“Allí, detrás de aquellos árboles, se encuentra nuestra tierra sagrada, queridos.” Esto es lo que Hayy Abu Imad les dice a sus nietos siempre que va a la frontera palestino-libanesa, en el sur de Líbano.
La culminación de las frecuentes visitas de Hayy Abu Imad a la frontera se produce cada 30 de Marzo, desde que la Resistencia expulsó a las tropas de ocupación israelíes de la mayor parte del sur de Líbano en 2000. La fecha conmemora el Día de la Tierra.
El palestino, de 76 años de edad, que sufrió la amargura de la expulsión de su hogar en Al Jalil en 1948, acompaña a sus dos nietos, Ahmed y Yihad, a un punto desde donde ellos puedan ver tanto como sea posible de la Palestina ocupada. “Cuando fuimos expulsados de nuestros hogares dejamos todo lo que poseíamos allí, cerramos la puerta y conservamos la llave. Esta llave que está con nosotros significa la esperanza de volver. Yo tenía 14 años entonces. Ahora tengo 76 y no quiero que vosotros perdáis la esperanza tampoco. Todo lo que veis al otro lado de la frontera es vuestro y ésta es la llave para recuperar vuestro hogar un día,” dijo el anciano a sus nietos.
Judith Miller y David Samuels escribieron en un artículo en 2009 (Sin camino de regreso: la tragedia de la diáspora palestina) en el diario The Independent, donde señalaron: “Durante décadas, los gobiernos árabes han justificado su decisión de mantener a millones de palestinos como refugiados en campos escuálidos como medio para mantener la presión sobre Israel. Ellos dicen que el problema se resolverá cuando Israel acceda a que los palestinos tengan su propio estado. Sin embargo, en las dos décadas transcurridas desde el final de la Guerra Fría, después de dos guerras del Golfo y el ascenso y caída del proceso de paz de Oslo ni un solo refugiado palestino ha regresado a su tierra y sólo un puñado de envejecidos funcionarios políticos han vuelto de los países árabes a Cisjordania y Gaza. En lugar de ello, los fracasados planes de paz y el cambio en las prioridades políticas han resultado en una segunda Nakba o catástrofe.”
Cada 30 de Marzo de las pasadas décadas, Hayy Abu Imad y todos los palestinos dispersos por varios países conmemoran el Día de la Tierra para protestar contra la ocupación y los planes expansionistas israelíes en Palestina.
El 30 de Marzo de 1976, las fuerzas de ocupación israelí mataron a seis palestinos e hirieron a varias decenas más mientras se estaban manifestando en contra de la confiscación de 5.000 acres de tierra en la Galilea, al norte de Palestina, entre las localidades de Sijnin y Arrabe. Huelgas de solidaridad fueron llevadas a cabo simultáneamente en Cisjordania, Gaza y en la mayor parte de los campos de refugiados en Líbano.
Este año, el Día de la Tierra se produce después de que el gobierno de ocupación israelí anunciara su voluntad para construir miles de nuevas viviendas para colonos israelíes en la Cisjordania y el Jerusalén Este, territorios palestinos ocupados. “Construir en Jerusalén es como construir en Tel Aviv,” dijo el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu a principios de marzo.
Este año el Día de la Tierra se produce después de más de 62 años de ocupación, más de 22 cumbres árabes, más de 18 años de negociaciones dentro del marco del proceso iniciado en Oslo, dos intifadas y casi 4,5 millones de palestinos viviendo en la diáspora, como es el caso de Ahmed y Yihad, que cuentan con que la conciencia, la firmeza y la resistencia árabe garanticen su regreso a su hogar algún día.