (el favor), hazlo, y sino, debes estar preparado para ello y tener dispuesta la retribución.
28- En cuanto al derecho del Muecín, es que sepas que está recordándote a tu Señor, invocándote hacia tu dicha, y que es quien mejor te ayuda a cumplir lo que Dios te ha prescrito. Por lo tanto agradécele de la forma en que lo haces con quien te hace un bien. Si te encuentras en tu casa preocupado por esto, no serás objeto de acusación a su respecto ante Dios, y habrás comprendido que él es una indudable gracia de Dios para contigo. Entonces, hazte de buena compañía y amistad con esa gracia de Dios, alabándole por ella en cualquier caso. No hay fuerza sino en Dios.
29- En cuanto al derecho de tu Imam en la oración, es que sepas que él ha asumido la mediación entre tú y Dios, y la comparecencia ante tu Señor. Habla por ti, pero tú no hablas por él. Suplica por ti, pero tú no suplicas por él. Pide por ti, pero tú no pides por él. Te ha ahorrado la preocupación de ponerte frente a Dios y ha asumido la súplica por ti. Y como si esto no te bastara, si en algo de ello hubiera falta o defecto, a él le incumbe la responsabilidad y no a ti. Si en ello hubiera extralimitación, no serías copartícipe de eso, y no tiene (sólo por esto) ninguna virtud sobre ti. Así, ha preservado tu alma mediante la suya, y lo mismo ha hecho con tu oración mediante la suya. Debes agradecerle por ello. No hay Poder ni Fuerza sino en Dios.
30- En cuanto al derecho de quien se sienta junto a ti, es que lo trates con afabilidad y cordialidad, y que muestres imparcialidad hacia él mientras rivalizan en el habla. No apartes de él la vista en forma descomedida cuando ambos se estén mirando, y que cuando le hables te propongas hacerle comprender. Si eres tú el que fue a sentarse con él, puedes levantarte cuando lo desees, pero si es él el que fue a sentarse contigo, el tendrá tal opción, y no te levantes sino con su permiso. No hay fuerza sino en Dios.
31- En cuanto al derecho de tu vecino (yar), es que lo cuides cuando está ausente, lo honres cuando está presente, y que lo auxilies y ayudes en ambas situaciones. No persigas ningún defecto suyo, ni indagues para conocer algo malo de él, y si lo averiguas sin intención, no habrá responsabilidad (de tu parte). En este caso, resguarda lo que supiste como si fueras una impenetrable y bien oculta fortaleza, de forma tal que si las lanzas (de la maledicencia) lo procuran interiormente no le lleguen a tocar por estar protegido en ella. No le escuches a hurtadillas de forma que él no lo sepa. No lo desampares en la dificultad, ni le envidies por lo que fue agraciado. No des importancia a sus errores y perdona sus faltas. No escatimes paciencia con él cuando actúe contigo en forma ignorante, y no dejes de estar en paz con él. Aleja de él la injuria y contrarresta el ardid que pudiera tener algún consejo que se le dé. Trátale de manera distinguida. No hay Poder ni Fuerza sino en Dios.
32- En cuanto al derecho del compañero (sahib), es que lo acompañes con un motivo virtuoso y generoso mientras puedas hacerlo, y sino, por lo menos con equidad y honradez. Debes honrarlo así como él te honra y protegerlo como te protege. No permitas que en el trato que tienen te preceda en la acción generosa, y si lo hizo, retribúyesela. No seas negligente respecto al afecto que merece, e imponte a ti mismo el aconsejarle, custodiarle, ayudarle a obedecer a su Señor y auxiliarle en su alma en aquello en que no le importe desobedecer a su Señor. Luego, sé para él una misericordia y no un castigo. No hay fuerza sino en Dios.
33- En cuanto al derecho del socio (sharik), es que si él se ausentara, tú deberías bastarle en sus asuntos, y si estuviera presente, trátale con igualdad. Que no resuelvas sólo de acuerdo a tu juicio sin que él exponga el suyo, y no obres según tu opinión sin consultarle. Debes cuidar de su propiedad y no le traiciones ya sea en algo de importancia o insignificante, ya que “la mano de Dios está sobre las de ambos socios, en tanto no se traicionen el uno al otro”. No hay fuerza sino en Dios.
34- En cuanto al derecho de la riqueza (mal), es que no la obtengas sino a través de lo que es lícito, que no la gastes sino en aquello que está permitido, que no la desvíes cuando ya está destinada a una cosa (en particular), que no trastoques su sentido, y que si proviene de (algo relacionado a la religión de) Dios, no la dispongas sino en Su causa. No te prives de ella reservándola para quien tal vez no te agradezca, sino que incluso no use en buena forma lo que le hayas dejado como herencia, ni la utilice en obediencia a tu Señor, ya que entonces le habrías ayudado en ello; o bien, embellezca la opinión de sí mismo por cumplir obediencia a su Señor con el producto de tu riqueza, llevándose así honores sin esfuerzo. De esta manera, atraerías el pecado, el lamento y el arrepentimiento como consecuencia. No hay fuerza sino en Dios.
35- En cuanto al derecho de tu acreedor (al garim at talibu lak), es que si dispones de recursos le pagues, le satisfagas y le compenses y no le despaches ni te demores (más), ya que dijo el Mensajero de Dios(BP): “La demora (en pagar) de quien es rico, es en realidad opresión”. Y si estás en una situación difícil, debes dejarlo satisfecho con buenas palabras, requerirle (una prórroga) de la mejor manera y despedirlo con gentileza. De esta manera, no agregarás el mal trato a su disminución de riqueza, ya que eso sería actuar con vileza. No hay fuerza sino en Dios.
36- En cuanto al derecho de aquel con quien te relacionas (jalit), es que no le engañes, ni le ilusiones, ni le mientas, ni le desatiendas, ni le traiciones, ni hagas nada por arruinarle como un enemigo que no permanece con su compañero. Si él confía en ti, debes profundizar en tu alma a su respecto, y entonces sabrías que engañar a quien ha entregado su confianza es como realizar usura u obtener un lucro ilícito. No hay fuerza sino en Dios.
37- En cuanto al derecho de tu adversario que tiene una queja contra ti (al jasmil mudda'i 'alaik), es que si aquello que alega es cierto no invalides su argumento, y no hagas nada por anular su acusación. Tú mismo deberías ser adversario de tu alma a su favor. Debes ser tu propio juez y un testigo a favor de él por el solo derecho que le corresponde, sin que haga falta el testimonio de otros. Ciertamente que éste es un derecho de Dios contra ti. En el caso de que lo que reclama en tu contra sea falso, deberías tratarle con benevolencia, y le infundirías el ser temeroso de su religión y le exigirías jurar por ella, tratarías de quebrar su cólera contra ti mediante el recuerdo de Dios y de hacer que deje de lado la palabrería y el alboroto que le impide que se le aparte el enojo (que es propio) de quien es tu enemigo e incluso le hace insistir en su falta y afilar la espada de su enemistad, ya que la palabra mala acarrea el mal. Y el bien es reprimido por el mal. No hay fuerza sino en Dios.
38- En cuanto al derecho de tu adversario contra quien tú tienes una queja (al jasmil mudda'a 'alaih), es que si aquello que alegas contra él es cierto, te dirijas en la más amable forma durante la discusión al plantear la acusación, ya que el solo hecho de ser realizada ésta es algo grosero y rudo a los oídos del acusado. Debes referir tus pruebas con amabilidad, concediéndole la mayor de las oportunidades, argumentando de la forma más explícita y con la mayor benevolencia. No te desvíes de tus pruebas disputando en medio de habladuría y parloteo, ya que se disgregarían tus pruebas sin que te percates de ello. No hay fuerza sino en Dios.
39- En cuanto al derecho de aquel que solicita guía (mustashir), es que si se presenta ante ti para exponer una opinión, te esfuerces en aconsejarlo indicándole lo que sabes que harías tú mismo si estuvieras en su lugar. Que esto surja de ti con misericordia y afecto, ya que el afecto sociabiliza lo tosco, mientras que la rudeza retrae aquello que es objeto de sociabilidad. Si es que se presenta ante ti sin exponerte una opinión, y alguien en quien tú confías conoce su opinión y tu alma se siente satisfecha, lo guiarías y orientarías hacia él. Así, no le habrías abandonado sin hacerle un bien, ni habrás dejado de aconsejarle. No hay fuerza sino en Dios.
40- En cuanto al derecho de aquel a quien pides guía (al mushiru 'alaik), es que no lo acuses por dar una opinión que no te agrade cuando esté orientándote, ya que eso sólo estará señalando las diferencias de ideas y proceder de la gente. Si tienes alguna duda o sospecha de su opinión, debes ser tú el que tome una decisión y no él, pero no te es permitida tal sospecha si tienes ante ti a quien es digno y apto para consultar. No dejes de agradecerle como mejor te parezca por definir su opinión y su buena disposición para responder a sus consultas. Si estás conforme con su opinión, glorifica a Dios y acéptala de tu hermano con agradecimiento y retribuyéndole de igual forma cuando él requiera lo mismo de ti. No hay fuerza sino en Dios.
41- En cuanto al derecho de aquel que te pide un consejo (mustansih), es que se lo brindes de la manera que consideres más apropiado para aquello que está exponiéndote, y expresándoselo de la forma que sea más agradable a sus oídos. Debes hablarle de acuerdo a la capacidad de su intelecto, ya que toda mente tiene una aptitud para entender u obviar las palabras. En todo caso, que tu método esté basado en la misericordia. No hay fuerza sino en Dios.
42- En cuanto al derecho de quien te da consejo (nasih), es que te comportes amablemente con él, impregnes tu corazón de sus consejos y le prestes oído a lo que dice para así entenderlos. Luego reflexiona sobre ellos, y si ves que eran justos y atinados, alaba a Dios por ello, acéptaselos y reconoce su sinceridad. Si no son acertados, trátalo con misericordia, no sospeches de él y reconoce que no dejó de aconsejarte sólo que se equivocó, a menos que tengas alguna prueba que acredite tal sospecha. En ese caso, no le prestes atención de ningún modo. No hay fuerza sino en Dios.
43- En cuanto al derecho de quien es mayor que tú (kabir), es que le muestres deferencia por su edad y le honres por su Islam, si es que se cuenta entre los virtuosos, anteponiéndole en lo que respecta al Islam y no enfrentándole en una discusión. No te le adelantes ni te le coloques al frente de un camino. No le consideres un ignorante, y si actúa contigo como tal, tolérale y hónrale por el derecho que le concierne por su edad en el Islam, ya que, ciertamente que el derecho de la edad está en la medida de su Islam. No ha y fuerza sino en Dios.
44- En cuanto al derecho de quien es menor que tú (saguir), es que seas compasivo con él, le eduques, le enseñes, le perdones, le protejas, seas amable, le ayudes, disimules sus errores ocasionados por su juventud, ya que estos son motivo de arrepentimiento, le halagues y no le seas hostil. Ciertamente que esto hará más próximo su desarrollo.
45- En cuanto al derecho de quien te pide (sa'il), es que le otorgues mientras tengas certeza de su veracidad y puedas satisfacer sus necesidades, que supliques por él por lo que le acontece y que le ayudes en lo que requiera. Si dudaras de su veracidad, se antepusiera la sospecha, y no te decides que hacer, no estarás a salvo de que eso sea una artimaña de Satanás que quiere alejarte de tu dicha e interponerse entre tú y tu acercamiento a tu Señor, por lo que lo dejarías y despedirías en buena forma. Y si vences a tu propia alma en el asunto, dale lo que te sugiera tu interior, ya que ciertamente que ello forma parte de los asuntos en que uno mismo da muestras de resolución.
46- En cuanto al derecho de aquel a quien le pides (mas'ul), es que cuando dé algo le sea aceptado con agradecimiento, reconociendo su virtud, aceptando la excusa en lo que se rehúse a dar y pensando bien de él. Debes saber que si él se rehúsa (a darte algo) nada le prohíbe hacerlo y no se reprocha respecto a su propia riqueza. Si es que es opresor, en verdad que “el ser humano es tirano y desagradecido”.
47- En cuanto al derecho de quien te hace feliz por medio de sí mismo o por sus acciones, es que si obra con intención, alabes a Dios como primera medida y luego agradezcas a esa persona por eso en la medida de lo que merece, le retribuyas por la virtud de anticiparse y estés preparado para compensárselo. Si no obró con intención, alaba a Dios y luego agradécele a Él mismo, ya que habrás entendido que provino de Él, y te distinguió con eso. A ti te habrá complacido eso, al ser causa de las gracias de Dios sobre ti y por esperar después algo mejor. Por cierto que las causas de las gracias son bendiciones provengan de donde provienen, aunque no se realicen con intención. No hay fuerza sino en Dios.
48- En cuanto al derecho de quien te ocasiona un mal por medio de la palabra o la acción, es que si lo realiza intencionalmente, el perdón será lo principal para ti, porque en ello está lo óptimo, la elevada educación y otras bondades semejantes de la moral. Dice Dios en el Corán: “…A quienes se defiendan después de haber sido tratados injustamente, no serán objeto de reproche. Sólo se harán acreedores al reproche quienes oprimen a la gente y tiranicen en la tierra injustamente. Éstos sufrirán un severo castigo. En cambio, quien sea paciente y perdone, (que sepa) que está en esas situaciones donde se realiza una gran determinación”. También dice, Poderoso e Imponente: “Si castigáis, hacedlo del mismo modo que fueseis castigados, pero si tenéis paciencia, ello será mejor para los perseverantes”. Esto cuando se ha obrado con premeditación, pero si no ha sido así, no le oprimas procurando vengarte de él, ya que le devolverías con premeditación lo que te hizo por error. Debes tratarle gentilmente y despedirle lo más amable que puedas. No hay fuerza sino en Dios.
49- En cuanto al derecho de la gente de tu religión en general, (ahlu mil-latika 'ammah), es que les infundas seguridad, les difundas la misericordia y seas amable con quien de entre ellos actúe mal, unas a las personas, que las corrijas, que agradezcas a quien actúa bien consigo mismo y por lo tanto para contigo, ya que su buena acción para consigo es también para contigo si es que con ello te ahorra de tener que sustentarle, y te pone a salvo (de sí mismo) al aprisionar su ego. Incluye a todos al invocarles. Auxíliales a todos con tu ayuda. Debes dar a todos su posición en relación a ti: al mayor de entre ellos la posición de padre, al menor la posición de hijo, y al del medio la posición de hermano. Si alguien se te presenta, trátale con bondad y misericordia, y da a tu hermano lo que a un hermano es obligación dar.
50- En cuanto al derecho de la gente del Libro que vive bajo protección (ahludh dhimmah), el juicio es que aceptes de ellos lo que Dios ha aceptado de ellos y cumplas con lo que Dios ha dispuesto como parte de Su protección y pacto. Encomiéndale a Él, en lo que requieran de sí mismos y a lo que se vean compelidos. Debes juzgarles de acuerdo a lo mismo que Dios ha dispuesto para juzgarte, en cualquier transacción que pueda mediar entre tú y ellos. Que entre tú y tu opresión de ellos se interponga la observancia de la protección que Dios les ha dado y el cumplir con Su pacto. Lo pactado por el Mensajero de Dios será un impedimento para ello, ya que él dijo: “Quien oprima después de haber pactado me tendrá como adversario”, por lo tanto, teme a Dios. No hay poder ni fuerza sino en Dios.
Estos son cincuenta derechos que te circundan. No los transgredas en ningún caso en que te sea obligatorio observarlos y cumplimentarlos. Pide ayuda en esto a Dios, Exaltado Sea en Su alabanza. No hay poder ni fuerza sino en Dios. Que la alabanza sea para Dios. Señor del Universo.
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A continuación mencionamos una traducción libre del poema de Farazdaq que mencionamos al principio de este libro:
¡Oh cuestionador que me preguntas de la generosidad y magnanimidad de éste!
La clara respuesta a ésta, se encuentra en mis manos, cuando aparezcan sus buscadores.
Él es aquél que la tierra de La Meca sintió sus pisadas.
Y la casa de la Ka`bah, el Haram de Dios y sus alrededores lo conocen.
Él es hijo de los mejores servidores de Dios.
Es virtuoso y casto, puro y bien conocido.
Él es aquél cuyo padre es Ahmad, el Enviado de Dios.
Las bendiciones de Dios, Todopoderoso, sean siempre para él.
Si el pilar (se refiere al pilar de la casa de Dios, de la Ka`bah) supiese quién vino a besarlo,
Gritaría a la tierra para que ésta besase las plantas de sus pies.
Su nombre es `Ali y el Mensajero de Dios es su padre.
Y los pueblos serán dirigidos por su luminosa guía.
Él es aquél quién uno de sus tíos es Ya’far Taiiar y otro, el mártir.
Ese valiente hombre que por su amistad juran.
Hijo de la gran Señora Fatimah.
Hijo del albacea del Profeta, aquél en cuya espada se ocultaba la muerte de los paganos e idólatras.
Cuando el Quraish lo ve, admite que no hay excelsitud superior a la de él.
Ni tampoco puede imaginar a alguien más eminente que él.
Él está relacionado con la Suprema Gloria.
Que ni la mano del árabe y el no árabe la podrá alcanzar.
¡Oh, Hisham! Por qué finges no conocerlo y preguntas ¿quién es?, sabes muy bien que con ello no perjudicas su persona.
Ya que el árabe y el no árabe saben perfectamente lo que tu niegas.
Por modestia baja su vista frente a los demás, y la vista de los demás baja cuando ven su majestuosidad.
Y nadie es capaz de dirigirse a él sin sonreír.
La luminosidad de su frente rompe el velo de la obscuridad.
Tal y como lo hace el sol que con su brillo termina con la obscuridad.
Es tan generoso que nunca ha negado nada, a menos que testifique.
Y si no fuese para afirmar que LA ILAHA ILLAL-LAH, no hay Dios más que Uno, entonces no negaría sino que afirmaría.
Su origen viene del Mensajero Divino(BP).
El lugar donde se creo fue inmaculado, su desarrollo puro y noble carácter.
Se hace responsable de los problemas de otros,
Cuando estos no encuentran solución para ellos.
Si dice algo, es una orden para todos,
Y sus palabras son su propio ornamento.
Si no lo conoces, él es hijo de Fatimah,
Y su padre fue el último enviado de Dios.
Dios lo creó desde la antigüedad, supremo y magno,
Y con la pluma milagrosa lo había grabado así en la Tabla Protegida -Lauh Mahfuz- (Libro Divino en el cual está escrito desde el principio hasta el final de la creación).
Él es aquél que las virtudes de los profetas, son incomparables a las de su antepasado (BP),
Y su (BP) comunidad superior a las otras comunidades.
Su generosidad cubrió toda la creación,
Y se han alejado por él la perversión, el hambre y la oscuridad.
Sus manos son como nubes de bondad que hacen llegar a todos sus beneficios.
Da obsequios que nunca se consumen.
Es ternura y delicadeza y no existe en él rudeza ni aspereza.
Dos cualidades lo embellecen, la paciencia y la generosidad.
Nunca actúa en contra de lo que promete y su existencia es bendita.
El umbral de su casa es muy amplio (las puertas de su casa están abiertas para todos).
Él pertenece a aquéllos que son amigos de la religión y enemigos de la incredulidad.
Y acercarse a él es obtener la salvación y la liberación.
Sus virtudes disuelven cualquier sedición y conspiración.
Y su benevolencia y bondad se incrementan.
Al iniciar o finalizar cualquier plática,
Después del nombre de Dios su nombre es mencionado.
Si recordásemos a los devotos, él es el líder de ellos.
Y si preguntásemos quiénes son los mejores hombres sobre la tierra, en respuesta escucharíamos sus nombres.
Ningún misericordioso después de verlos puede considerarse misericordioso,
Y nadie les puede igualar en generosidad y valentía.
Ellos son beneficioso al igual que el agua después de una sequía.
Y pelean como un león salvaje cuando se encienden las llamas de la guerra.
Nunca se reprochan nada.
Tienen una moral magnificente y sus manos son como una lluvia perseverante de dádiva.
La carestía nunca disminuye la dádiva de sus manos.
Para ellos es igual tener que carecer.
Cuál de las tribus no agradece a sus generosos ancestros.
O a él mismo por sus favores.
Aquél que conoce a Dios, conoce el linaje de éste magnánimo.
La gente tomó de las manos de este excelente la religión y la guía.
Los quraishitas, sólo van a su casa en busca de ayuda para resolver sus problemas.
Así también para obtener un dictamen.
Su ascendiente es el Mensajero Divino(BP) del Quraish,
Y otro de sus antepasados es el Príncipe de los Creyentes, `Ali, que quedó como albacea y guía de la gente después de Muhammad(BP).
La guerra de Badr fue testigo suyo,
Y el valle de Uhud, la guerra de Jandaq y el día de la conquista de La Meca, todos ellos lo presenciaron.
Y Jaibar y Hunain atestiguan por él.
Y también la peligrosa guerra de Bani Quraizah en aquel día tan difícil.
Por último enviamos sinceros saludos al alma de Farazdaq pues creemos necesario recordar que este poema elocuente y valiente, fue pronunciado en el momento preciso, ocasionando un gran conflicto y un gran peligro para él, pero a cambio defendió la verdad y la justicia valientemente. Sin embargo, aquello que Farazdaq dijo fue sólo una parte de las virtudes del Imam y sus excelentes antepasados, ya que sabemos perfectamente que es imposible medir el cielo a pasos y el mar con una copa, pues aquello que el poeta declaró no fue un puño de un costal sino un grano de un silo de trigo.
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