Fadak que era un terreno cercano a Jaybar propiedad del Profeta. Durante su vida, el Mensajero de Allah (PBd) le había cedido este huerto a su hija Fátima (P).
Sin embargo, no bien falleció el Profeta Muhammad (PBd) fue tramada una gran injusticia cuyas cicatrices todavía permanecen en el cuerpo político de la Ummah musulmana.
Un grupo de los compañeros del Profeta Muhammad (PBd) violó el juramento de fidelidad dado a Imam ‘Ali (P) como Amir al Mu’minin (Comandante de los Creyentes), tan solo dos meses y 10 días antes, tras la orden de Dios en Ghadir Jum y decidieron usurpar su título y derechos políticos. No satisfechos con el Califato, dicho grupo comenzó a oprimir severamente a la bendita familia del Profeta.
La primera decisión que toman es confiscar Fadak, vasándose en un hadiz inventando que falsamente atribuyeron al Profeta Muhammad (PBd) y que decía: "Los Profetas no dejan herencia y cualquier bien que ellos dejan es para la caridad". De esta manera prendían paralizar económicamente a Imam ‘Ali (P), ya que sus ingresos pasaron a depender ahora por completo de lo que recibe de la bolsa pública.
En aquel momento Fátima (P) decidió que era tiempo de dar un paso revolucionario en defensa de los derechos otorgados por el Creador Omnipotente a los seres humanos. En un sermón elocuente, que se conserva en los libros de hadices e historia, puso al descubierto la ignorancia de las nuevas autoridades sobre el Corán y la Sunna, para la elaboración de los principios de Islam. Después de alabar a Dios y a la Justicia Divina, ella habló sobre la misión de su padre para librarlos de la oscuridad del escepticismo.
Ella les hizo ver su ingratitud y codicia por lo mundano al rechazar a un Imam Justo provocándole un daño irreparable a la humanidad. Asimismo, mencionó el Versículo del Santo Corán donde Allah cita la súplica de Zacarías que dice: «Regálame, pues, de Ti un descendiente, que me herede a mí y herede de la familia de Jacob...» (19:5 y 6). Y, además: «Y Salomón heredó a David...» (27:16).
Fátima continuó amonestándoles:
“El Libro de Allah todavía está entre ustedes, sus asuntos son claros, sus reglas evidentes, sus signos deslumbrantes, sus restricciones y mandatos visibles. Aun así, ustedes lo han arrojado hacia atrás... ¿Lo detestan? ¿O conforme a algo más ustedes desean gobernar?”.
Ella concluyó su sermón con la siguiente advertencia:
“Ahora aten firmemente a este camello barato que es su califato y no lo suelten. Pero tengan cuidado con su joroba pues se daña si hay ampollas y agujeros en sus patas. Lleva la marca de la ignominia y el signo de la ira de Allah. La eterna vergüenza está ligada a él”.
Fue un discurso extraordinario que trazó la línea entre la fe y la hipocresía. Reveló la elevada condición de las mujeres en el Islam y les dio un modelo excelente para basar sus vidas.