Los tres sospechosos formaron parte de una red de tráfico de órganos que buscaba a vendedores y compradores a fin de desarrollar una empresa ilegal, cuyos beneficios podrían elevarse a cientos de miles de dólares.
La red compraba riñones a personas desfavorecidas y los vendía a compradores israelíes ricos que deseaban un trasplante.
Las operaciones eran efectuadas por un médico israelí que llevaba a cabo también los procedimientos médicos correspondientes.
Además de los tres hombres, una extensa red ayudaba a reclutar a personas en el extranjero que vendieran sus órganos y recibieran el dinero por esa operación.
El tráfico de órganos es algo habitual en Israel. Varias redes israelíes han sido desmanteladas en diversas partes del mundo, incluyendo Brasil, donde los compradores de órganos visitaban las favelas de varias ciudades donde esperaban encontrar a personas pobres desesperadas y dispuestas a vender sus órganos.
Algunos rabinos eminentes han juzgado este comercio lícito según la Halaja (la Ley Judía), que estima que es lícito sacrificar la vida de un gentil para salvar la vida de un judío.
En noviembre de 2012, la CNN señaló en un reportaje que “los órganos de africanos que intentaron entrar en Israel por el desierto del Sinaí y fallecieron fueron tomados ilegalmente por miembros de estas redes”. Los periodistas comprobaron que varios cuerpos de africanos que carecían de órganos fueron descubiertos en esta región.
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