El enorme lugar de enterramiento, datado hace unos 3000 años, fue localizado en 2013 en la ciudad costera de Asqalan, pero sus resultados empiezan a salir ahora a la luz después de dos años de excavaciones en el lugar, un yacimiento investigado en su conjunto desde hace tres décadas.
“No se había encontrado antes un ejemplo sistemático que reflejara lo que pensaban los filisteos acerca de la muerte y cómo trataban a sus muertos. Realmente podemos anunciar que hemos localizado el primer cementerio filisteo”, explicó el domingo en una rueda de prensa Daniel Master, profesor del Wheaton College y responsable de la excavación.
El descubrimiento sin precedentes permitirá a los arqueólogos no solo estudiar las prácticas de enterramiento de este pueblo por primera vez, sino también conocer mejor las características y costumbres que lo diferenciaban de sus coetáneos e indagar en sus orígenes.
Porque si bien su existencia es conocida desde siempre, los filisteos no dejan de ser aún uno de los grandes enigmas de la antigüedad, hasta el punto que los estudiosos debaten desde hace décadas sobre su procedencia.
El camposanto, datado entre los siglos XI y VIII a.C., podría apoyar la teoría de que los filisteos migraron a las costas de Palestina desde una región situada al oeste, probablemente el mar Egeo, alrededor del siglo XII a.C.
La importancia del cementerio radica en su gran tamaño y en que estaba directamente conectado con una de las grandes y conocidas ciudades filisteas, Asqalan, que era además su principal puerto marítimo.
Hasta la fecha se han encontrado los restos bien conservados de 210 individuos enterrados, “lo que permite hablar del grupo como población”.
Sus cuerpos aparecieron en tumbas o nichos comunes y algunos de ellos fueron sepultados con objetos como joyas, pequeñas vasijas de aceite, flechas o brazaletes. Con todo, en las tumbas no se hallaron inscripciones, “algo extremadamente raro”, a decir del investigador.
Pero sus prácticas de enterramiento no se asemejaban a la de los pueblos canaanitas en la Edad de Bronce o de la Judea de la Edad de Hierro, que eran primero sepultados en fosas centrales para luego almacenar los huesos secos en nichos que se colocaban en una cámara.
Los filisteos enterraban a sus muertos principalmente en pozos excavados para cada individuo: hombre o mujer, adulto o niño. Posteriormente otros muertos eran colocados en el mismo hueco, separados por estratos y cada uno de ellos con sus propios bienes.
El estudio del ADN de los huesos encontrados ayudará a definir los orígenes de este pueblo, así como las enfermedades que padecían o sus hábitos.
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