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Y Ahora, ¿Cómo Debemos Interpretar la Victoria de Donald Trump?

Hace una semana, publicabamos una nota en el que nos hacíamos eco de las sospechas del analista Brandon Smith, sobre el auténtico apoyo que recibía Trump y que le llevaría finalmente a la presidencia de EEUU. A mucha gente quizás le parecía imposible (y quizás aún le parece) que lo que advertía Smith era algo real. Por lo tanto, y ante todo, f
Y Ahora, ¿Cómo Debemos Interpretar la Victoria de Donald Trump?

Hace una semana, publicabamos una nota en el que nos hacíamos eco de las sospechas del analista Brandon Smith, sobre el auténtico apoyo que recibía Trump y que le llevaría finalmente a la presidencia de EEUU.

A mucha gente quizás le parecía imposible (y quizás aún le parece) que lo que advertía Smith era algo real. Por lo tanto, y ante todo, felicidades a Brandon Smith por su previsión contracorriente, que nos parece tan acertada.

Muchos aún se empeñan en creer que la victoria de Trump es algo así como una victoria del pueblo sobre el establishment y un “golpe a las élites”.

Bien, de ilusión también se vive; y de engaños orquestados, aún más.

En este artículo vamos a realizar algunas consideraciones generales, más allá de las posibles consecuencias políticas y económicas que pueda tener la victoria de Trump y que podrán encontrar en todos los medios de comunicación.

Lo observaremos todo desde un punto de vista diferente…

¿NO HABÍAMOS QUEDADO QUE CLINTON ERA LA PROTEGIDA DE LAS ÉLITES?

Uno de los aspectos más destacados de este resultado electoral, es que ha desvelado muchas patrañas que venían diciéndose desde hace tiempo.

Para empezar, llevamos meses y meses leyendo en multitud de medios alternativos que las élites no permitirían bajo ningún concepto una victoria de Donald Trump, por ser un gran opositor al establishment y un outsider al qual no se dejaría acceder a la Casa Blanca de ninguna de las maneras.

Nos han dicho durante meses que Hillary Clinton es la gran protegida de las élites “sionisto-iluminatis-kházaras-reptilianas-satanistas-jesuito-masónicas” y que malvados demonios comeniños como Soros y la familia Rothschild harían lo que fuera necesario por impedirlo. Nosotros mismos nos hemos hecho eco de algunas de esas denuncias en artículos que hemos publicado.

Muchos medios nos dijeron que lo tenían todo controlado y que tenían las máquinas de votación manipuladas para alterar los resultados (nosotros mismos, también nos hicimos eco de algunas de estas denuncias).

Aún resuenan en nuestras orejas las constantes denuncias de manipulación de los medios afines a Trump, como Infowars o Fox News, acompañados por las acusaciones del propio Trump desde el púlpito, clamando que “The election is rigged”.

Incluso amenazó con no reconocer los resultados de las elecciones. ¡Hemos tenido suerte de que no haya impugnado su propia victoria si todo estaba tan manipulado en su contra!

Evidentemente, los defensores de esa supuesta manipulación de las élites contra el “revolucionario” Trump, ahora nos dirán que efectivamente las élites han intentado hacer de todo por impedirlo, todo tipo de trampas y artimañas, pero que el pueblo americano, los ha superado como un tsunami imparable, llevado por su infatigable anhelo de libertad y por la protección de Dios todopoderoso.

Algunos dirán: ¡el bien ha triunfado sobre el mal!

Y quizás sí, quizás tengan razón.

Pero hay explicaciones mucho más razonables.

Y la explicación más razonable, es que Trump era el candidato de las élites (aunque ni él mismo lo sepa, ni tan solo muchos de sus enemigos) y que le han permitido llegar a la Casa Blanca; es posible que incluso le hayan dado algún empujoncito para ayudarle a última hora (¿Recuerdan al FBI?).

De hecho, todo apunta a que Brandon Smith tenía razón desde el principio.

Razonemos por un momento lo que hemos visto.

Ciertamente, el establishment político norteamericano y especialmente los grandes medios de comunicación del país, le han atacado constantemente y de forma aparentemente inmisericorde.

Pero seamos honestos: ¿cómo le han atacado y con qué?

Esos medios de comunicación que supuestamente le han puesto tantos palos en las ruedas, no han parado de sacarlo constantemente en televisión, convirtiéndolo en el epicentro de la campaña, desde mucho antes de convertirse en candidato. Evidentemente, él tiene su mérito en ello, pero los medios le han dado una cobertura exhaustiva, saliendo a todas horas en antena. ¿Se la dieron a Bernie Sanders, el opositor demócrata a Clinton, por ejemplo? Ni mucho menos.

Los grandes medios le han convertido en el protagonista de la pre-campaña y la campaña electoral.

¿Y cuáles han sido los presuntos brutales ataques por tierra mar y aire que los medios controlados por las élites han realizado contra Trump?

Pues…hablar de líos de faldas…y insinuar algún problemilla con los impuestos, cuyo eco apenas se extendió un par de días. La cuestión es que los líos de faldas de Trump se conocen desde hace décadas, porque de hecho forman parte de su imagen de marca, la que él mismo se ha generado. Cualquier ataque por ese lado, por lo tanto, era inocuo y de hecho, reforzaba su imagen de mujeriego, algo no necesariamente nocivo a ojos de un multimillonario como él, en una sociedad tan adoradora de los triunfadores como la norteamericana.

De hecho, los peores ataques contra Trump, se han producido aprovechando sus propias declaraciones salidas de tono, fruto de su lengua incontenible.

En cambio, Clinton ha visto como se exponían sus crímenes, sus innumerables casos de corrupción, sus engaños y chanchullos y su incompetencia política cuando era Secretaria de Estado.

Es cierto que los grandes medios han tratado de pasar por alto algunos de estos asuntos, pero es posible que tengamos una visión errónea de la función de los medios en su conjunto.

Tendemos a creer que los medios de masas y los medios más alternativos, son dos mundos separados, cuando en realidad conforman un mismo ecosistema, por el simple hecho de que ejercen influencia potencial sobre la misma población.

Los medios alternativos o que van contracorriente, no son medios prohibidos o clandestinos que se comuniquen con pasquines y a los que se acceda en callejones oscuros. Están a un clic de cualquiera de nosotros y algunos tienen tantos seguidores como algunos considerados de masas y llegan a gran cantidad de personas a través de las redes sociales.

Un ejemplo perfecto de ello, es Infowars, de Alex Jones, gran partidario de Donald Trump y cuyo nivel de cobertura es enorme.

Por lo tanto, quizás debemos observarlos a todos en conjunto, para comprender que quizás las cosas no son lo que parecen.

¿Qué estamos tratando de decir? Pues que en una sociedad con tal facilidad de acceso a la información, que unos medios de masas se dediquen a minimizar un escándalo, mientras otros que son considerados “rebeldes” lo expongan, con la subsiguiente difusión en las redes sociales, puede tener un efecto contrario al aparente.

Tapar los escándalos de Clinton en los grandes medios de un establishment cada vez más odiado por la población, pero permitir que se difundan ampliamente en otros considerados contrarios al poder, en realidad representa un grave perjuicio para ella. Y de la misma forma que podemos concluir que eso se ha producido porque los protectores de Clinton no han sabido controlar la situación, también podemos sospechar que quizás han utilizado este mecanismo doble, a sabiendas de que quedaría expuesta a ojos de muchos como la corrupta y criminal que es en realidad y “encima protegida por el establishment”.

Háganse esta pregunta: ¿de verdad creen que un multimillonario como Trump, con vínculos conocidos desde siempre con la mafia, (heredados de hecho de su padre), no tiene escándalos mayores que un video robado donde dice que mete mano a las mujeres? ¿De verdad alguien es tan inocente como para creer que es un hombre puro y limpio y no tiene “muertos en el armario”, más allá de cuatro manoseos y tocamientos a mujeres?

No seamos tan inocentes.

Lo que hemos visto, es teatro. Los ataques contra Trump, en realidad han sido disparos con escopetas de feria, que le han servido para legitimarle ante el pueblo como una especie de “revolucionario anti-establishment”.

Y esa legitimización ficticia se demuestra en el hecho, de que los propios medios de comunicación de masas no paran de repetir una y otra vez que es el candidato “anti-establishment”, como si quisieran investirlo de tal carácter. Ellos mismos le están poniendo esa medalla.

Por otro lado, pensemos que los escándalos de Clinton, muchos de los cuales ya eran conocidos desde hace tiempo, la incapacitaban para ser una alternativa real; tal y como indicaba Brandon Smith en su artículo, esas élites son demasiado listas como para elegir a alguien tan odiado y evidentemente corrupto como Hillary Clinton.

Y si no, pensemos por un momento en el conjunto de razonamientos contradictorios que la mayoría de círculos alternativos han utilizado y que configuraban su tesis errónea.

1-Primero nos han vendido que Hillary Clinton era la candidata de las élites, en contraste con Donald Trump, que supuestamente, no lo era.

2-Después nos han dicho que esas élites harían todo lo que fuera necesario, para conseguir que Clinton ganara los comicios.

3-Y finalmente, han llegado a afirmar, que las élites manipularían las elecciones directamente, a través de todo tipo de maniobras ilegales y mediante la manipulación de las máquinas de votación.

Resumiendo: esos medios alternativos, nos decían que las élites lo controlan todo y que Clinton era la candidata “que harían ganar”. Y esa teoría, ha encontrado una amplia difusión.

Pues bien, si seguimos con la tesis de que “esas élites lo controlan todo y tienen la capacidad de alterar los comicios”, puesto que ha ganado Trump, podemos concluir que:

a-las élites no han manipulado las votaciones;

b-las élites no han hecho todo lo necesario para que ganara Clinton;

y c- que por lo tanto, Clinton no era la apuesta real de las élites.

Por lo tanto, la tesis de los medios alternativos de que “las élites lo controlan todo y Clinton era su candidata”, era falsa.

Y puede ser falsa por dos razones:

-o bien porque las élites no lo controlan todo;

-o bien porque Clinton no era su auténtica candidata (o directamente les importa un cuerno quien gane).

Quédense ustedes con la que quieran.

QUÉ REPRESENTA TRUMP

Aceptado pues que había muchas patrañas alrededor del presunto favoritismo de las élites por Clinton, ahora pasemos a analizar lo que representa en realidad Donald Trump.

Para empezar, nos han vendido que Trump es poco menos que un revolucionario que representa a las clases medias y desfavorecidas; un argumento que es una estupidez como un piano y que ahora, curiosamente, repiten sin cesar los medios de comunicación generalistas, que lo tildan de “enemigo del establishment”.

A lo mejor estamos equivocados y efectivamente, Trump sea todo eso. Ya saben: el típico multimillonario nacido y crecido en el lujo gracias a un establishment favorable, que se ha pasado la puta vida rodeado de ricos y opulentes, pero que en realidad, es un anti-elitista y un defensor ferviente de las clases trabajadoras. Vamos, lo normal, lo lógico, lo razonable: el típico Che Guevara con un rascacielos de lujo en Manhattan.

Pero más allá del increíble nivel de estupidez que debe tener una población para tragarse semejante patraña, lo que nos llama la atención es su mensaje ultranacionalista.

Digámoslo claro: Donald Trump encarna la prepotencia norteamericana en estado puro. Su mensaje es “hacer de nuevo grandes a los EEUU” (Make America Great Again); es “EEUU lo primero” (America First; algo así como el “Deutschland über alles”)

¿Alguno de ustedes, estimados lectores, odia la omnipresencia de la banderita americana, la insultante prepotencia estadounidense y su imagen de superioridad moral sobre el resto del mundo?

Pues prepárense, porque nunca habremos visto nada igual a lo que se avecina bajo el mandato de Trump.

Lo más increíblemente demencial del asunto, es que hay gran cantidad de gente que odia a muerte a EEUU y su prepotencia, pero que en cambio, se felicita de que un tipejo ultranacionalista y soberbio como Trump haya ganado las elecciones, cuando ha anunciado que hará de la recuperación de dicha prepotencia norteamericana, su principal objetivo.

Es tan absurdo, que hasta cuesta de concebir semejante nivel de contradición.

Hagan un repaso a las promesas de Trump y échense a temblar.

Ha prometido construir un inmenso muro con México, con tecnología israelí y vigilancia privada israelí; ha prometido expulsar a musulmanes e inmigrantes ilegales; ha prometido seguir con Guantánamo, reforzar la vigilancia masiva de la población con la excusa del terrorismo, aumentar el estado policial y ha validado en público los métodos de tortura de la CIA en cárceles ilegales.

¡Vaya revolucionario! ¡Qué bendición para el mundo! ¡Qué contrario es al establishment y a las élites!

Ha prometido también acabar con la apertura hacia Cuba y ha insinuado atacar Venezuela “si se portan mal”.

Ha prometido convertir a EEUU en el matón de Israel en oriente medio de nuevo, incluyendo un posible ataque contra Irán si no se pliega a los intereses israelíes o si llega a amenazar la existencia del estado judío.

Y para colmo, promete reforzar al ejército norteamericano y modernizarlo “para que el mundo los respete de nuevo”; eso implica más armas, más aviones, más barcos; es decir, mayor negocio para el aparato industrial-militar.

¡Guau, qué revolucionario anti-establishment! ¿Eh?

De su desprecio hacia los musulmanes y los latinos, se desprende que probablemente llevará tropas a Oriente Medio y volverá a considerar, sin ambages, a América Latina como el patio trasero de EEUU. Y máxime si China empieza a meter sus pies ahí.

Genial. Un hombre de paz. El nuevo Gandhi. Seguro que las élites no quieren nada de esto.

Esperemos que todo lo que ha dicho durante la campaña, solo fuera postureo electoral y que siendo presidente, sea totalmente diferente…pero generalmente, los presidentes empeoran con mucho lo que prometen en las campañas electorales.

Nos ha llamado la atención la reacción de la mayoría de medios de comunicación ante el primer discurso de Trump. Se ha tratado del típico y habitual primer discurso, conciliador y optimista como son y deben ser siempre las primeras declaraciones de un presidente tras la victoria; ha dicho lo que siempre se dice en estos casos: abogar por la unidad nacional, tender puentes, mostrarse dispuesto a negociar con todo el mundo, presentarse como “el presidente de todos”, etc..

Sin embargo, los medios de comunicación lo han destacado como si fuera “un nuevo Trump”, como si hubiera tenido una revelación y bajo la piel del monstruo se ocultara el mismísimo Jesucristo.

¿Qué esperaban que dijera en su primer discurso? ¿Que saliera ladrando e insultando a mujeres, negros y mexicanos? ¿Que saliera vestido de albañil para empezar a construir el muro ya mismo?

Pero más allá de la curiosa reacción de los medios, tratando de lavar la imagen de ese Trump que ellos mismos han ayudado a ensuciar, hemos visto que Trump ha prometido levantar EEUU de nuevo, poner a trabajar a todo el país, y renovar toda la infraestructura estadounidense por completo, para “convertirla en la mejor del mundo“. Eso implica miles de kilómetros de vías ferroviarias, renovación de carreteras, autopistas, puertos, aeropuertos, puentes, presas, etc…

Y la pregunta evidente es: ¿de dónde sacará el dinero? ¿De dónde lo sacará si su país tiene una deuda tan monstruosa?

¿Quizás endeudándose más, como ha hecho tantas veces con sus empresas hasta llevarlas a la quiebra? ¿Y quién comprará toda esa deuda que promete crear? ¿Arabia Saudita a la que ha insultado y está en una situación crítica? ¿China, a la que considera una enemiga? ¿Rusia, que ya tiene suficientes problemas y proyectos propios en los que invertir para su propio desarrollo? ¿Una Europa arruinada? ¿La “malvada” Reserva Federal, que tanto ha atacado, imprimiendo dinero de la nada como una loca?

Hay muchas cosas en Donald Trump que parecen realmente insostenibles…

AL MENOS DICEN QUE SE LLEVARÁ BIEN CON RUSIA…

Pero entre el cúmulo de engaños y contradicciones, Trump también ha abierto la puerta a nuevas esperanzas…que veremos si llega a cumplir.

Una de las grandes cosas positivas de Trump, al menos en apariencia, es que dejará de sostener a la OTAN y se llevará bien con Rusia, lo que probablemente, evitará una guerra mundial con ellos o incluso un conflicto nuclear…algo que quizás nunca estuvo realmente sobre la mesa.

¿Alguien se ha planteado esta posibilidad?

Quizás ese peligro de guerra con Rusia nunca fue real, porque quizás, nunca existió la posibilidad de que ganara Hillary Clinton. De hecho, la amenaza de esa (falsa) guerra con Rusia si Clinton llegaba a la presidencia, probablemente también haya influido en la victoria de Trump.

De hecho, hay un detalle que apunta en esa dirección y que deberíamos tener en cuenta: los gobiernos europeos, parecían saber que ese Trump contrario a seguir financiando la OTAN, estaba a punto de llegar al poder…desde hacía meses.

¿Y si no, cómo se explica que desde hace meses los mayores países de Europa estén trabajando tan activamente en la creación de un ejército europeo autónomo de la OTAN y se planteen poner de nuevo el servicio militar obligatorio?

Impulsar un ejército europeo implica afrontar gastos innecesarios en un momento de crisis y el servicio militar obligatorio es una maniobra impopular y socialmente arriesgada en un momento de rechazo de los pueblos hacia los gobiernos. Solo se explican que lleven haciendo estos planes desde hace meses, si sabían lo que se avecinaba: la victoria de Trump y su efecto sobre la OTAN. De hecho, se intuye que sabían a ciencia cierta que ganaría él, lo que nos hace sospechar aún más que todo esto ha sido orquestado.

Por otro lado, Trump ha prometido derribar algunos de los proyectos globalistas por excelencia: los tratados de libre comercio como el TPP y el TTIP.

Veremos si realmente lo hace y no se echa atrás.

Realmente sería una buena noticia, al menos momentáneamente…aunque nos tememos que lo que en realidad veremos, es un retraso, una prórroga hasta que las condiciones sean las idóneas para implementarlos. O incluso para traernos algo peor. De hecho, hay demasiado rechazo popular en estos momentos, como para implementarlos. Es posible que las élites impulsoras del globalismo piensen que la población quizás necesita “pasar por alguna situación dura que la acabe de convencer…”

Resumiendo: no nos creemos que Trump sea la gran sorpresa que nos tratan de vender, ni que sea el enemigo de las élites.

Es cierto que no forma parte del establishment político estadounidense y es cierto que hay mucha gente, incluso en grandes medios de comunicación, en partidos políticos o en gobiernos, a los que esta victoria de Trump les ha pillado por sorpresa y les ha roto los planes.

Eso se debe a que simplemente, no tienen acceso a la información privilegiada, que manejan unos pocos y consideran, adecuadamente, que Trump perjudica sus intereses particulares.

Pero es posible que en las más altas esferas, se juegue a otro juego.

Queremos también hacer una última consideración sobre el presunto Nuevo Orden Mundial globalista que algunas supuestas élites ocultas estarían impulsando desde hace tiempo.

Ese Nuevo Orden Mundial globalista, se caracteriza por la cuasi eliminación de las identidades nacionales, culturales, religiosas y étnicas y la integración económica y social de todos los países, bajo el dominio de un gobierno único a escala planetaria.

Para que la población acepte ese nuevo modelo, el viejo modelo basado en las identidades nacionales, debe ser destruido. Es decir, el nacionalismo en cualquiera de sus manifestaciones, debe ser repudiado por todas las personas.

Ahora, miren a su alrededor, en sus propios países: ¿conocen a alguien que esté dispuesto a renunciar a su nacionalismo, a su identidad cultural diferenciada o a su religión? Probablemente, no.

Y eso se debe a que no hay ninguna razón para renunciar a ideas tan profundamente arraigadas. En esencia, seguimos viviendo en el mismo mundo que hace 40 años, con los mismos conceptos de nacionalidad. Y si no se renuncia a estas ideas tan arraigadas en la mente de las personas, el Nuevo Orden Mundial globalista, es imposible.

Básicamente, hay 3 formas de conseguir que toda la gente del mundo renuncie a esos sentimientos identitarios nacionalistas, étnicos, culturales y religiosos, tan arraigados:

1-A través de la sustitución de los sentimientos de arraigo nacional, cultural o religioso, por un nuevo modelo de identificación de orden superior, que los minimice. Es decir, sustituyendo el sentimiento de pertenencia a una nación, por un sentimiento de pertenencia al género humano en su conjunto. Y eso solo podría conseguirse si existiera una amenaza común para todos los seres humanos, que nos hiciera superar las diferencias de una vez por todas, convirtiéndolas en caducas o ineficientes. Para ello, haría falta una amenaza planetaria de algún tipo que nos pusiera a todos en la misma categoría, incluso superando los sentimientos de clase. Pueden imaginar lo que quieran: amenazas de asteroides gigantescos que amenacen la vida en la tierra, otros cataclismos cósmicos o una invasión alienígena.

2-A través de un largo proceso de transformación de la economía y la sociedad que dure varias décadas y que sea provocado en parte, por la propia evolución tecnológica de la humanidad en su conjunto, que a su vez, lleve a transformaciones sociales y económicas. Esta parece ser la opción más viable y pacífica.

3-A través de un proceso corto y contundente, basado en el shock. Un shock que nos lleve a identificar nuestras diferencias nacionales, étnicas o religiosas como un problema odioso, que debemos superar. Y esto solo se puede conseguir reforzando el nacionalismo en su vertiente más extrema, hasta el punto de que sea fuente de un gran conflicto que arrase con el viejo sistema y nos lleve a la necesidad de uno nuevo y totalmente diferente. Para que esta opción se pueda implementar, hace falta una crisis económica a gran escala, explosiones de intolerancia en todas sus posibles manifestaciones, nacionalistas exacerbados que arrastren a sus pueblos a una gran guerra y que los países no tengan ninguna traba que les impida enfrentarse unos con otros…y los grandes tratados comerciales entre bloques y países, a pesar de su maldad y mala intención inherente, son una razón más que suficiente como para no enfrentarse en una guerra con tus socios comerciales.

O sea, que Trump encaja como un guante en las necesidades del momento para llevarnos a un proceso de shock: es un ultranacionalista (como Putin), quiere romper los tratados comerciales que en gran parte impedirían una guerra mundial y traer de nuevo el proteccionismo (previo a las grandes guerras), promueve la intolerancia religiosa y racial y está en un mundo que podría llegar a vivir una crisis económica a gran escala en cualquier momento.

¡Vaya, hombre! ¡Qué casualidad! Resulta que Trump es justamente lo que el Nuevo Orden Mundial necesita como paso previo para llegar a implantarse, cuando precisamente nos lo están vendiendo como todo lo contrario.

Pues bien, aquí lo tenemos…al menos sabemos que no nos vamos a aburrir…


NOTA ADICIONAL:

Que nadie espere un cataclismo económico en los próximos días. Las caídas bursátiles han sido una reacción menor inmediata, pero curiosamente, han sido controladas a posteriori…como si “alguien” lo tuviera todo previsto de antemano, como sucedió con el Brexit, otra maniobra que nos vendieron como una sorpresa y que en realidad, forma parte del mismo contexto que la victoria de Trump. Lo que demostraría que detrás de todo ello, están los de siempre.

Si Trump es utilizado como chivo expiatorio, lo será en el plazo de meses o años y posiblemente, se deberá a alguna decisión o política “iniciada” por él mismo.

Por último, os preguntamos a vosotros qué creeis que va a representar Trump para el mundo. Podéis exponerlo en un comentario o a través de la encuesta, donde podéis elegir más de una opción.

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