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El adab de la Oración

El adab de la Oración

(La actitud ante la oración)

Ruh ul-lah al-Musawi al-Jomeini (r.a.)

Traducción del persa: Yafar González

Toma’nînah (Tranquilidad interior)

Uno de los aspectos importantes a observar en la adoración, especialmente en aquellas formas de adoración que tienen que ver con el recuerdo de Al.lah, es Toma’nînah,(tranquilidad). Pero esta tranquilidad no es la que los doctores de la ley (fuqahâ) (que Al.lah esté complacido con todos ellos) consideran necesaria al rezar.

Consiste en que el sálik (viajero espiritual) realice su adoración con un corazón en calma y certeza en su mente, ya que si la adoración se realiza con el corazón afectado por un estado de ansiedad e inquietud, este no se beneficiará de tal adoración y los efectos de tal tipo de adoración no dejarán huella en el corazón y la práctica de la adoración no generará una imagen interna en el corazón.

Uno de los efectos que produce la repetición de los actos de adoración y el incremento del recuerdo de Al.lah y de las súplicas es el de provocar en el corazón un estado de actividad espiritual que, poco a poco hace que el corazón del sálik se identifique con la verdad inherente en la adoración y el recuerdo, hasta hacerse uno con ellas. Mientras el corazón no adquiere certeza, reposo, tranquilidad interior (Toma’nînah) y gravedad, el recuerdo y la práctica espiritual no producen su efecto y no van más allá de una manifestación exterior y puramente física, sin afectar al mundo interior del espíritu y no consiguen provocar placer al corazón ni la satisfacción que reside en la verdad esencial de la adoración. Este es un asunto tan evidente que no necesita de mayor explicación y con un poco de reflexión se puede percibir claramente. Si la adoración fuera de tal clase que el corazón no llegara a percibir tales estados de ninguna manera y no tuviera efecto alguno en el interior de la persona, eso afectará otros aspectos del individuo y no le permitirá ascender del reino de lo material al reino de la espiritualidad y es posible que, en el difícil momento de la muerte y en los estados y dificultades posteriores a ella, todos los aspectos de su adoración desaparezcan y queden destruidos de las páginas de su corazón, Dios no lo quiera, y la persona se encuentre ante la Sagrada Presencia con las manos vacías. Por ejemplo, si alguien pronuncia las sagradas palabras «La ilaha il lal lah, muhammadar rasul lul lah» (No hay mas Dios que Al.lah, Muhammad es el Mensajero de Al.lah) la paz y las bendiciones de Al.lah sean con él y con su familia purificada, con un corazón atento y con certeza interior y enseña a su corazón este noble dikr (recuerdo), poco a poco la lengua de su corazón se desbloqueará y la lengua de su boca será el reflejo de lo que pronuncie su corazón y, de esa manera, primero será el corazón el que evoque el recuerdo y la lengua irá tras él. Dijo el Imam Yafar as-Sádiq (P), tal como podemos leer en la obra Misbah ush-Sharì’ah (La lámpara de la Ley): Fay’al qalbaka qiblatan li lisánika. Lá tuhar.rik hu il.la bi isháratil qalbi wa muwafáqatil ‘aqli wa ridail imán «Haz que tu corazón sea la referencia (qiblah) de tu lengua. No la muevas excepto por indicación del corazón, conformidad de la razón y el beneplácito de la fe.»

Mientras la lengua del corazón no aprenda a hablar, el sálik en camino a la otra vida, deberá dedicarse a educarle por medio de la tranquilidad y el reposo interior (Toma’nînah) que procura el dikr. Cuando la lengua del corazón se desbloquee, el corazón se convertirá en la referencia que oriente su lengua física y el resto de los órganos de su cuerpo. Cuando el corazón inicie el recuerdo de Al.lah, todo el ser de la persona se involucrará en el recuerdo. Pero, si este noble recuerdo se realiza sin tranquilidad y reposo del corazón (Toma’nînah), prisas, agitación interior y alteración de los sentidos, no ejerce efecto alguno sobre el corazón y no pasa de la lengua y del oído físicos y exteriores y no es capaz de llegar al interior del la persona y su verdad inherente no impregna el corazón y no consigue producir una imagen o reflejo de plenitud en él y, por tanto, no establece en el corazón una imagen perfecta y permanente. Así pues, cuando sobrevienen estados de dificultad, especialmente

las dificultades y agonía propias de la muerte, el corazón se olvida de aferrarse al noble recuerdo de Al.lah y éste desaparece de su registro interior y llegan a olvidarse incluso el nombre de la Verdad Altísima y del Sello de los Profetas (BP), el noble Din del Islam, el sagrado Libro divino y los Imames de la Guía (P) y el resto de las enseñanzas que no llegaron al corazón; de esa manera, cuando llega el momento de ser interrogado en la tumba, no se puede responder ya que no se encontrará en el interior rastro alguno de la verdad del Señorío Divino (Rubûbiiah), ni de la profecía, ni de las verdades espirituales y aquello que solía repetir con su lengua, pero que no dejó impresa su huella en el corazón, desaparecerá de su memoria. Leemos en un hadiz que un grupo de la comunidad del Más Noble Mensajero de los que entrarán en el fuego, olvidarán el nombre del Profeta (BP) al contemplar el impresionante aspecto del Ángel Guardián del Infierno, a pesar de que en el mismo hadiz se dice que son gente de fe y que sus corazones y su rostros resplandecen con la luz de su fe.(1) El noble narrador de hadices, el fallecido Maylisi, la misericordia de Al.lah sea con él, en su obra Mir’at ul-Uqûl, al comentar el noble hadiz: Kuntu sam’a hu wa basara hu... (Soy sus oidos y su vista..) Dice: «Quien no pone sus ojos y sus oídos y el resto de sus miembros a disposición de la Verdad Altísima, no posee ojos y oídos en su espíritu y sus ojos y oídos corporales no llegarán al otro mundo y en la tumba y en la Resurrección no poseerá ojos ni oídos y la balanza en la que se pesan las preguntas y respuestas de la tumba son precisamente estos miembros  espirituales.»(2)

En resumen, existen muchos nobles hadices de este tipo, acerca de la tranquilidad interior y sus efectos y el noble Corán nos ordena su recitación y lectura continua. En un noble hadiz leemos: «Quien olvida una surah del noble Corán vera aparecérsele esta surah en el Paraíso con un bellísimo aspecto. El le preguntará: -¿Quién eres? ¡Que hermosa eres! ¡Ojalá fueses mía! Y ella le responderá: - Soy tal surah. Si no me hubieses olvidado, te habría transportado a esta elevada posición ».(3) Y, otro hadiz dice: «Quien lee el Corán en su juventud, éste se hace uno con su sangre y su carne». (4)

Y esto es debido a que el corazón de un joven está menos saturado y oscurecido y por ello es más fácil llegar a él y rápido el efecto que la lectura del Corán tiene en él y sus efectos son mucho más permanentes. Y sobre este tema existen muchos hadices que recordaremos en el capítulo dedicado a «la recitación», si Dios quiere. En un noble hadiz leemos: «No hay nada que Al.lah ame más que los actos que se realizan con perseverancia.. (ver la continuación en archivo pdf)

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