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¿Qué he hecho hoy en el sendero de Dios? La importancia de rendirse cuentas a sí mismo

Por Kamel Gomez

El Islam, guía de Dios para la humanidad, nos invita a reflexionar sobre nosotros mismos y examinar nuestros pensamientos, sentimientos, intenciones y acciones.

Entre los musulmanes hay una práctica muy recomendada que a veces descuidamos y no la hacemos,  además, algunos de nuestros hermanos la desconocen. Sin embargo, sus beneficios son muy importantes. Nos referimos a la práctica de la “Muhasaba”. ¿Cómo definirla? Es sencillamente tomarnos unos minutos al final del día para meditar sobre nuestras actividades. Nos enseña nuestra Tradición: “hasibu anfusakom qabla an tuhasibu”; es decir: “ríndanse cuentas a sí mismos antes de que se las rindan”.  Por ejemplo, en mi caso particular y como buen argentino, en las noches preparo mi pava de mate  y me hago estas preguntas:

. ¿Qué he hecho hoy en el sendero de Dios?

.  ¿He estudiado los principios de mi Tradición?

. ¿He practicado correctamente mis deberes y obligaciones?

. ¿Cómo me relacioné hoy con mis seres queridos, mi familia, mis amigos, mis hermanos musulmanes y mis hermanos no musulmanes?

. ¿He sido un fiel reflejo de las enseñanzas del Noble Corán?

. ¿He colocado al Profeta Muhammad  como modelo en mis acciones?

Nos enseña el Imam Alí, en el Nahyul Balaga o Cimas de Elocuencia, lo siguiente:

”Ante vosotros está el ejemplo del Sagrado Profeta para que lo sigáis; es suficiente para que seáis guiados el hecho de que ha censurado este mundo y de que ha explicado completamente sus males, corrupciones y vicios. Sus placeres y vicios no eran para él, sino para los enemigos de Dios y el hombre. No disfrutó los placeres de la vida ni se engalanó con su pompa y gloria.

Si queréis estudiar las vidas de los grandes hombres, ahí tenéis la vida de Moisés ante vosotros. Siempre rezó ante Dios: ‘Señor, tenía realmente necesidad de los que me has amablemente otorgado. ¡Por favor Señor!, no me dejes’. De hecho, estaba rezando por una hogaza de pan ya que habitualmente comía vegetales y vivía de hierbas comestibles. Vivió por tanto tiempo de vegetales verdes (sin cocinar ni sazonar) que su piel (en determinados lugares) tomó un color verdoso.

Si os gusta, ahí tenéis ante vosotros el ejemplo de David, el dulce cantor del Paraíso, a quien le fueron revelados los Salmos.  Acostumbraba a hacer cestos de las hojas de la palmera datilera, a venderlos y vivir de lo que conseguía de este modo (aunque era un rey y tenía a sus órdenes un gran ejército).

Podéis imitar el noble ejemplo de Jesús. Usaba una piedra como almohada y se ponía ásperos vestidos. El hambre fue la única salsa que usó siempre. Sólo la luna iluminaba sus noches y sólo el sol le dio algún calor durante los inviernos. Sus postres (frutas) eran aquellos vegetales que también comían los animales. No tuvo esposa que lo atrajera hacia los caminos mundanales ni hijos cuyo amor pudiera interponerse entre él y el deber; no tuvo riqueza, cuyo logro y protección pudieran haberle apartado los pensamientos  del próximo mundo. No fue avaro, por consiguiente nunca se humilló. Sus vehículos eran sus piernas y sus servidores sus manos. Si os gusta, podéis seguir su ejemplo.

Pero el mejor ejemplo para vosotros es seguir a nuestro Sagrado Profeta. Seguidle fiel y sinceramente…

… Nuestro Sagrado Profeta hizo uso de las cosas mundanas sólo para las necesidades más básicas de la vida y nunca pensó en obtener ningún confort o comodidad en la vida ni siquiera temporalmente. Comía poco y generalmente estaba hambriento. Cuán a menudo los placeres del mundo le fueron presentados y él rehusó aceptarlos. Su voluntad era la voluntad de Dios. Detestaba aquellas cosas que Dios detestaba, despreciaba aquellas que son despreciadas por Dios y aquellos hechos que Dios desdeña…

… Nuestro Sagrado Profeta acostumbraba a tomar sus comidas mientras estaba sentado en la tierra, y acostumbraba a sentarse como una persona ordinaria (como un pobre no como un rey o un noble); reparaba sus propios zapatos, lavaba sus propios vestidos, y cabalgaba sin montura sobre un burro; e incluso (si había carestía de monturas) llevaba a otro cabalgando detrás de él…

…Odiaba sinceramente el esplendor y pompa de este mundo y había apartado los deseos de sus placeres de su mente.  Despreciaba  y odiaba las ostentaciones de la vida lujosa para que no pudieran tentarle  ni pudiera pensar en este mundo como una morada permanente o un lugar en el que regocijarse en lujuria y opulencia. No tenía en absoluto inclinación por una vida de confort y comodidad; esto no tenía encanto para él ni lugar en su corazón. Incluso la simple conversación acerca de ello era abominable para él; odiaba verlo alrededor y oír acerca de sus halagos en su sociedad, como una persona que odiaba ver a su peor enemigo y despreciaba oírlo en su sociedad…”

     Estas hermosas palabras, sin duda, nos señalan la piedad de los profetas y la importancia de tomarlos como modelos en nuestras vidas cotidianas.

Por supuesto, el musulmán no puede descuidar su compromiso con la sociedad en la que vive, y con el mundo. Por eso nuestro amado Profeta Muhammad nos enseña:

 “Quien observe un acto execrable que lo rechace con su mano si es que puede hacerlo; si no puede así que lo rechace con su lengua; y si tampoco puede de esta manera que lo rechace con su corazón”

Esta tradición nos destaca la importancia del compromiso de los musulmanes con sus sociedades.  Todos nosotros  somos conscientes de  esta delicada etapa que le toca transitar a la humanidad. El Noble Corán lo define así:

¡Por la era! Que es cierto que el hombre está en pérdida (camina hacia su perdición). Pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones de bien, se encomiendan la verdad y se encomiendan la paciencia. (Cap. 103)

En general, mucho de nosotros hemos estudiado, lo que llamamos “signos menores”. Nuestros sabios coinciden en que todos, en mayor o en menor medida, están presentes. Sin embargo, nuestra actitud hacia éstos puede ser  pasiva o activa. Queremos decir, a veces repetimos los signos menores criticando la sociedad actual y nos pasamos horas charlando lo que vemos en nuestro día a día. A esto llamamos actitud pasiva y la interpretamos de dos maneras: una individual y otra social. La individual se relaciona también a nuestra Muhasaba, es decir: ¿Cuántas veces nos preguntamos hasta qué punto participamos en los signos menores y somos incluso adictos a estos? La interpretación social  tiene que ver con que muchas veces, criticando a otros por lo que hacen, nos olvidamos de que tenemos la obligación de ayudarlos, de indicarles el camino, de señalarles la importancia de la espiritualidad.

Analicemos un ejemplo concreto. Nos enseña el Profeta Muhammad:

 “Llegará un tiempo para mi comunidad en el que se apegarán a cinco cosas y olvidarán otras cinco: se apegarán al mundo y olvidarán el más allá; se apegarán a la riqueza y olvidarán el cómputo (del día del Juicio); se apegarán a las mujeres y olvidarán a las huríes (del Paraíso); se apegarán a las mansiones y olvidarán los sepulcros; y se apegarán a sí mismos y olvidarán al Señor; esos se desentienden de mí, y yo me desentiendo de ellos.”

Aquí nuestro amado Profeta, misericordia para los mundos y ejemplo dotado de un carácter magnánimo, nos advierte de cinco grandes amores, que nos hacen olvidar otras cinco cosas importantes en la conciencia del creyente. Es interesante que, en los valores que están en boga, lo que se vende por todos lados sean estas cinco características. Esta narración no deja de ser también una excelente descripción del mundo moderno. Pensemos en los “ídolos” de hoy, y veremos cómo poseen estas cinco cosas.

Reflexionemos ahora activamente. ¿Hasta dónde nuestros corazones reflejan estos amores, o incluso, quizás hasta los cinco apegos  en nuestro interior?

Luego, ¿qué hacemos con aquellos hermanos a los que hemos perjudicado al tener estos apegos y opresiones? ¿Y qué hacemos por ayudar al resto de los hombres sea con el consejo (nasiha) o, aquellos que poseen piedad (taqua) y conocimiento (ma’rifa), con la guía (irshad)?

Otra vez la tradición nos ilumina:

“La opresión es de tres formas: una opresión que Dios, Imponente y Majestuoso, perdona; una opresión que no perdona, y una opresión cuyo perdón está supeditado al perdón de otro. En cuanto a la opresión que no perdona es atribuir asociados a Dios, Imponente y Majestuoso; la opresión que Dios perdona es aquella que el hombre comete contra sí mismo y que acontece entre Dios y la persona; y en cuanto a la opresión cuyo perdón está supeditado al perdón de de otro, es aquella que acontece entre los siervos.”

Indaguemos los cinco apegos de la tradición del Profeta en forma más detallada.

…” se apegarán a la riqueza y olvidarán el cómputo (del día del Juicio)”…

Nos advierte el Noble Corán, entre otras aleyas:

Y es tenaz en su amor por los bienes (Cap. 100:8)

Dice: he disipado grandes riquezas (Cap. 90:6)

 Y en el capítulo 104, leemos:

(1)¡Perdición para todo aquel que murmura y difama!

(2) Ese que acumula riqueza y la cuenta.

(3) Cree que su riqueza lo va a hacer inmortal.

Si, siguiendo Tafsir Al Mizan, leemos las aleyas de atrás para adelante, entendemos que el hombre, como piensa que la riqueza lo hará inmortal, es que la acumula y la cuenta. Y es para proteger esa riqueza, que murmura y difama.

Y el Imam Ali Rida nos señala las causas de la riqueza:

 “La riqueza no se reúne sino por cinco cosas: una avaricia intensa, una larga esperanza, una codicia dominante, cortar el vínculo con los parientes, y preferir la vida mundanal a la del más allá.”

Sin duda, el tema del hisab, del cómputo, es fundamental en el Islam y en la vida del creyente. Ya citábamos antes las tres opresiones.

Dijo el Profeta (BPD):

"¿Sabéis quien es indigente entre vosotros?" Contestaron:
"El indigente entre nosotros es aquel que no posee dinares ni dirhames. (Es decir, quien no posee dinero en efectivo)" El les dijo (BPD):"No. El indigente es aquel que el Día del Juicio se presentará con el ayuno, la oración, la peregrinación, la caridad obligatoria y muchas de las acciones buenas, en tanto que peleado con uno, ha insultado a otro, traicionó a otro y murmuró contra otro. Entonces se tomará de sus obras buenas para ellos (en compensación por lo que les hizo), hasta que no le quede nada a su favor. Luego se tomarán de las acciones malas de ellos y se pondrán sobre él. Después será arrojado al Fuego."

  En la recopilación de narraciones que hace Ibn Arabi, encontramos esta hermosa tradición de nuestro Profeta Muhammad:

 “Dos hombres de mi comunidad hablaban sentados frente al Señor Todopoderoso y uno de ellos decía: ’Oh Señor, hazme justicia por el perjuicio que me ha causado mi hermano’

Dios (exaltado sea) dijo (al acusado): ‘Ofrece a tu hermano algo para resarcirle’

‘Oh Señor, respondió, no me queda ninguna buena acción para cederle’

‘Entonces que acarree mis pecados’, replicó el demandante.

Los ojos del Enviado de Dios se llenaron de lágrimas, y dijo: ‘Será un día terrible aquél en que los hombres tengan necesidad de que una parte de sus pecados le sean acarreados’

Después prosiguió: Dios dirá al demandante que levante la cabeza y mire los jardines del Paraíso. Él levantará los ojos y exclamará: ‘Oh señor, veo ciudades de plata y palacios de oro engastados de coronas de perlas. ¿A qué profeta, a qué mártir pertenecen?’

‘A aquel que Me lo pueda pagar’, dijo Dios.

‘¿Y quién puede pagártelo?’

‘Tú, tú puedes’

‘¿Y cómo, Señor?

‘Perdonando a tu hermano’

‘Ya lo he perdonado’

Dios proseguirá: ’Toma la mano de tu hermano y hazle entrar en el Paraíso’.

El enviado de Dios añadió:

‘Temed a Dios y Haced las paces entre vosotros, ya que ciertamente Dios establecerá la Paz entre los creyentes el Día de la Resurrección.’

…” se apegarán a las mujeres y olvidarán a las huríes (del Paraíso); se apegarán a las mansiones y olvidarán los sepulcros”…

Shakespeare dice: “¡Oh poderoso amor!, que transformas a las bestias en hombres… y a los hombres  en bestias”.

En nuestra sociedad, la sexualidad ha sido reducida a un mero objeto de consumo, en donde la ética y la moral no tienen lugar y lo único importante es tener sexo la mayor cantidad  de veces con la mayor cantidad de personas y si, es posible, publicarlo o realizarlo en presencia de otras personas… en fin, el estado decadente de la civilización moderna es conocido por todos.

Por  eso el Islam señala que el casamiento es la mitad de nuestra religión. La sexualidad, que el Islam invita a disfrutar plenamente, debe darse en el marco del matrimonio. Es increíble como hoy las relaciones casuales y sin ningún tipo de responsabilidad están en auge. Un libertinaje sexual que crece por doquier, y que encima, va acompañado del crecimiento de la prostitución y de la esclavitud sexual. En nuestro país, está lleno de lugares en donde mujeres secuestradas especialmente de Paraguay son obligadas a prostituirse. Y todavía no mencionamos el grave problema de las violaciones, abusos sexuales y pedofilia, tan común hoy en nuestras noticias…

Sin duda, el tema de los palacios y las grandes construcciones arquitectónicas están muy relacionados con la enseñanza profética de aquellos beduinos que harán rascacielos. Ni hablar de las tradiciones que hablan de las hermosas mezquitas, pero vacías de adoración.

Dice el Noble Corán:

“La rivalidad sin sentido por obtener mayores bienes materiales os mantendrá distraídos. Hasta que os llegue el momento de visitar las tumbas” (Cap102:1-2).

Y del Imam Ali:

“Cuántos desgraciados hay quienes les ha llegado la hora de la muerte y aún se afanan en procurar lo mundano”.

En un cuento nos llega esta enseñanza: 

El Profeta (PBd) estaba sentado como de costumbre entre la asamblea. Sus compañeros, formando un círculo alrededor de él, le rodeaban como el engaste de un anillo. Mientras tanto entró un musulmán que era un hombre pobre y con ropa harapienta. Conforme a la tradición islámica, según la cual, entrando en una asamblea, debe uno, sea cual sea su rango, sentarse allá donde haya un espacio vacío, sin pretender un sitio especial bajo el pretexto de que su rango lo exige así, este hombre miró a su alrededor con atención y viendo un lugar vacío, fue a sentarse allí. Así fue a instalarse al lado de un hombre rico, que recogió sus prendas y se puso aparte. El Profeta (PBd), que vio su comportamiento, se volvió hacia Él y le dijo:

- ¿Tienes miedo de que algo de su pobreza se pegue a ti?

- ¡No, oh Enviado de Dios!

- ¿Tienes miedo de que algo de tu riqueza le contamine?

- ¡No, oh Enviado de Dios!

- ¿Tienes miedo de que tus ropas se ensucien y se ajen?

- ¡No, oh Enviado de Dios!

- ¿Entonces por qué lo has evitado y te has apartado?

- Reconozco que he cometido un error y en expiación de mi pecado, estoy ahora dispuesto a dar la mitad de mis bienes a este hermano musulmán.

- Pero yo no estoy dispuesto a aceptar -contestó el hombre de los harapos- Porque tengo miedo de que un día me llene de orgullo y me comporte ante un hermano musulmán de la misma manera que esta persona lo ha hecho conmigo.

Hay también una interesante enseñanza que nos deja Saadi. Cuenta que vio en el Paraíso a un Rey, y en el Infierno a un sufí. Le preguntó al sufí el por qué de su situación, y el sufí respondió que era a causa de recorrer palacios y visitar reyes. Entonces, le preguntó también al rey por qué estaba en el paraíso, a lo cual respondió: esto se debe a estar siempre reunido con hombres sufíes…

…“se apegarán a sí mismos y olvidarán al Señor”…     

Dice el Noble Corán:

Y no seáis como aquellos que olvidaron a Dios y Él los  hizo olvidarse de sí mismos. Esos  son los descarriados. (Cap.59:19)

Nos enseña el Imam Ali:

Quien se considera sí mismo grande, es insignificante ante Dios”.

“¡Oh! Cómo amo, respeto y venero a aquellas personas que son mejor conocidas y respetadas en el Paraíso que en la Tierra”.

Hay una interesante explicación que nos entrega Ibn Ayiba:

“Debes saber que el Real-exaltado sea-, en Su Sabiduría, ha establecido a Satanás, al ego (nafs) y a la gente como guardias que impiden al acceso a Su Presencia. Nadie accede a ella sin superarlos y abrirse paso a la fuerza porque están estacionados ante Su Puerta y Él les ha encomendado guardarla diciéndoles: ‘No dejéis que nadie entre, excepto quien os venza’. Así cuando viene alguien que quiere entrar se le oponen las criaturas haciéndole ver los defectos de la vía para que le disguste; si las vence se presenta Satanás indicándole que le llevará  mucho tiempo alcanzar la apertura (espiritual), haciéndole temer la pobreza, y diciéndole cuando alcanza la apertura de Dios: ‘¿Será o no será?’. Y si lo vence se presenta el ego que le dice: ‘¿Cómo vas a abandonar tu vida, tu rango, y tu dignidad  por algo que no sabes si existe o no?’. Y cuando lo vence dice el Altísimo: ‘Bienvenido seas ’…”

Sobre lo que dice la gente, el Imam Ali viene en nuestra ayuda y nos enseña:

…”Pertenezco a un grupo que no se preocupa de ninguna crítica por la causa de Dios. Las caras de aquéllos que pertenecen a este grupo indican claramente su sinceridad, honestidad y veracidad. Su plática es del modelo de la plática de personas pías y virtuosas. Pasan sus noches  en oración a Dios, y sus días actuando como guía de los que buscan la verdad. Siguen fielmente el Corán, reviven la religión revelada por Dios y las tradiciones del Sagrado Profeta. No son vanos ni orgullosos, ni ambiciosos ni deshonestos, ni envidiosos ni maliciosos, ni crean disensión ni falacia. Sus mentes están llenas de amor al Paraíso y sus cuerpos se afanan por alcanzarlo”.

Sobre la gente con la que debemos relacionarnos, nos llega del Mensajero de Dios:

Le dijeron los apóstoles a Jesús: “Oh espíritu de Dios, ¿A quién debemos frecuentar?”. Respondió: “A aquél que os haga recordar  a Dios cuando le veáis, cuyas palabras incrementen vuestro conocimiento, y cuyas acciones os hagan anhelar el más allá”.

Sin duda la importancia de los hermanos es trascendental.  El Profeta también nos enseña que “el creyente es espejo del creyente” y el Imam Yafar Sadiq nos indica: “El más querido de mis hermanos para mí es aquel que me regala mis defectos (me los hace notar y en buena manera)”

Recogemos de otra tradición:

“Cada creyente tiene 30 deberes para con su hermano en el din, de los cuales no se puede excusar, debiendo cumplirlos u obtener la disculpa (por no hacerlo, de su hermano). Son: perdonar sus errores,  ser compasivo y amable con él cuando está en un país extraño; guardar sus secretos; darle la mano cuando está por caer; aceptar la defensa que se hace de él; rechazar las calumnias (o chismes) en su contra; persistir en darle buen consejo; cultivar su amistad; satisfacer su confianza (en uno); visitarlo cuando está enfermo; estar con él en el momento de su muerte; aceptar sus invitaciones y regalos; devolver sus favores de la misma manera; agradecerle por sus favores; ser agradecido por su ayuda; proteger su honor y su propiedad; ayudarlo a satisfacer sus necesidades; hacer un esfuerzo para resolver sus problemas; decirle ‘Dios te bendiga’ cuando estornuda; guiarlo hasta la cosa que ha perdido; responder sus saludos; tomarlo al pie de la letra (no malinterpretar lo que dice); aceptar sus dádivas; dar veracidad de sus juramentos; ser amigable con él, no antipático y hostil; ayudarlo si está siendo injusto o víctima de una injusticia (en cuanto a ayudarlo cuando está siendo injusto, significa librarlo de serlo, y para cuando es víctima de una injusticia, queremos decir ir en auxilio de sus derechos); reprimir el sentirse aburrido o hastiado de él; no desampararlo en medio de sus problemas; querer para él de bueno lo que se quiere para sí; y disgustar que a él le toque lo que a uno le disgusta.”

Podemos citar también  esta tradición que aparece en la recopilación de Ibn Arabi:

Dios dirá en el Día de la Resurrección:

“¡Oh hijo de Adán! He estado enfermo y no Me has visitado”.

El hombre responderá: “Oh Señor, ¿cómo podría visitarte, si eres el Señor de los mundos”.

Dios dirá: “¿No sabías que Mi siervo fulano, cayó enfermo? Y sin embargo tú no le visitaste, y ¿no sabías que si le hubieras visitado Me hubieses encontrado a su lado”.

“¡Oh hijo de Adán! Te he pedido de comer y no has querido alimentarte”.

El hombre responderá: “Oh Señor, ¿cómo te hubiera podido dar de comer , si eres el Señor de los mundos”.

Dios dirá: “¿No sabías que Mi siervo fulano te pidió de comer? Y sin embargo no le diste de comer ¿No sabías que si le hubieras dado de comer, hubieras encontrado lo necesario en Mí?

“¡Oh hijo de Adán! Te he pedido de beber y no has apagado mi sed”.

El hombre responderá: “Oh Señor, ¿cómo hubiera podido apagar Tu sed, si eres el Señor de los mundos”

Dios dirá: “Mi siervo fulano te pidió de beber, y sin embargo no le diste de beber. Si le hubieras dado de beber, hubieras encontrado lo necesario en Mí”

El Imam Al Baquir nos enseña también, algo muy importante para la purificación del nafs, valorando la importancia del ayuno:

Cuando Dios creó al intelecto (al-`aql) le preguntó: “¿Quién eres tú y Quién soy Yo?”, y el intelecto le respondió: “Tú eres mi Señor, y yo soy tu siervo fiel”. Y Dios le ordenó: “¡Retrocede!”, y luego le ordenó: “¡Aproxímate!”, y juró Dios: “¡Por mi Poder y mi Majestad, no creé nada más amado para Mí que tú, y sólo te perfeccionaré en quienes ame!: Por ti juzgaré, y por ti recompensaré y castigaré”. Y cuando Dios creó al alma le preguntó por dos veces,: “¿Quién eres tú, y Quién soy Yo?”, y el alma respondió: “Yo soy yo, y Tú eres Tú”, y se manifestó separada de su Señor, y cada vez Dios la sometió a la prueba del fuego, durante un ciclo, y a la del ayuno, por otro, para finalmente extraerla de la abstención, y preguntarle por tercera vez: “¿Quién eres tú, y Quién soy Yo?”, y el alma reconoció: “Tú eres mi Señor, y yo soy tu sierva fiel”.

Llegamos a la última parte de la Tradición que hemos decidido comentar.

…“se apegarán al mundo y olvidarán el más allá”…

Quisimos dejar para el final esta advertencia de nuestro Profeta.

Nos dice el Imam Ali:

“El ayuno de los deleites del mundo, es el mejor de los ayunos”

Y del Imam As-Sadeq:

“El amor a la vida mundanal es la causa de toda falta”

“Aquel cuyo corazón se vincula a la vida mundanal, se habrá vinculado a tres cosas: una preocupación interminable, un deseo imposible, y una esperanza que no es alcanzada”.

En una aleya del Generoso Corán encontramos:

“Conocen una parte superficial de la vida del mundo pero viven despreocupados de la Otra Vida (hum gafilun)”

In sha Allah, trataremos de dar algunas precisiones sobre el término que utiliza el Corán. ¿Qué entendemos por “gafla”?

En nuestra ayuda, aparece una máxima de Ibn Ata Allah que dice así:

“El distraído (gafil) amanece pensando que hará, el juicioso (aqil) pensando que hará Dios con él”

Ibn Ayiba comenta:

“El distraído es el ignorante de Dios aunque abunde en Su recuerdo con la lengua, y el juicioso es el sabio en Dios aunque escasee en él el Dikr verbal… Pues en el distraído su alma está presente y sus esperanzas son enormes, comienza así el día observando qué va hacer consigo mismo, y dispone sus asuntos y objetivos conjeturando con su inteligencia porque le gusta ver todas las cosas preparadas a su alrededor, pero cuando la predestinación le impone algo que le importuna y destruye sus esperanzas se encoleriza y entristece disputando con su Señor y pervirtiendo su adab…El juicioso en cambio, el sabio que ha realizado en su corazón la grandeza de su Señor reunificándose en Él, ve resplandecer en su corazón los soles de la gnosis y ya no ve a los seres. No tiene noticias de su alma y cuando amanece observa que hará Dios con él…”

La actitud contraria al distraído es la de aquel que está unido y presente en el Dikr. Dice la súplica de Kumail: “ia manis muhu daua, uadikruhu shifa, oh quien Su nombre es remedio, y Su recuerdo curación”. No nos referimos al “dios ausente”, apenas presente en las lenguas, o como nos señala el Corán: “iaquluna bi al sinatihim ma laisa fi qulubihim, dicen con su lenguas lo que no hay en sus corazones”

El Corán también nos señala (Cap. 33:4):

“Dios no puso dos corazones en el interior del hombre…”

Y del Imam Yafar Sadiq: “El corazón es el recinto sagrado de Dios, así pues, no alojes en el recinto sagrado de Dios a otro fuera de Él”

En la sentencia de Ibn Ata Allah leemos:

¿Cómo puede brillar un corazón en cuyo espejo están grabadas las imágenes de los seres?

¿O cómo viajará hacia Dios estando encadenado por sus pasiones?

¿O cómo ambicionar entrar a la presencia de Dios sin haberse purificado de la inmundicia de sus distracciones (gaflat)?

¿Y cómo espera comprender las sutilezas de los secretos no habiéndose arrepentido de sus faltas?

Explicación dada por Ibn Ayiba:

El corazón es el "lugar" de la manifestación de lo divino, pero ese lugar debe estar vacío y libre y su espejo bruñido para que resplandezcan en él las realidades espirituales. "El espejo, que es algo que cuanto más bruñido está más aumenta su poder de reflejar lo que está frente a sí, ejemplifica aquí a la basira, el ojo del corazón...Dios hizo que el corazón del hombre sea como un espejo bruñido en el cual se refleja lo que tiene enfrente y que tiene una sola dirección...".

Ibn Ayiba menciona al respecto los hadices del Profeta:
"Todo tiene un pulidor, y el pulidor del corazón es el recuerdo de Dios", y también:

"Cuando el siervo peca aparece en su corazón un punto negro; si él se aleja (del mal) y pide perdón es pulido (borrado), pero si vuelve sobre esa falta aumenta el tamaño del punto negro hasta cubrir su corazón".

"...No pueden ingresar a la Presencia sagrada sino los purificados, pues está prohibido que el corazón impuro por relación sexual (yanaba: condición de impurificación después de la relación sexual, de la cual sólo es posible purificarse con el baño completo) penetre en la mezquita, y su impurificación es la distracción (gafla) respecto de su Señor, como dice el Altísimo:

¡Creyentes!, no os acerquéis a la oración estando ebrios hasta que sepáis lo que decís, ni tampoco impurificados -salvo de viaje- hasta que os bañéis (4:43), es decir: no os acerquéis a la oración de la presencia ebrios con el amor al mundo...hasta que despertéis ( de esa inconsciencia) y meditéis lo que decís en presencia del Soberano, ni tampoco impuros por el ayuntamiento con la distracción hasta haberos purificado con el agua de lo invisible..."

Dice el Noble Corán:

“…Hombres a los que ni el negocio ni el comercio les distraen del recuerdo de Dios…” (Cap. 24:36)

En esta aleya, no sólo entendemos que en el momento de realizar las obligaciones que demanda nuestra Tradición, debemos abandonar nuestras tareas. También, y aún más importante, se refiere a aquellos que en el momento que desarrollan sus actividades, son conscientes del recuerdo de Dios, sin estar nunca distraídos.

Para finalizar, citamos esta hermosa súplica que nos llega del Imam Zainul Abidin (P):

Letanía de los Recordantes

اِلهي لَوْ لاَ الْواجِبُ مِنْ قَبُولِ اَمْرِكَ لَنَزَّهْتُكَ مِنْ ذِكْري اِيّاكَ

ilâhî laula-l uâÿibu min qabûli amrika la nazzahtuka min dhikrî ‘îâka,

¡Señor mío! Si no fuera por lo obligatorio de obedecer Tu orden te consideraría exento de que te alcanzara mi recuerdo  (Tú nos has dicho: ¡Recuérdenme, que os recordaré!)

عَلى اَنَّ ذِكْري لَكَ بِقَدْري لا بِقَدْرِكَ وَما عَسى اَنْ يَبْلُغَ مِقْداري حَتّى اُجْعَلَ مَحَلاًّ لِتَقْديسِكَ

‘alâ anna dhikrî laka biqadrî lâ biqadrika, wa mâ ‘asâ aî iabluga miqdârî hattâ uÿ‘ala mahal·lal litaqdîsika,

Si bien mi recuerdo de Ti se corresponde con mi rango y no alcanza a Tu Jerarquía; además ¿qué grado puede llegar a alcanzar mi condición para ser dispuesto como sitio de Tu Glorificación.

وَمِنْ اَعْظَمِ النِّعَمِ عَلَيْنا جَرَيانُ ذِكْرِكَ عَلى اَلْسِنَتِنا وَاِذْنُكَ لَنا بِدُعاَئِكَ وَتَنْزيهِكَ وَتَسْبيحِكَ

wa min a‘dzamin ni‘ami ‘alainâ ÿaraiânu dhikrika ‘alâ alsinatinâ, wa idhnuka lanâ bidu‘â’ika wa tanzîhika wa tasbîhika,

Entre las grandes mercedes que nos has brindado, está el hecho de que Tu recuerdo fluya por nuestras lenguas, y Tu anuencia para que pudiéramos suplicarte, glorificarte y alabarte.

اِلهي فَاَلْهِمْنا ذِكْرَكَ في الْخَلاَءِ وَالْمَلاَءِ وَاللَّيْلِ وَالنَّهارِ وَالاِْعْلانِ وَالاِْسْرارِ وَفي السَّرّاَءِ وَالضَّرّاَءِ

ilâhî fa alhimnâ dhikraka fi-l jalâ’i wa-l malâ’i, wa-l laili wa-n nahâri, wa-l i‘lâni wa-l asrâri, wa fi-s sarrâ’i wa-d darrâ’i,

¡Señor mío! Inspíranos Tu recuerdo en la soledad y en la compañía, así como en la noche y en el día, en lo manifiesto y en lo oculto, en la felicidad y en la adversidad

وَآنِسْنا بِالذِّكْرِ الْخَفِيِّ وَاسْتَعْمِلْنا بِالْعَمَلِ الزَّكِيِّ وَالسَّعْيِ الْمَرْضِيِّ

wa ânisnâ bi-dh dhikri-l jafîî, wasta‘milnâ bi-l ‘amali-z zakîî was sa‘îi-l mardîî,

¡Haznos gustar de la compañía del recuerdo sigiloso (de Ti)! ¡Haz que nos ocupemos de acciones sinceras, puras y de esfuerzos elogiables!

وَجازِنا بِالْميزانِ الْوَفِيِّ

wa ÿâzinâ bi-l mîzâni-l wafîî,

¡Retribúyenos en una copiosa medida!

اِلهي بِكَ هامَتِ الْقُلُوبُ الْوالِهَةُ وَعَلى مَعْرِفَتِكَ جُمِعَتِ الْعُقُولُ الْمُتَبايِنَةُ

ilâhi bika hâmati-l qulûbu-l uâlihatu, wa ‘alâ ma‘rifatika ÿumi‘ati-l ‘uqûlul mutabâîinatu,

¡Señor mío! Por Ti son cautivados los corazones apasionados y por conocerte concuerdan los intelectos contrapuestos.

فَلا تَطْمَئِنُّ الْقُلُوبُ اِلاّ بِذِكْراكَ وَلا تَسْكُنُ النُّفُوسُ اِلاّ عِنْدَ رُؤْياكَ

falâ tatma’innu-l qulûbu il·lâ bidhikrâka, wa lâ taskunu-n nufûsu il·lâ ‘inda ru’iâka,

No se sosiegan los corazones excepto por Tu recuerdo y no se serenan las almas sino al contemplarte.

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