“La cura de los males de la humanidad se encuentra
en dirigirse a Dios y la vuelta a la fe.”
AYATUL-LAH AL-HUSEINÍ AL-JAMENEÍ
Por Zainab Pi de la Serra
Hoy en día, cualquier ser humano, evidencia sin mucho esfuerzo la realidad de la injusticia y la crisis de valores en todo el mundo. Vivimos en un ambiente hostil, no sólo al Islam sino a la vida misma. Nuestro entorno es un ambiente sin espiritualidad, sin solidaridad, sin familia, sin honor, sin pudor, sin piedad…Hay quienes puedan considerar éstos comentarios exagerados, porque verdaderamente hay gente solidaria, buena, piadosa, honorable, que cuida a su familia, creyente…pero no son los más ni es hacia donde se dirige la humanidad. Cómo también puede ser que no padezcan el día a día de las madres de bajos recursos que ruegan que sus hijos vuelvan a sus casas vivos, a salvo del narcotráfico, la marginalidad social, la discriminación, la banalidad. O tampoco hayan sentido a los quince años, siendo apenas un adolescente que llegar a los 20 años de vida ya era suficiente mérito, una suerte, ese objetivo implicaría que ha sobrevivido a esta sociedad, todo un logro para estos tiempos. O quizás no haya tenido que vivir en la calle como tantos niños, que sobrellevan esa situación como zombies, por las drogas de descarte, para hacer tolerable lo intolerable. O quizás no han sentido el profundo dolor de ser extraño en su propia tierra, como los pueblos originarios, que quieren vivir en paz en el lugar que les pertenece ancestralmente y son excluídos y olvidados, muriendo y padeciendo, lejos de un médico, agua potable, alimento, viviendas…lejos de la dignidad de la que son dueños. O quizás no han sentido a la naturaleza estremecerse de tristeza por el abuso del que es víctima.
Ahora bien, todo este conjunto de realidades, padecidas por millones de personas, cómo se afrontan? Cómo se modifican?
Las respuestas son siempre las mismas, economía más justa, control político de la comunidad y educación. En cuanto a la economía se trata de la respuesta más vieja y trillada, y como para muestra basta un botón, se puede comentar la realidad argentina: en mi país la economía está en uno de sus mejores momentos (si bien se encuentra, hoy por hoy, en un momento menos favorable que hace algunos años), luego de la gran crisis del año 2001, ha tenido un crecimiento sostenido que permitió una gran recuperación social, reincorporando a mucha gente a la economía formal e integrando a sectores, marginados completamente, a la economía informal. La indigencia se redujo, la pobreza se redujo, el desempleo se redujo y todo en importantes porcentajes. ¿Cómo se encuentran hoy los índices de inseguridad? Más elevados que nunca. Y ello no es inexplicable…la economía es una herramienta para satisfacer necesidades básicas, vivir mejor, con más comodidad (sea para unos pocos o para las mayorías), pero para la esencia del ser humano y la sociedad, no es nada. Nuestro problema no es la falta de cosas, en parte es para qué las usamos y para qué las queremos.
Otros ven la salida en la educación. Que los niños vayan a la escuela, que aprendan un oficio, la cultura del trabajo, los valores sociales. La educación nos lleva al conocimiento, necesidad indiscutible para desarrollar nuestras capacidades. La cuestión radicaría en definir qué tipo de educación brindamos a nuestros hijos, en qué fundamentos basamos nuestros valores, qué ejemplo les brindamos con nuestra propia conducta para fortalecer la sociedad, etc. Pero la educación también es una herramienta para el desarrollo del ser humano y no su esencia misma.
Por último hay quienes creen que la solución a los problemas de la humanidad está en el control político de la comunidad, cuyo respaldo es el carisma de dirigentes alejados de la realidad y de la gente, sean del color ideológico que sean. Muy pocos ejemplos podemos hallar de hombres honrados con verdaderas intenciones de aportar humanidad y justicia en sus países. Y aunque lo sean, muchas veces sus proyectos se basan en ideologías que ya han fracasado o reinventos de las mismas con pretensiones de depurarlas de errores pasados, pero que por insuficientes y/o erróneas van directo al fracaso.
Entonces, ¿cómo es posible modificar este escenario de degradación social y natural a escala planetaria si el “imperio de la razón”, el estadio mas elevado del hombre como ser superior y autosuficiente, ha caído estrepitosamente?
Pero Dios es Misericordioso y no abandona.
Los “dueños” del mundo son fuertes, poderosos y sus armas también lo son, sus energías por mantener ese poder, sus viles manías y estrategias se renuevan día a día, e invierten millones en adormecer al mundo, en acallarlo, en humillarlo, y aún así, si, aún así, seguimos recibiendo destellos de aquélla “explosión de luz”, como definiera el querido Imam Jomeini (P) a la revolución islámica. Tomo las propias palabras del Imam: “…Los elevados y universales valores del Islam son los que pueden confortar y salvar a todas las naciones así como resolver los problemas fundamentales con los que se enfrenta la humanidad…” (Mensaje del Imam Jomeini al Presidente Gorbachov).
Con la ayuda de Dios (Exaltado sea) el Imam Jomeini logró expandir el Islam en todo el mundo. Y lo hizo a través del ejemplo del Imam Husain (a.s.), maestro incomparable de valentía, dignidad, devoción y obediencia a Dios, estandarte del Islam, inspiración de los justos, temor de los opresores.
Por años intentaron evitar la difusión de este proceso, como no pudieron, quisieron deformarlo, tergiversarlo, y ¿qué lograron con ello? Que hoy, año 2012, a punto de cumplir 33 años la República Islámica de Irán, nuevos musulmanes de todo el mundo busquemos el ejemplo del Imam Husain (a.s.), de Ruhollah Jomeini y de quien hoy refleja ese espíritu de libertad y entrega a Dios, representando la continuación de su lucha: el Ayatullah Jameneí. Es decir, no lograron nada.
Llegar a la República Islámica de Irán para cualquier musulmán es una necesidad, pero sobre todo para los que nos hemos criado en Occidente y carecimos de la fortuna de crecer, formarnos o vivir en una sociedad islámica. Por ello se convierte no sólo, en el icono mundial del Islam -el ejemplo de sociedad regida por la shari´ah-, sino que es importante para los musulmanes como para el resto del mundo, que ve en la República Islámica el ejemplo de sociedad digna que no teme más que a Dios y que no permite que se la avasalle, que se la oprima, pero tampoco oprime ni avasalla.
Por ello llegar a Irán es llegar al país del Imam Husain (a.s.), no por emocionarnos al ver que el amor de su gente a este Imam esté reflejado en cada calle, en cada mezquita, en cada casa, con cada reunión de recuerdo que se realiza en su nombre, por la pasión volcada en los recordatorios de su martirio, por la presencia de millones de personas movilizadas para revivir su recuerdo en los meses de Muharram y Safar… Lo que nos hace sentir que es el país del Imam Husain (a.s) es también y, particularmente, su conducta diaria, social y privada, que se halla impregnada de Islam, su permanente adoración y recuerdo de Dios, verlos trabajar incansablemente en la difusión y fortalecimiento del Islam, en el crecimiento y sostenimiento de su país, el respeto entre la gente, la amabilidad, la seguridad de sus calles, la valoración de la familia, de la educación, la generosidad, la solidaridad, su predisposición indubitada a defender su nación ante cualquier agresión provenga de donde provenga sin ningún temor, el orgullo del martirio en defensa del Islam, el amor al Profeta Muhammad (BDP), a Ahlul bait (la paz sea con todos ellos), el cuidado de la humanidad por ser creación de Dios (Exaltado sea), por su orden y con su guía, trabajando permanentemente en la llegada del Imam Al-Mahdi (P), último refugio de los seres humanos. Todos valores que vivimos buscando en nuestras propias tierras y que el Islam hace instaurar y reproducir.
Dios no dio el Islam y Ahlul Bait para llegar a él, tomémoslo y supliquémosle que nos reciba.
Todos derechos reservados.
Se permite copiar citando la referencia.
Fundación Cultural Oriente