Ocho de cada 10 muertes por cólera ocurren en la actualidad en las zonas del país árabe que resisten frente a la campaña bélica de Arabia Saudí, respaldada por sus aliados —Estados Unidos y el Reino Unido, en particular y desde el primer día— por reinstaurar en el poder al expresidente fugitivo prosaudí Abdu Rabu Mansur Hadi.
Ese dato ha sido obtenido a partir de las últimas estadísticas recopiladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por los investigadores Jonathan Kennedy, Andrew Harmer y David McCoy, que han publicado sus conclusiones en una carta a la revista médica de referencia The Lancet.
La responsabilidad primera recae sobre Arabia Saudí, cuyos ataques aéreos “han destruido infraestructuras vitales, incluidos hospitales y sistemas públicos de abastecimiento de agua, alcanzando zonas civiles y desplazando a la población en condiciones de hacinamiento e insalubridad”.
Agrava la situación el bloqueo impuesto también por Riad, que “ha causado escasez, entre otras cosas, de alimentos, suministros médicos, combustible y cloro, además de restringir el acceso a la ayuda humanitaria”.
Los bombardeos y el bloqueo son posibles, sin embargo, sólo gracias a las “ingentes cantidades de equipamiento militar” suministradas por empresas británicas y estadounidenses, y al “apoyo logístico y en materia de espionaje”, por lo que puede decirse que “el Reino Unido y los EE.UU. han desempeñado un papel crucial en la creación de las condiciones conducentes a la difusión del cólera”, señala Kennedy en un comunicado adicional.
El brote de cólera que afecta a Yemen es “el peor del mundo”, según un comunicado emitido en junio por la OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Esta misma semana, la OMS ha estimado que la enfermedad ha afectado desde abril a medio millón de personas, cifrándose los nuevos casos en 5000 diarios.