Asimismo son víctimas de la explotación, abusos y detenciones a lo largo de la ruta migratoria del Mediterráneo central, que les lleva desde el norte de África hasta Italia.
Tres de cada cuatro niños han denunciado violencia, acoso o agresión, mientras que casi la mitad de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia sexual en su viaje para alcanzar las costas de Libia.
Así se recoge en un informe de Unicef, que ha entrevistado a más de 120 mujeres y niños. Pati, de 16 años, que perdió a sus padres, se vio obligada a poner su vida en manos de los contrabandistas. Pati nunca llegó a Italia. Está detenida en Libia junto a otros cientos de migrantes.
Los niños viajan miles de kilómetros a Libia con la esperanza de llegar a Europa en busca de seguridad. Si bien el peligro para todos ellos había empezado muchos kilómetros atrás.
Desde la frontera sur del desierto de Libia hasta la costa mediterránea, cuando son capturados, tienen que vivir hacinados y en duras condiciones, sin alimentos adecuados ni un refugio decente, en los centros de detención libios.
Unos 50 millones de niños en todo el mundo están en marcha. La mayoría huye de la violencia, la guerra y la pobreza.
El año pasado, más de 4500 personas murieron intentando cruzar el Mediterráneo desde Libia, es decir, uno de cada 40 de los que lo intentaron. Al menos 700 eran niños.