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Breve Biografía de Imam Alí (P), el Primer Musulmán

Breve Biografía de Imam Alí (P), el Primer Musulmán

"A quien amó a Dios y fue amado por El, al primer musulmán, al ferviente en la oración, al perseverante en la devoción, al hermano de Muhammad, al par de Fátima, al león del Islam, al modelo de humanidad, aquel que fuera martirizado en el Mihrab, a causa de su justicia".

Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) —  El Imam Alí (P.) fue primo y yerno del Profeta Muhammad (B.P.). Vivió con él desde su infancia y lo acompañó hasta sus últimos días. Decía el Profeta a Alí:


"Tú eres para mí lo que Aarón (P.) fue para Moisés (P.), con la diferencia que después de mí no vendrán más profetas"


Juntos atravesaron momentos difíciles y juntos compartieron las horas dulces de la vida. De ambos descendieron seres nobles y piadosos, a ambos debemos el honor de ser musulmanes.


SU BIOGRAFÍA


Su nombre: Alí.
Sus títulos: Al Murtada (el complacido), Al Uasi (el albacea), Haidar (león).
Su apodo: Abul Hasan.
Su padre: Abu Talíb Ibn Abdul Muttalib.
Su madre: Fátima Bint Asad.
Nacimiento: En la Sagrada Ka'ba, ciudad de la Meca, el viernes 13 de Rayab del año 23 antes de la Hiyrat (Hégira) -25/5/600 D.C.-
Martirio: A la edad de 61 años, en la ciudad de Kufa (Irak), el lunes 21 de Ramadán del año 40 de la Hiyrat (28/1/661 D.C.), martirizado por un asesino que lo hirió mortalmente con una espada envenenada, el 19 de Ramadán en la Mezquita de Kufa durante la oración del alba.
Su sepulcro: Fue sepultado en An-Nayaf Al-Ashraf (Irak).


SU NACIMIENTO


Estábamos sentados Abbas, el hijo de Abdul Muttalíb y algunos otros, frente a la Ka'ba. Fátima, hija de Asad, se acercó a la Casa de Dios, se detuvo frente a ella y dijo:“¡Oh, Dios! Creo en Ti, en Tus Enviados y en los Libros que ellos transmitieron. Doy fe de las palabras de Abraham (P.) y de las de su abuelo, así como que esta Casa ha sido construida en Tu servicio. A Ti, por él y por este niño que llevo en mi vientre, te ruego facilites su alumbramiento”. En ese preciso instante, una de las paredes de la Ka'ba se abrió, ante nuestros propios ojos y para nuestro asombro, y aquella mujer avanzó hasta entrar en ella.


De inmediato, la pared se cerró. Rápidamente fuimos hacia allí con el fin de abrir la puerta de la Casa Sagrada, pero no pudimos. Luego comprendimos que la Orden de Dios se había hecho presente.


Cuatro días después, aquella preciada mujer salió de la Ka'ba con un bebé, al que acunaba entre sus brazos. Ella decía: “Escuché un mensaje oculto, se llamará «Alí»”.


Este acontecimiento milagroso tuvo lugar un viernes 13 de Rayab, año 30 de 'Amul Fil (el Suceso del Elefante), 23 años antes de la Hiyrat (Hégira).


SU INFANCIA


En cierta oportunidad, Muhammad (B.P.) pidió permiso a su tío Abu Talíb para llevarse con él a su primo Alí (P.). Su principal objetivo era formarlo en sus elevados principios éticos.


Dijo el Comandante de los Creyentes, Alí Ibn Abi Talíb, años después: “Todos conocen mi posición y cercanía al Mensajero de Dios. El me crió, me tuvo entre sus brazos, solía abrazarme y colocar mi cabeza sobre su pecho. Yo olía su dulce perfume y aprendí de él su conducta y moral (impecables)”.


ALÍ (P.), EL PRIMER HOMBRE MUSULMÁN


La mayoría de los sabios islámicos concuerdan en que el primer hombre que creyó en la palabra y misión del Profeta (B.P.) fue el Imam Alí (P.). Este se crió de pequeño en la casa de su primo Muhammad (B.P.). El lo educó como un padre cariñoso que desea lo mejor para su hijo.


Alí (P.) fue el primer hombre en declarar su creencia en Dios y Su Mensajero. Alí (P.) estuvo con Muhammad (B.P.) cuando éste comenzó a predicar el Mensaje.


En todo momento acompañó al Profeta para ayudarlo y protegerlo de sus enemigos. El se encargaba de poner por escrito las aleyas del Sagrado Corán y las analizaba con el Profeta en cuanto eran reveladas por el Ángel Gabriel.


SU VALENTÍA


Los quraishitas habían planeado asesinar al Profeta Muhammad (B.P.). El plan consistía en elegir a un integrante de cada tribu para que todos, al mismo tiempo, le dieran muerte y de ese modo Banu Hashim fuera incapaz de defenderse. Pero los inicuos no sabían que el movimiento profético no se equipara a organizaciones humanas capaces de ser destruidas por complots semejantes al por ellos urdido. Jamás se les hubiera ocurrido pensar que el Enviado de Dios, al igual que los profetas que le precedieron, gozaba del auxilio invisible de Dios, que podía desbaratar con facilidad sus artimañas.


Pronto, el Ángel de la Revelación le comunicó: «¡MENSAJERO! LOS INCRÉDULOS SE CONFABULAN CONTRA TI PARA APRISIONARTE, MATARTE O EXPULSARTE. SE CONFABULAN, PERO DIOS DESBARATA SUS PLANES, PORQUE DIOS ES EL MÁS DUCHO DE LOS DESBARATADORES». (8:30)


Al Enviado de Dios le fue ordenado emigrar desde la Meca hacia Iazrib (actual Medina). No obstante, ponerse a salvo de la mano de los verdugos del gobierno idólatra, con la constante vigilancia que ejercían sobre él, no era una tarea fácil.


Si no abandonaba la Meca sobre un plan bien concebido corría el peligro de que se enteraran, lo persiguieran y lo mataran antes que llegara a su destino. El Ángel Gabriel le había ordenado abandonar la Meca esa misma noche.


Fue entonces, cuando el Profeta pidió a Alí que durmiera en su lecho y sacrificara su vida por la continuación del Islam, para que así los inicuos imaginaran que el Profeta no saldría y se concentraran en rodear su casa, dejando libre el paso de la gente en otros sectores de la ciudad.


El beneficio del papel que jugaría Alí (P.) consistía en que los secuaces de Quraish vigilasen la casa del Profeta (B.P.) para que al mismo tiempo, éste, pudiera refugiarse en otros puntos sin que lo descubrieran.


Alí, quien fuera el primero en creer en la misión profética de Muhammad (B.P.), fue el elegido para ocupar su lugar, arriesgando por ello su vida. El Profeta dijo a su primo: “Esta noche deberás dormir en mi lecho, intentan matarme y debo emigrar a Iazrib”.


Apenas llegada la noche, Alí (P.) se dispuso a dormir en el lecho del Profeta. Pasaron algunas horas, y cuarenta de los conjurados bloquearon, rodeándola, la casa del Mensajero de Dios. A través de una hendija se cercioraron de que la situación era normal y creyeron que era el Profeta el que allí dormía.


Los conjurados, luego de horas de vigilia, se quedaron dormidos (a raíz de una propuesta de Abu Lahab). Por nada del mundo imaginaban que el Profeta estaba enterado del complot. Ignorando esta cuestión habían decidido atacarlo al amanecer.


Pronto el Enviado de Dios (B.P.) salió de la casa y recitó los versículos de la Sura Ia Sin hasta el que dice: “Y les pusimos una barrera delante y otra detrás y les ofuscamos sus ojos para que no pudieran ver” (36:9).


Los velos de la noche se descorrían y la mañana, finalmente, rompió la negrura del horizonte. Se produjo entonces una gran emoción en el grupo incrédulo: se veían ya, en la concreción de su propósito. Empuñando sus espadas y puñales irrumpieron todos en la casa, entrando de lleno en la habitación del Profeta (B.P.). En ese momento, Alí , corriendo el manto verde que lo cubría, se levantó y dijo: “¿Qué hacéis?”. “¡Queremos a Muhammad! ¡¿Dónde está?!”, desesperados exclamaban los inicuos. Alí (P), hábilmente contestó: “¿Acaso me lo habíais confiado a mí para que ahora me lo pidáis? No está aquí”.


Los verdugos se enfurecieron, entonces, por haber esperado hasta el amanecer. Muy irritados no podían creer que Muhammad pudiera haber salido de la casa estando ellos allí afuera. El Profeta ya había emigrado a Iazrib y la confabulación no logró su cometido. La valentía de Alí, al arriesgar su vida por la del Enviado de Dios, constituyó la actitud clave que salvó la continuidad del Islam y quedó reflejada por siempre en su historia.


SU CASAMIENTO


Por instrucción divina (y con el consentimiento de ella), el Mensajero de Dios dio en matrimonio a su amada hija Fátima Az-Zahra (P.). Alí y Fátima, a través de sus hijos, el Imam Hasan, el Imam Husain, Zainab y Umm Kulzum, legaron a la humanidad una lección ejemplar de heroísmo, perseverancia y moral inquebrantables en la lucha contra la opresión y la falsedad.


Tras la muerte de Fátima, Alí desposó a Ummul Banim. Abbas, quien combatiera con lealtad y bravura en Karbalá junto a su hermano Al-Husain, sería el fruto de esta unión.


ALÍ (P.) Y EL CORAN


Con la finalidad de demostrar la grandeza de Su Creación, Dios juró por sus criaturas en diversas suras coránicas. En este caso, en la sura "La Estrella" (An-Naym) jura por la estrella. ¿Y qué significa Naym?


Naym tiene muchos significados, entre ellos se lo emplea para hacer juramentos.


Una de las famosas interpretaciones que encontramos, es el juramento a Muhammad (B.P.), quien fuera una luz que Dios hizo descender para iluminar este mundo. Muhammad (B:P.) dijo: “Alí y yo somos una sola luz”.


La primera sura que Muhammad leyó en voz alta fue la sura Naym.


UN DESIGNIO DIVINO


Una noche, en la casa de Muhammad (B.P.), se realizó una reunión, en la cual el Profeta había informado a la gente que cerca del amanecer caería una estrella en la puerta de una casa, enfatizando además, que la persona que viviera en esa casa iba a ser su mejor compañero. La gente, frente a esta noticia, desesperó, y permaneció toda la noche despierta. Esta estrella luminosa cayó en la casa del Imam Alí (P.). De este modo, el Imam Alí (P.) se convirtió en el mejor compañero del Profeta (B.P.).


EL PRIVILEGIO DE SER ALI (P.)


En la época del Profeta Muhammad (B.P.) había mucha gente, como por ejemplo Abu Bakr, Ibn Abbas, Alí, etc., que poseían en sus casas dos puertas: una de ellas comunicaba a la calle, la otra a la casa de su vecino y así sucesivamente hasta llegar a la puerta de la Mezquita. La finalidad de esta última era abreviar el tiempo, de tal modo que al escuchar el Adhán (llamado a la oración), llegasen rápido a la mezquita.


Para ese entonces, descendió del cielo el Arcángel Gabriel, quien se presentó ante Muhammad (B.P.) informándole que, por orden divina, las personas que tuviesen las puertas de sus casas comunicadas entre sí, deberían clausurarlas, a excepción de Muhammad (B.P.) y Alí (P.).


Al comunicar este último mensaje a los creyentes, Alí (P.) fue el primero en ejecutar la disposición; fue entonces, cuando Muhammad (B.P.) especificó que él no debía cerrar la puerta. Ante esto, la gente comenzó a murmurar respecto de Alí y la preferencia que tenía el Profeta para con él.


A raíz de esta situación, el Mensajero de Dios contestó que él no hacía nada por deseo propio, sino que sólo cumplía un mandato divino.


En otra oportunidad preguntaron al hijo de Omar acerca de Alí (P.), y él respondió que no debían hablar mal de él, porque posee privilegios que ningún otro posee. Estos privilegios son:

1. La puerta de su casa se comunica directamente con la mezquita.
2. Está casado con Fátima (P.).
3. Constituyó el factor de triunfo en la batalla de Jaibar.

Junto a este mensaje descendió la segunda aleya de la sura Naym que dice: «...que vuestro camarada no se extravía ni se descarría. ni habla por capricho».


Esta aleya quiere significar que Muhammad (B.P.) no hablaba nunca por interés, ni tampoco por algún sentimiento que lo vincule. Una prueba más de ello es el siguiente relato:


Cierta vez, una persona se acercó al Profeta (B.P.) con la intención de pedir la mano de su hija Fátima (P.), prometiéndole colocar una hermosa alfombra desde la puerta de su casa hasta la de su hija. Muhammad dijo que él no podía responder por las acciones de su hija, sino que la responsabilidad de ello sólo estaba en manos de Dios. Fátima (P.), finalmente, se casó con Alí (P.), que tan sólo contaba con un camello, una espada y un escudo. Para poder casarse con Fátima, Alí (P.), vendió aquel escudo.


Por tal razón no se puede pensar que Muhammad ( B.P.) escondía algún interés de por medio. Todos los profetas, para poder recibir el mensaje de Dios, deben tener el alma desprovista de todo apego o dependencia. Los profetas no hacen nada por su propia voluntad, sólo la voluntad de Allah rige sobre ellos.


MUHAMMAD VIO A ALÍ (en su Ascensión a los Cielos)


Muhammad (B.P.) vio a Alí (P.) en los cielos. Esto lo asombró muchísimo, entonces preguntó al Arcángel Gabriel: “¡Oh!, ¿Alí también está aquí?, ¿Alí, vino antes que yo?”. Le contestó que no, que ése no era Alí, sino que los ángeles pedían tanto ver a Alí (P.), que Dios había creado un ángel con su misma fisonomía.


Cada viernes por la noche, setenta mil ángeles visitan a este ángel y toda la recompensa es para sus amigos.


En esta noche, uno de los milagros que le revelaron a Muhammad (B.P.), era que 44.414 enviados de Dios concurrieron a la Mezquita de Al-Aqsá.


El Arcángel Gabriel, hizo el Adhán (llamado a la oración), y tomando del brazo a Muhammad (B:P.), le dijo que dirigiera la oración. Muhammad (B.P.) se negó diciéndole que era él quien debía hacerlo. Pero el Arcángel Gabriel le informó que desde el día que Dios había creado su luz, ellos no gozaban más de ese privilegio.


Luego, descendió la siguiente aleya: «Pregunta a los profetas anteriores ¿para qué fueron creados?». La respuesta a esta pregunta fue: "La base de nuestros mandatos es que No hay dios más que Dios, y además fuimos enviados para asegurar tu Ummah y la de tu hermano Alí (P.).


'ID AL GADIR "LA FIESTA DE GADIR"


Terminados los rituales del Hayy, donde los musulmanes aprendieron los procedimientos de la verdadera peregrinación del Santo Profeta, éste decidió partir hacia Medina. Se dio la orden de partida. Cuando la caravana llegó al territorio de Raabeg, a tres millas de distancia de Yuhfa (una de las estaciones donde se consagran los peregrinos), el fiel ángel de la Revelación descendió en Gadirul Jum para transmitirle al Profeta la siguiente aleya:


«¡Mensajero! proclama lo que te fue revelado por tu señor, porque si no lo hicieras no habrás cumplido tu misión, mas Dios te protegerá de los hombres, porque dios no ilumina a los incrédulos» (5:67)


Los términos de este versículo indican que Dios había encomendado al Profeta la transmisión de un asunto importante y de suma delicadeza, y ¿qué asunto podía ser más importante que la designación de Alí como Califa (Sucesor) ante los ojos de cien mil personas?.


Se dio la orden de detener la caravana y los que llevaban la delantera esperaron el arribo de los que estaban más rezagados. Era el mediodía y el calor era muy intenso. Los creyentes colocaban una parte de sus mantos debajo de sus pies y otra sobre sus cabezas. Además hicieron entre los árboles una galería a fin de proteger al Profeta. Muhammad dirigió la oración del mediodía. Luego, mientras la multitud lo rodeaba, subió a un púlpito que le habían preparado con varias monturas de camello superpuestas, y en voz bien alta y expresiva dirigió una disertación a los presentes.


EL SERMÓN DEL PROFETA (B.P.) EN GADIR JUM


“La alabanza pertenece a Dios, a El le imploramos ayuda y a El nos encomendamos. En El nos refugiamos de nuestras maldades y nuestros pecados. Dios es la única guía y orientación. Y a quien El encamina, jamás se desviará. Atestiguo que no hay más dios que El y que Muhammad es Su Enviado. ¡Gentes! Es probable que muy pronto acuda a una invitación divina y me vaya de vuestro lado. Yo soy responsable de mis actos y vosotros lo sois de los vuestros. ¿Qué es lo que piensan de mí?”.


Todos exclamaron: “Atestiguamos que tú has cumplido tu misión y has luchado. ¡Dios te conceda una buena recompensa!”


El Profeta (B.P.) preguntó: “¿Atesiguan que Dios es Único, que Muhammad es Su Enviado, y que no hay duda respecto al Paraíso, al Infierno y a la vida eterna en el otro mundo?”. Respondieron : "Sí, lo atestiguamos". Agregó: “Dejo entre ustedes dos cosas valiosas y queridas. Ya veré cómo las trataréis”. Alguien interrogó: “¿Cuáles son esas dos cosas a las cuales te refieres?” Respondió: “Uno es el Libro de Dios y la otra mi familia y mi descendencia”.


“Dios, el Altísimo, me ha informado que estos dos legados jamás se separarán. ¡Gentes! No pretendan adelantarse al Corán ni a mi descendencia, ni tampoco retrasarse. Si lo hicieran perecerían”. Tomando entonces el brazo de Alí y levantándolo hasta que llegaron a verse las axilas de ambos, lo presentó y preguntó quién era el soberano y el conocedor de la felicidad de los creyentes más que ellos mismos, a lo que todos respondieron: “Dios y Su Enviado”. Exclamó entonces el Profeta (B.P.): “Aquél de quien yo fuera su señor (Maula: protector, guardián y maestro), Alí también es su señor”(y lo repitió tres veces). “¡Dios! Ama a quien lo ame, protege a quien lo proteja, sé enemigo de su enemigo y amigo de su amigo. Trata con Tu ira a quien no lo ame, haz victorioso a quien lo haga vencedor y humilla a quien lo humille, y conviértelo en el eje de la verdad”.


SU ELOCUENCIA


CONSEJOS DEL IMAM ALÍ (P.) EN SU DISCURSO Nº 241


“¡Oh, Gentes! ¡Trabajad! ¡Trabajad! Y haced buen trabajo mientras tengáis vida, salud y oportunidades, mientras tengáis posibilidad de hacer el bien, mientras vuestras acciones puedan todavía ser registradas por los ángeles y mientras os quede tiempo para arrepentiros del vicio y volveros hacia la virtud y la piedad. Trabajad honesta, sincera, diligente y piadosamente, trabajad por el bien de la humanidad, trabajad por las recompensas reservadas en el paraíso, trabajad y libráos de las garras del vicio y la maldad. Trabajad y alcanzad niveles más elevados de moralidad. El Reino de Dios no está abierto a los de vida fácil, a los insaciables ni a los que visten lujosamente; sí está abierto para hombres de trabajo, honestos, inteligentes, piadosos y temerosos de Dios”.


EXTRACTOS DE SU CARTA AL IMAM HASAN (P.)


“Estos consejos son de un padre -que tiene en cuenta la naturaleza humana, que se está poniendo viejo, que ha soportado pacientemente reveses y calamidades, que odia las ansias excesivas y las ha superado, ya que en poco tiempo más pasará al otro mundo- para un hijo que es joven, que tiene el deseo de impulsar el mundo moderando el pensamiento y mejorando los caminos de la vida, deseo bastante difícil de lograr; un hijo que, como todos, tiene la vida limitada y está obligado, por naturaleza, a seguir los pasos de todos los mortales.


Mi primer consejo a ti, hijo mío, es que temas a Dios. Sé su sirviente obediente, mantén su recuerdo fresco en tu memoria. Protege cuidadosamente los lazos que te conectan y mantienen vinculados a El. Adopta la piedad y mata tus excesivos deseos con Su ayuda. Dale importancia a tu preparación para tu futura morada. No pierdas las eternas bendiciones por amor a los placeres de la vida mundanal.


No hables de lo que no conoces. Renuncia a los caminos en que exista posibilidad de extraviarte. Busca mantenerte lo más alejado posible de quienes se entregan al vicio y al pecado. Cuando creas defender la Causa de Dios, no temas la burla de la gente, su censura o sus calumnias.


No busques la protección de las personas, sino la de Dios. Reserva tus pedidos y súplicas a El y sólo a El, porque otorgar, dar, conferir, y dispensar, como así también negar, privar, rechazar y excluir, está en El y solamente en Su Poder.


Mantente en compañía de gente buena, así desarrollarás la bondad en tu carácter y te abstendrás de la maldad. Si tu indulgencia y bondad produjeran pésimos resultados, entonces ser estricto o severo es la mejor bondad. Trata con consideración y amabilidad a aquéllos sobre los que tienes poder y autoridad.


Haz el bien a tu hermano cuando él está empeñado en hacerte daño. Sé suave, agradecido e indulgente con el que es rudo, grosero y severo contigo. Gradualmente él cambiará su conducta. No corras detrás del que intenta evitarte.


Sé sumiso, modesto y solícito cuando alguien esté necesitado, desvalido y pobre, sé orgulloso y duro con el que, cuando goza de poder, maltrata a la persona humana.


Los deseos inmoderados tienen estrecha relación con las desgracias y calamidades...


¡Mi querido hijo! Luego de darte estos consejos, te confío al Señor. El te ayudará, guiará y protegerá en este mundo y en el otro. Ruego a El, te tome bajo Su protección en ambas vidas”.


SUS DICHOS


“Quien fomenta la avaricia y la codicia, invita a la degradación.


Quien siempre habla de su pobreza y mala suerte, estará siempre humillado.


Quien no controla su lengua, tendrá, a menudo, complicaciones y molestias”


“La riqueza convierte a todos los países extranjeros en tu patria nativa, mientras que la pobreza convierte a tu patria en una tierra extraña”


“La más poderosa relación es la que se da entre el ser humano y Dios”


“Entregarse a Dios y aceptar Su deseo, son las mejores actitudes”


“La sabiduría es la herencia más noble”


“No todas la flechas de tus deseos darán en el blanco”


“Antes de averiguar acerca de las condiciones de la casa en la que vas a vivir, ante todo, averigua qué clase de gente son tus vecinos”


“Pobre es quien no tiene amigos”


“El ser humano es una criatura maravillosa: ve por medio de un tejido adiposo, oye por medio de un hueso, habla por medio de un trozo de carne”


“Si consigues superioridad y dominio sobre tu enemigo, en agradecimiento a Dios por ello, perdónalo”


“Cuando algunas bendiciones son puestas sobre ti, no las alejes por desagradecido”


“Feliz es el hombre que siempre tuvo presente a la otra vida en su visión, quien hizo presente el Día del Juicio a través de todas sus obras, quien llevó una vida de lucha y esfuerzo y quien fue feliz con la suerte que Dios le destinó”


“El pecado que te pone triste y te hace arrepentir es más querido por el Señor que la buena obra que te hace vanidoso y consentido”


“No te avergüences si la caridad es pequeña, ya que despachar al necesitado con las manos vacías es una deshonra más grande”


“No hay riqueza más grande que la sabiduría, ninguna pobreza más grande que la ignorancia, ninguna herencia más grande que la cultura y ningún amigo o compañero más grande que el examen de conciencia”


“A veces los más cercanos a tí se comportan más fríamente que los extraños y a menudo los extraños te ayudan más que tus allegados”


SUS CONSEJOS AL COMANDANTE EN JEFE MALIK AL-ASHTAR


“En el nombre de Dios, Altísimo, Misericordioso y Generoso. Estas son las órdenes dictadas por la criatura de Dios, Alí, el hijo de Abu Talib, a Malik, el hijo de Ashtar:


“Te ordeno Malik que guardes en tu mente y para siempre el temor de Dios, que le des prioridad a Su culto y preferencia a obedecer Sus órdenes. Seguir cuidadosamente y fielmente los mandatos y prohibiciones dadas en el Libro Sagrado y en las tradiciones del Santo Profeta (B.P.), porque el éxito de un hombre para aspirar a la felicidad en este mundo y en el próximo, depende de estas cualidades. Fracasar en la ejecución de estas atribuciones, da lugar a un fracaso aquí y en lo sucesivo.


¡Malik! Debes ser amable, compasivo y amar a tus súbditos. No te comportes como una bestia voraz y rapaz, cuyo éxito reside en desgarrar a sus víctimas.


Recuerda Malik que hay dos tipos de personas: Aquellas que tienen tu misma religión y son tus hermanos, y aquellos que profesan otra religión y que son seres humanos como tú. Hombres de una u otra clase, padecen de las mismas debilidades e incapacidades que se heredan en la carne, pecan y dan rienda suelta a sus vicios, ya sea intencional o involuntariamente, sin darse cuenta de la enormidad de sus actos. Deja que tu misericordia y compasión los rescate y los ayude de la misma forma que Dios te demuestra Su Misericordia y Su perdón.


No sientas vergüenza de perdonar y olvidar. No te apresures a castigar y no te enorgullezcas de tu poder para castigar. No te enfades y no te desanimes por los errores y fallas de aquellos que gobiernas, por el contrario, sé paciente y benévolo con ellos. El enojo y el deseo de venganza no te ayudarán en tu administración.


En lo concerniente a tus propios asuntos, los de tus parientes y amigos, ten cuidado de no violar las obligaciones que te ha concedido Dios y usurpar los derechos del hombre. Sé imparcial y justo, si abandonas la equidad y la justicia, ciertamente serás un tirano y un opresor. Quienquiera que tiranice y oprima a las criaturas de Dios, ganará su enemistad junto con el odio de aquellos a los que oprime, cualquiera que provoque la ira del Señor, perderá toda posibilidad de salvación y no habrá excusa que pueda ofrecer en el Día del Juicio.


Recuerda que la desaprobación del hombre corriente, del individuo sin recursos y de la gente abatida, son preponderantes a la aprobación de personas importantes y, el desagrado de unas pocas personas nobles serán disculpadas por el Señor si las masas están felices contigo...”

SU JUSTICIA

TODOS SON IGUALES ANTE LA LEY


Pasaba cierto día el Imam Alí (P.) por el bazar de Kufa, cuando de pronto vio a un cristiano con una armadura en sus manos. El hombre quería vender su armadura y el Príncipe de los Creyentes, que en esa época era Califa e Imam de los musulmanes, se acercó a él, observó minuciosamente la misma, la tomó y le dijo: “Esta armadura es mía. Hacía tiempo que la había perdido y ahora veo que la tienes tú. Debes devolvérmela”.


El cristiano rechazó las palabras del Imam y dijo: “La armadura es mía”. Y se la arrebató bruscamente. De pronto, gran cantidad de gente los rodeó, pues querían observar la conducta de la mayor personalidad del Islam. Algunos, inclusive, se acercaron con el objeto de arrebatársela a aquel hombre y dársela al Imam, no obstante él les dijo: “El Islam es la religión de la verdad y la justicia y en él hay Juicio y Ley y yo me someteré al fallo del Juez”. Luego, muy amistosamente, le dijo al hombre cristiano: “Yo tengo certeza de que esta armadura me pertenece. Devuélvemela o vamos juntos a consultar al juez para que él sentencie entre nosotros”.


El aceptó la propuesta del Imam y de inmediato se dirigieron ante el Juez. Apenas este último vio al Imam, se puso de pie y lo saludó respetuosamente. El Imam le dijo: “Hemos venido aquí para ser juzgados. El Juez deberá tener una conducta unánime frente a ambas partes. Tú con tu título de Juez no deberás respetarme más que a él, contrariamente, deberás tratarnos de igual modo. Siéntate y júzganos”.


El Juicio dio comienzo, los declarantes se sentaron frente al Juez...e interrogó éste:


“¿En qué consiste vuestra diferencia?”. Dijo el Imam: “La armadura que está en manos de este hombre me pertenece. Ni la vendí ni la regalé. Hacía tiempo que la había perdido y ahora la he encontrado”. El Juez preguntó al hombre: “¿Qué dices tú al respecto?¿Se la devuelves?”. Dijo: “No. No la devolveré. La armadura es mía, aunque tampoco desmiento al Imam de los musulmanes”.


El Juez dijo al Imam: “¡Oh, Alí! Tú eres el acusante, por lo que debes traer dos testigos aceptables. Si los tienes, búscalos y ordénales presentarse ante mí”.


El Imam, que conocía bien al Juez, como así también las condiciones requeridas para poder acusar a alguien, sonrió y dijo: “No. No tengo tales testigos”. Agregó, entonces, el Juez: “En ese caso, según las leyes de la Jurisprudencia Islámica, tu derecho no está probado. La armadura permanecerá en manos de este hombre”.


El cristiano, que había salido triunfador, tomó la armadura y apresuradamente salió del Juzgado. Luego de dar unos pocos pasos comenzó a meditar. Se dijo:“¡Qué buena religión y qué gobierno tan justo! . Considera iguales a un cristiano y al Califa de los musulmanes frente al Juez y a la Ley. El Líder de los musulmanes le dice al Juez: "Siéntate y no me respetes a mí más que a la otra parte. Considéranos iguales". ¡Qué grado de justicia! Sin pruebas no da fallos. Ni siquiera a la mayor autoridad”.


Se detuvo unos instantes y reflexionó. De inmediato regresó al juzgado y exclamó ante los presentes que aún no se habían retirado: “Estoy asombrado por este fallo. Aún no puedo creer que presencié un juicio tal y que el Juez falló a mi favor y en contra de su Imam. El fallo fue totalmente neutral. Este tipo de conductas sólo pueden observarse en el credo y escuela de los profetas. ¡Es realmente sorprendente! ¡El Príncipe de los Creyentes es igual ante la Ley que yo, que soy cristiano! ¡El Líder del mundo islámico se presenta en el juzgado y no aprovecha de su jerarquía social! ¿Cómo es posible que el Juez, elegido por el propio Líder, no haya fallado en su favor? Este Juicio y este fallo son pruebas de la veracidad de vuestro credo. Acepto vuestra religión, me convierto al Islam: Testimonio que no hay dios sino Dios y que Muhammad es el profeta de Dios”.


Luego, dirigiéndose al Imam, dijo: “¡Oh, Príncipe de los Creyentes! Por Dios que tú tienes la razón y eres veraz en tu acusación. Esta armadura es tuya. Cuando junto a tus soldados te dirigías hacia la batalla de Siffin, esta armadura se cayó de tu montura, yo la tomé y la llevé a casa. Te pido perdón por ello”.


El Imam Alí (P.), que amaba guiar a los siervos de Dios, se alegró mucho y le dijo: “Por respeto a tu adhesión al Islam te la regalo y también te obsequio un caballo”.


Sí, al observar la justicia del Islam, aquel hombre lo aceptó fervorosamente y se convirtió en un discípulo sacrificado del Imam. Adhirió al ejército islámico y combatió con valentía indescriptible en la batalla de Nahrauan. Finalmente, entregó su sangre por la Causa Divina y la liberación de los hombres justos, alcanzando así la jerárquica posición del martirio.


Dice el Sagrado Corán respecto a la justicia entre los hombres:


«¡Creyentes! Sed íntegros en la equidad, cuando testifiquéis por Allah, aún en contra vuestra, o de vuestros padres o parientes más cercanos. Lo mismo que si es rico o pobre, pues Allah está primero que ellos. No sigáis la pasión y así obraréis con justicia. Si levantáis falso testimonio o rehusaseis hacerlo, sabed que Allah está bien informado de lo que hacéis». (4: 135)


EL AMOR DE SUS SEGUIDORES LUEGO DE SU DESAPARICIÓN FÍSICA


Ibn Al Sikkit vivió en la época del Califa Abbasida Al-Mutauakkil, alrededor de dos siglos después del martirio de Alí (P). Durante la administración de Al-Mutauakkil fue acusado de ser Shi'ah (es decir, partidario de Alí), pero a pesar de ello y dado que era un hombre instruido y distinguido, Al-Mutauakkil lo eligió para ser maestro de sus propios hijos.


Cierto día, cuando los hijos de Al-Mutauakkil fueron a verlo, estando Ibn Al-Sikkit (y según parece, ese día éste les había tomado un examen que habían cumplido bien), el Califa mostró su placer a Ibn Al-Sikkit, pero quizás debido a sus recelos porque había oído sobre su filiación shiíta, le preguntó si esos dos que estaban frente suyo (sus dos hijos) eran más queridos por él que Al-Hasan y Al-Husain, los hijos de Alí (P).


Ibn Al Sikkit quedó muy turbado por esta pregunta y comparación y se mostró agitado. Se preguntaba a sí mismo si este hombre soberbio habría alcanzado tal grado de vanidad como para comparar a sus hijos con Al-Hasan y Al-Husain (P). Se dijo entonces que estaba en falta por haber sido tan cumplido en la educación de sus hijos. Y en réplica a Al-Mutauakkil dijo: “Por Dios, juro que el esclavo de Alí (P), Qanbar, es más amado para mí que estos dos y su padre”.


Al-Mutauakkil ordenó entonces, que se reuniera la gente y que a Ibn Al-Sikkit le fuera arrancada la lengua de su boca.


Así como esta historia podemos encontrar muchos casos de gente completamente abrumada que voluntariamente sacrificó sus vidas en el camino del amor a Alí (P).


SU MARTIRIO


En el cuarto año de la Hégira, algunos de los "jauariy" (grupo que durante la batalla de Siffín, librada contra Mu'awiah, se separó de las fuerzas del Imam Alí al ser engañado por aquel jefe de Bani Umaiiah), se reunieron en la Meca y planearon un complot para matar a Alí (P.), Mu'awiah, y 'Amru 'Ass, en Sham (Damasco) y Misr (Egipto), a una hora determinada.


Fue escogida la noche 19 del Sagrado mes de Ramadán para la ejecución. A Abdur Rahman, hijo de Mulyam, se le encargó el asesinato del Imam Alí (P.), Huyyay, hijo de Abdullah Sarimi, sería el asesino de Mu'auiah y 'Amru, hijo de Bakr Tamimi, para asesinar a 'Amru 'Ass.


Ibn Mulyam llegó a Kufa con este objetivo pero no dio a conocer a ninguna persona esta intención tan vil y vergonzosa, hasta que un día, en la casa de uno de los "Jauariy", se encontró con Qatamah, una mujer muy bonita y encantadora, de quien se enamoró. Luego, comenzó a pensar en casarse con ella. Cuando pidió su mano, Qatamah dijo: “Mi dote será: tres mil dirhams en efectivo, un esclavo y también la muerte de Alí Ibn Abi Talíb”.


Qatamah, desde antes, debido a la muerte de su padre y su hermano en la guerra de Nahrauan en manos de Alí, guardaba rencor al querido Imam, ella lo consideraba su gran enemigo declarado y siempre estuvo pensando en destruirlo. Ibn Mulyam, reveló frente a Qatamah: “Casualmente, por este motivo he venido a Kufa”, y de este modo, prosiguió con su determinación anterior buscando el encantamiento de Qatamah.


Finalmente, esa nefasta noche llegó. Ibn Mulyam, con una o dos personas amigas suyas, decidieron realizar este criminal acto, la noche del l9 de Ramadán, en la Mezquita de Kufa.


Treinta y tantos años antes de aquella desafortunada noche, el Imam Alí (P.), había escuchado del Profeta que en el mes de Ramadán sería asesinado.


Escucha este relato del propio Imam Alí (P.):


"...Y cuando el Profeta (B.P.) leyó aquella famosa Jutbah respecto al sagrado mes de Ramadán, yo me levanté y pregunté: "¡Oh, Enviado de Dios! ¿cuál es el más valioso de los actos en este mes?”. Dijo: " La abstención de los pecados". En ese momento el Profeta comenzó a llorar con gran dolor e informó acerca de mi martirio en este mes".


El Imam Alí también irrumpió en lágrimas, ya que sabía que en este mes se martirizaría. En ese mismo año había dicho: “Este año en la ceremonia del Hayy (Peregrinación), no estaré entre vosotros”. Y también a él le dijeron: "¿Por qué, en el momento de desayunar (luego de un día de ayuno del mes de Ramadán), comes poco? Contestó : “Quiero estar con el estómago vacío en el momento de encontrarme con Dios”.


Pero la noche 19 no durmió, y repetía varias veces: “Juro por Dios que no miento y que tampoco me han mentido, esta noche es aquella noche prometida”.


Y finalmente, al amanecer, cuando el Imam Alí (P.) entró a la Mezquita, en el momento en que estaba realizando la oración del alba, y apareció la espada envenenada y la sangre sedienta del peor de los hombres, Ibn Mulyam. Cuando la espada de éste hirió la frente luminosa del Imam, lo primero que dijo fue: "FUZTU UA RABBIL KA'BA", "¡HE TRIUNFADO, POR EL DIOS DE LA KA'BA!".


Entonces, llevaron al Imam ensangrentado, a su casa. Estuvo dos días postrado en su lecho y en todo momento pensaba en la rectitud y felicidad de los hombres.


Y dos días después, la noche veintiuno del mes de Ramadán, en el año cuarenta de la Hégira, encontró su martirio.


Sepultaron su inmaculado cuerpo en la Sagrada tierra de Nayaf, a la que hoy, los corazones de los musulmanes, en especial de los shí'as, desean fervientemente visitar.


El Imam, del mismo modo que había transcurrido su vida en el recuerdo de Dios, en el momento de este trágico episodio final, también se encontraba recordándolo.


SUS ULTIMAS PALABRAS


En sus últimos momentos legó un testamento a sus hijos, sus parientes y también a todos los musulmanes, que entre otras cosas dice:


“...A ustedes les aconsejo el temor a Dios, y el orden en vuestros asuntos. Procurad siempre la unión y la rectitud entre los musulmanes”.


“No os olvidéis de los huérfanos, observad los derechos de vuestros vecinos. Estableced al Corán como programa de vuestras propias acciones”.


“Amad la oración que es el pilar de vuestra religión”.


“Combatid y sacrificad en el camino de Dios con vuestras riquezas, vuestras lenguas y vuestras personas. ¡Uníos!”.


“No abandonéis la "Recomendación del bien y la abstención del mal" (Precepto del Islam), pues si os desviáis de esta responsabilidad ante Dios, se erigirá una sociedad corrupta y vil y en este momento cualquier súplica o deseo que imploréis en contra de ellos no será respondida”.


La paz de Dios y la de los hombres puros y benevolentes, sean con el gran Imam, purificado de todo pecado, defecto o error. Su nacimiento fue extraordinario, como extraordinaria fueron su vida y su martirio.

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