El imaginario ‘califato’ menguante del Daesh puede tener los días contados. Derrota tras derrota su territorio se parece cada vez más a una tela de araña que se encoje. Este fin de semana, los rebeldes apoyados por Turquía les arrebataron el control de un pedazo de frontera vital para la llegada de víveres, armamento y combatientes. De nada sirve ya ocultarlo, el grupo está en una evidente retirada. Y ya han empezado a preparar a sus seguidores para la derrota.
La organización terrorista wahabí emitió recientemente un vídeo dirigido a sus miembros y simpatizantes aparentemente preparándolos para el golpe. “Los muyahidines justos son probados por Dios. Él permite al mal ganar una ronda para ver si nuestra fe en Él es sólida. Su recompensa por la paciencia y la celebración de la fe es proporcional a la gravedad de su prueba”, afirman según la revista Middle East Briefing .
La grabación explica numerosas historias recogidas en los libros religiosos sobre los sufrimientos de los mensajeros de Dios. Uno de los jeques de la organización asegura que cuanto más grande es el amor de Dios hacia sus verdaderos seguidores, más fuertemente les pone a prueba. Lo que vendría a ser una forma de ver el vaso medio lleno a la manera takfirí.
En otro vídeo del 30 de agosto, cuya dureza impide su publicación en LaVanguardia.com, se puede observar también el cambio de discurso. Ya no se habla de victoria, sino de martirio. Entre imágenes de ejecuciones, la grabación explica la historia de un aguerrido muyahidin que muere en el campo de batalla y cuya alma mártir llegará al paraíso. No es ni común ni casual que el Daesh haga públicas imágenes de sus muertos.
En otras palabras, el Daesh ya no tiene prácticamente donde agarrarse. La organización terrorista anti-islámica va camino de convertirse en una mera (pero más peligrosa para Occidente) guerrilla, cuando no hace tanto era un poderoso ejército capaz de controlar en 2014 las vidas de ocho millones de personas.
Prueba de ello es la cadena de atentados contra objetivos gubernamentales sirios y kurdos en distintas partes de Siria que ayer lunes dejó medio centenar de muertos. Pese a que no es la primera vez que acomete ataques de este tipo, sobre todo en Iraq, el hecho de que cada vez sean más habituales demuestran el cambio de rumbo de su estrategia.
El 4 de septiembre, el Daesh quedó acorralado en el norte de Siria, sin salida hacia Turquía, tras una ofensiva de facciones rebeldes apoyadas por Ankara en la que le arrebataron las últimas ciudades que mantenía bajo su control en la frontera.
Semanas antes, el 12 de agosto, las Fuerzas Democráticas Sirias, dominada por los kurdos, lograba hacerse con la estratégica ciudad de Manbij tras semanas de intensos enfrentamientos. Con esta derrota, el Daesh perdía el acceso a la principal ruta de abastecimiento hacia su bastión en el norte de siria, la ciudad de Raqqa.
Si esto no fuera suficiente para minar la moral de los terroristas wahabíes, el 31 de agosto la organización confirmaba la muerte de Abu Mohamed al Adnani, su poderoso portavoz y propagandista, uno de los hombres más cercanos al califa Ibrahim. En julio también cayó Tarján Batirashvili, el jefe militar del grupo, que ahora ha sido substituido por el exmilitar de élite tayiko Gulmurod Jalímov.
No es de extrañar, por tanto, que numeroso milicianos venidos de todas partes del mundo estén pensando en regresar a casa, algo que preocupa sobremanera a los servicios de inteligencia. Estas personas, radicalizadas, armadas y entrenadas, pueden presentar una amenaza grave en un futuro cercano. Se calcula que entre las filas del Daesh hay entre 5.000 y 7.000 europeos.
Y mientras tanto, en Iraq, la ofensiva para recuperar Mosul es sólo cuestión de tiempo. Los terroristas wahabíes siguen controlando la segunda mayor ciudad del país y es muy poca la información que llega, pero cada vez hay más evidencias de la existencia de una insurgencia interna contra la organización. Pintadas en las paredes e incluso ataques armados llevan meses registrándose.
Un líder kurdo explicaba a Middle East Briefing que el pasado 27 de agosto se produjeron emboscadas contra mercenarios del Daesh en diversos barrios de la ciudad. Al parecer, 11 yihadistas murieron en una noche. Al día siguiente, la organización ejecutó a seis civiles acusados de espionaje en una plaza pública de Mosul. Los quemó vivos.
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