LOS PRIMEROS CREYENTES
La expansión del Islam y su influencia en las distintas regiones se fue produciendo de manera paulatina pero firme. El Corán llama “as sabiqún” (primeros creyentes) a los que aceptaron el Islam y lo difundieron en los primeros tiempos. Estas personas gozan de gran privilegio y jerarquía. A continuación nos referiremos a los principales de ellos.
Jadiya, la primera musulmana.
Son unánimes las evidencias de que la primera mujer que creyó en Muhammad fue Jadiya. Dijo ‘Aisha: “Siempre lamenté no haber podido vivir en la época de Jadiya, pues me sorprendía el gran amor y cariño del Profeta hacia ella. La recordaba más que a nadie.”
Dijo también ‘Aisha: “Cierta vez el Profeta (B.P.) se retiraba de la casa cuando de pronto recordó a Jadiya y la elogió, ante tal circunstancia no pude contenerme y con total atrevimiento le dije: ‘Jadiya no era más que una vieja, y Dios te ha concedido a alguien mejor que ella’. Mis palabras causaron mal efecto en el Mensajero de Dios y noté en su rostro los efectos del enojo cuando me dijo: No es así, Dios no me concedió nada mejor que ella pues creyó en mí cuando todos vivían en la incredulidad y me rechazaban, y puso a mi disposición todos sus bienes en los momentos más críticos. Dios me agració por medio de Jadiya con hijos que otras mujeres no me dieron”.
Alí (P.), el primer hombre musulmán.
La mayoría de los sabios islámicos concuerdan en que el primer hombre que creyó en la palabra y misión del Profeta (B.P.) fue e1 Imam Alí. Alí se crió de pequeño en la casa de su primo Muhammad. El lo educo como un padre cariñoso que desea lo mejor para su hijo.
Cabe agregar que Alí fue criado por Muhammad por una petición especial que éste último le hizo a su tío Abu Talib en tal sentido, y dado el cariño que sentía hacia el pequeño.
El Imam Alí (P.) aclara su íntima vinculación al Profeta en la siguiente disertación: “Todos conocen mi situación por mi proximidad al Mensajero de Dios, ya que durante mi infancia me crié a su lado. El me apretaba contra su pecho abrazándome Y podía sentir su exquisito perfume. Siempre lo estaba siguiendo como el pequeño camello sigue a su madre. Me transmitió cada día de mi niñez de sus virtudes y me aconsejaba seguir sus pasos. Cuando se retiraba a (la caverna de) Hira yo era el único que lo observaba...”
“...En aquella época no había ninguna familia musulmana excepto la que constituíamos el Profeta, Jadiya y yo. Vi la luz del mensaje y la revelación y pude percibir el perfume de la profecía...”
Alí (P.) y Jadiya oran junto al Profeta (B.P.).
En su libro “Al-Isabat”, Ibn Hayar cuenta la siguiente historia, la que también fue narrada por muchos otros historiadores: “En la época preislámica entré en la ciudad de la Meca y me hospedé en casa de Abbas Ibn Abdul Muttalib. Un día, mientras nos encontrábamos próximos a la Ka‘aba vimos a un hombre situarse frente a la misma y luego arribar un muchacho que se situó a su lado. Luego de un pequeño lapso llegó una mujer y se situó detrás de ambos. Al observarlos noté que las últimas personas en llegar al lugar imitaban los movimientos de aquel hombre. Al ver esta insólita escena pregunté a Abbás con mucha curiosidad qué significado tenía la misma. Me dijo: ‘Ese hombre es Muhammad Ibn Abdullah, el muchacho es su primo Alí y la mujer su esposa. Muhammad es mi sobrino y afirma que llegara un día en que los musulmanes dispondrán de los tesoros de Cosroe y los Césares, pero hoy día no son más que ellos tres los que profesan la nueva religión’.”
En los sermones que pronunciaba Alí solía reiterar la siguiente afirmación: “Soy el siervo de Dios, hermano del Profeta (B.P.) y el gran veraz. Nadie más que yo tiene derecho a pronunciar esta frase a menos que sea un mentiroso pues oré junto a Muhammad durante siete años, antes que nadie orara Con él.” Y también hay un dicho muy reiterado del Profeta (B.P.) que dice: “El primero que se unirá a mí junto a la fuente de Kauzar el Día del Juicio Final será el primero que aceptó el Islam, es decir Alí Ibn Abi Talib.”
Una lectura detenida de estas tradiciones despejará las dudas que puedan existir en el corazón de cualquier persona.
Una conversación entre Al-Ma ‘mun (califa abbasida) e Is-háq (Sabio de la escuela sunnita).
En su libro titulado “Aqdul Farid” (tomo 3, p. 43) Ibn Abdu Rabbih transmite el siguiente relato: “Al-Ma’mun organizó una reunión para debatir sobre religión y fue dirigida por el famoso sabio Isháq. Luego de una larga discusión todos aceptaron la precedencia de Alí en la fe. En un primer momento Isháq dijo: ‘Cuando Alí creyó no era más que un adolescente, mientras que Abu Bakr ya era adulto, es por eso que la fe de éste último supera a la de aquél’. Al-Ma’mun decidió responderle preguntando: ‘¿Por ventura fue el Profeta quien invitó a Alí a aceptar su doctrina, o fue una inspiración divina en su corazón?’ Dijo Isháq: ‘No podemos decir que su fe fue inspirada por Dios ya que tampoco le fue inspirada al Profeta sino que fue orientado a través de Gabriel’. A continuación (Al-Ma‘mun) planteó la siguiente pregunta: ‘El día que el Profeta invitó a Alí al Islam, ¿lo hizo por sí solo o fue una orden divina?’ Respondió: ‘No podemos creer que haya sido una decisión propia, debemos aceptar que la convocatoria fue una orden divina’. (Entonces concluyó AI-Ma’mun): ‘¿Cómo es posible que Dios, el Omnisapiente ordene al Profeta exhortar a un niño sin preparación espiritual? Seguramente Dios el Conocentísimo no haría eso. Por lo tanto deducimos que la fe de Alí era una fe firme y que no era inferior a la fe del resto de la gente. Alí es el mismo al que se refiere la aleya coránica que dice: “Y la de los primeros creyentes que serán los primeros, estos serán los más próximos a Dios.” (56:10/11)’.”
LA INTERRUPCION DELAREVELACION
El espíritu del Profeta se había iluminado con la luz de la Revelación y a partir de ése momento comenzó a reflexionar en la responsabilidad que Dios le había encomendado: “¡Tú, que estás arropado! ¡Levántate y amonesta! ¡Y magnifica a tu Señor!” (74:113)
El Profeta aguardaba la llegada de otro mensaje de parte de su Señor para que se fortaleciera su corazón y se acrecentara su fe. Pero pasaron los días, los meses y el extraordinario ángel no aparecía.
Aún no tenemos en claro el motivo de esta interrupción de la revelación pero creemos que quizás la causa haya sido dar un descanso al Mensajero de Dios. Las tradiciones históricas señalan ... (ver la continuación en archivo pdf)